Una agenda marcada por la falta de plan estratégico
El peronismo y el radicalismo discuten intereses y listas electorales, no futuro. Esto es malo porque solo quedan visibles mojones de izquierda y de derecha.
El presidente Alberto Fernández dijo: “El campo es el que debe garantizar los precios internos. Si no lo hace deberemos actuar”. Todo indica que la idea es agotar las posibilidades de consensuar, al igual que ocurrió con la carne, precios para determinados cortes -así lo hace Uruguay-; y hacer lo propio con el trigo, por el precio del pan. Y con el maíz, por el tema principalmente de la leche.
Los referentes de la Mesa de Enlace decidieron pedirle una reunión al Presidente a propósito del posible aumento de retenciones. El dirigente de CRA, Jorge Chemes señaló: “La intención es conversar en serio y de todo. Por ahora nos mantendremos en alerta esperando la respuesta del Gobierno. El tema de la carne hay que emprolijarlo, China se lleva todos los cortes. Otro aspecto que hay que poner sobre la mesa es que el 50% de las carnicerías del Conurbano están en negro, supongo que en el resto del país la situación es similar. Cualquier producto de góndola tiene un 40/50% de impuesto. No somos los generadores de la inflación y esto también hay que analizarlo. La materia prima en la conformación del precio final del producto tiene una incidencia del 10/15% del valor real. Si se nos rompe un tractor y necesitamos un repuesto, debemos enfrentar esa compra con un dólar a $150, y el que nosotros recibimos después de las retenciones es de $62”.
Con el trigo y la incidencia sobre el precio final del pan, también sostienen, se podría consensuar. Otro de los sectores involucrados le cuenta a Infobae que las mesas intersectoriales de trigo y maíz, integradas por productores, acopiadores de molienda, industria avícola y exportadores, ya tienen propuestas concretas de precios internos y abastecimiento. Le solicitan al Gobierno “que ayude fijando la política de actualización de precios. Por ejemplo, en harina de trigo lo tienen congelado desde marzo del 2020. Queda claro que la inflación no la genera el campo”.
El campo siente que es el eslabón más débil, y la mayoría de los actores consultados sobre cuál es la verdadera intención del gobierno, si acordar precios o aplicar retenciones, coincide en que “buscan recaudar más y las retenciones son la mejor forma. Pero para ello hay que generar el conflicto primero”. Otros sostienen que la amenaza con aumentar las retenciones es para apurar la liquidación del stock. De ser así, obviamente rechazan la metodología, y destacan que el Gobierno no entiende cómo funciona la cadena de producción y comercialización.
Lo acordado con el sector de la carne representa solo el 3/4% de lo que se consume en Argentina.
Esta semana el Gobierno ha citado por separado a empresarios y sindicalistas a la hora de intentar acordar precios y salarios. En momentos en donde el país ha perdido en los últimos tres años un 15% de su PBI, el Gobierno ha decidido concluir con la ayuda extraordinaria por COVID, que llegaba a las personas con las IFE y a las empresas a través de los ATP. Es decir que, para una gran cantidad de argentinos que venían caminando con andador, la idea es que lo hagan solos.
¿Podrán encontrar un punto de equilibrio empresarios y sindicalistas, para no detener la incipiente recuperación económica y con ello incorporar desocupados al sistema laboral?
La inflación es el otro eje a tratar en estas mesas de acuerdos. El sindicalismo cree que los salarios deben ganarle a la inflación. En esa línea fueron las declaraciones públicas del ministro de Economía, Martín Guzmán. Claro que se habla de la inflación calculada en el presupuesto 2021, prevista en un 29%. Si observamos las cifras de enero, cuesta creer que el año cierre dentro de lo previsto. El empresariado viene golpeado por el tsunami del COVID y por la presión tributaria.
A propósito de lo tributario, ayer se conoció un comunicado de la CGT nacional, con la firma de Daer, Acuña y Sola, acompañando la iniciativa del bloque de diputados de Frente de Todos, donde se establece un nuevo piso en Ganancias que determina “que menos trabajadores paguen tan injusto tributo”. Entienden además que atiende a “la recuperación del ingreso, aumenta la capacidad de compra y ayuda a la recuperación económica”.
Dialogar sin un programa de acción sea para cualquiera de las mesas constituidas o para el futuro Consejo Económico y Social es agregar más frustración, por ende más decadencia a la ya habida.
Según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario, se espera que el sector agroindustrial liquide una suma cercana a los U$S 26.330 millones. Sería conveniente que a esta “fábrica de dólares” se la cuide e incentive con proyectos que entusiasmen al sector con miras a duplicar esta cifra. A propósito del proyecto del CAA, el Lic. Gustavo Idígoras manifestó a Infobae: “Estamos discutiendo los últimos puntos de la ley con el ministro Martín Guzmán. En los próximos días tendremos una reunión definitoria”.
El accionar del Gobierno parece ajustarse a la agenda que marcó en el acto de La Plata la vicepresidenta Cristina Kirchner. El Presidente, en unos días, deberá realizar la apertura de sesiones del Congreso de la Nación. Tal vez pueda hacer un per saltum a este enredo político actual y marcar los lineamientos de un plan estratégico que conecte a la Argentina con el mundo, que no tiene inflación superior a los dos dígitos, alejándose del modelo económico 2011-2015 y el del otro extremo 2015-2019.
La superficialidad es alarmante. No hay plan estratégico, no solo del gobierno. El peronismo y el radicalismo discuten intereses y listas electorales, no futuro. Esto es malo porque solo quedan visibles mojones de izquierda y de derecha. Otro problema central es que los actores políticos son capitalinos y, si no lo son, se hicieron, y en general están acostumbrados a vivir del Estado; desconociendo la potencialidad del resto del país. La pobreza intelectual es alarmante. En Educación se discute presencialidad como si la educación fuera solo eso. El futuro llegó a Salud por prepotencia de la pandemia.