La importancia de un acuerdo político, social y económico
¿Qué futuro tiene Argentina con una coalición gobernante que empieza a anularse en forma sistemática con planteos diametralmente opuestos?
Hasta aquí la política nos ha mostrado adónde nos ha traído. Un documento de reciente aparición producido por el Dr. Jorge Remes Lenicov, que abarca desde diciembre de 1983 a marzo 2021, señala a través de un puñado de datos iniciáticos cómo llegamos hasta aquí. En los últimos 37 años, Argentina creció el 1.6% anual, 0.7% per cápita. Tuvimos 21 años de crecimiento, 16 de caída. Solo dos períodos de expansión continuada: 1991/1997 y 2002/2008.
En el mismo período, la inflación fue la más alta del mundo (salvo Venezuela); Argentina acumuló 20.000.000.000%. Se quitaron siete ceros. Y el promedio anual da 58%.
Nuestro país es poco competitivo. La productividad es baja. Solo estos datos explican los índices de pobreza, desocupación, de fábricas a media máquina.
El trabajo mencionado se titula “El desencuentro entre economía y política. Bases para la recuperación del crecimiento con equidad distributiva”.
Con estos simples, profundos y demoledores datos es imposible consolidar la gobernabilidad de cualquier gobierno sin construir un acuerdo político, social y económico. ¿Cómo puede un dirigente político intentar conducir, en cualquiera de los roles ejecutivos, sin discutir lo que nos pasó en las últimas décadas? ¿Por qué ni los unos ni los otros -progresistas o liberales-, no intentan dar respuesta a sus yerros? Todo se reduce a echar la culpa al otro, pero nunca a hacerse responsable de sus equivocaciones.
La desaparición de una niña de siete años y su repercusión mediática, punta del iceberg del abandono y degradación social absoluta de cientos de miles de familias que no eligieron ni la calle ni la mendicidad, y que ni siquiera están documentadas, ¿no conmueve a los actores políticos de oficialismo y oposiciones como para avanzar en el acuerdo antes mencionado? El hambre, la no educación, la falta de techo y el ser NN por falta de identidad es lo más grave que le ocurre a la Argentina, entretenida -con razón- con la vacuna del COVID-19.
Dos ex presidentes han escrito sus libros con clara intención de volver al poder. Cristina de Kirchner lo consiguió. Mauricio Macri lo desea. Lo lamentable es que en esos libros no hay un planteo claro sobre la experiencia superadora tras los errores cometidos.
Otro de los temas clave tiene que ver con las coaliciones y su funcionamiento. Con los resultados acuñados a hoy, ¿no sería necesario pensar en reglas para la vida de una coalición política? En la oficialista hay tres protagonistas: Alberto Fernández, Cristina de Kirchner y Sergio Massa, cuyas fuerzas equilibraron inicialmente las tensiones propias de la convivencia. Luego se desbalanceó. Y ahora, cuanto menos, se anulan entre sí. ¿Qué futuro tiene Argentina con una coalición gobernante que empieza a anularse en forma sistemática con planteos diametralmente opuestos, que se materializan en los funcionarios que debieron alejarse?
La coalición que llevó al poder a Mauricio Macri solo intentó serlo en lo Legislativo; a nivel ejecutivo, gobernó solo el PRO. Esto trajo como consecuencia, entre otras cosas, que el radicalismo, a través de las elecciones internas que viene desarrollando, intente en esta nueva oportunidad liderar Juntos por el Cambio, pero eso no sería una real coalición de gobierno. En las internas de la UCR de Buenos Aires participaron más de 100 mil afiliados -en la anterior lo hicieron 40 mil-. Mientras cuentan los votos, los unos y los otros se alegran porque dicen “ahora nadie quiere ser furgón de cola del PRO”.
¿El presidente Alberto Fernández ha resignado su moderación? ¿Y el objetivo de cerrar la grieta, de tener amigos/adversarios en la política y no enemigos? Las últimas actitudes que desconciertan a sus colaboradores más directos, ¿son su forma de resistir con intención de tomar fuerza para algún cambio? ¿Intenta ser una estrategia la cual no explicita? ¿O es el inicio de una derrota a sus propias expectativas?
El sábado pasado, el Dr. Roberto Lavagna, ante el anuncio del Presidente en el norte argentino sobre rebajas en las cargas patronales para nuevos empleos, escribió “por fin una iniciativa que va a favor de la creación de trabajo y reequilibrio en la estructura económica nacional”. Subraya “ahora hay que generalizar y profundizar este tipo de políticas en favor de la inversión, el trabajo y el desarrollo territorial”.
Con absoluta humildad recomiendo el trabajo eje de este artículo. Remes Lenicov, luego de explicar detalladamente con eje en la política económica qué nos sucedió y qué debiéramos hacer, concluye diciendo que la política es la que debe dar el primer paso, dado que ese es su rol, para lograr los acuerdos imprescindibles. Enfatiza el ex ministro, y con absoluta razón, que el destino de la Argentina está en manos de los dirigentes políticos. Dirigentes que, cuando se les recuerda que para sortear el estancamiento económico y la decadencia social se deben hacer cambios que obligan a procesos que pueden ser desagradables, sostienen que no lo pueden hacer. De allí la necesidad de acordar entre todos para salir de este estancamiento, con tendencia a agudizarse.
Concluye: “Si se sigue haciendo lo mismo en un mundo que avanza y cambia aceleradamente, solo tendremos más decadencia. Enfrentar costos será considerablemente menor al costo de no hacer nada”.