La investigación ovni de los nietos de Jacques Costeau
A las 23 del 4 de octubre de 1967 Laurie Wickens, presidenta de Shag Harbor Incident Society y cuatro de sus amigos, paseando por Shang Harbor, Nueva Escocia, visibilizaron como un objeto, de grandes proporciones, descendía hacia las aguas del puerto para desaparecer sumergiéndose, en una noche clara y sin nubes.
El avistamiento se transformó, tras cinco décadas, en un misterio que decidieron analizar Celine y Fabián Cousteau, nietos de Jacques Cousteau, especialistas en investigación oceánica.
El objeto, luego calificado como un OVNI, fue advertido por tres oficiales de policía, decenas de pescadores y pilotos de aerolíneas de volaban a lo largo de la costa suroeste.
Sin embargo, las investigaciones y búsquedas no arrojaron resultados positivos. No se detectaron elementos materiales ni cuerpos, a pesar de que ha sido considerado el avistamiento como uno de los más documentados de Canadá[1].
Una serie de informes y correspondencia intercambiados por oficiales militares de Ottawa y Halifax –según indagaciones periodísticas de ese tiempo-, hacen referencia a objetos voladores no identificados.
Los Cousteau, invitados por los organizadores de una conferencia OVNI, llevaron a cabo una búsqueda submarina en la zona junto al buzo local David Cvet, quien se involucró en la indagación cuando se generó el incidente, en 1967.
Burbujas y espuma amarilla
Antes de ir de lleno al desarrollo de la investigación, vale apuntar que Shag Harbour es una pequeña villa de pescadores que se encuentra a lo largo de South Shore en Nueva Escocia, una de las varias del municipio de Barrington, Shelburne County.
Tiene una población de aproximadamente 400–450 personas. Las principales ocupaciones se centran en la extracción de langosta.
Shag Harbour tiene una tienda, una posada, oficina de correos, dos muelles, dos iglesias y el museo Chapel Hill.
Es de hacer notar que, en su momento, los testigos indicaron a la policía que un pequeño “avión”, se había precipitado en el puerto. Sólo burbujas y “espuma amarilla” fueron encontradas en el agua por los pescadores y rescatistas cuando llegaron al presunto lugar de hundimiento.
La investigación Cousteau
Los nietos de Jacques llegaron a la zona con la pretensión de hallar los restos del presunto OVNI y en una primera intervención se sumergieron en la zona del hundimiento de la misteriosa nave, hasta una profundidad de 20 metros, junto a Cvet que los guiaba, pero no detectaron rastro alguno, motivo por el cual al regresar del operativo decidieron escanear un sector más amplio, no logrando resultados valederos.
Entrevista
Céline y Fabián advirtieron que debían trabajar en una zona de escasa visibilidad y optaron -antes de concretar una segunda expedición submarina-, por lograr testimonios que sirvieran para reducir el perímetro de la búsqueda y para ello entrevistaron a Norman Smith, uno de los testigos que vivió la caída del OVNI desde el mar y dio cuenta del suceso a las autoridades como si hubiera visto un accidente.
“Vi luces bajo el agua que se desplazaron unos 200 metros hacia la costa para desaparecer”, relató Smith.
Hay que hacer notar que se comprobó la imposibilidad de la caída de bengalas y otro de los indagados –el geólogo local Gordon Fader-, dio cuenta de “una luz que recorrió 20 kilómetros a nivel de la costa”, lugar que también fue escaneado, sin resultados alentadores.
Marea floja
Fabián y Céline decidieron entonces a bucear en determinada coordenada marina, donde habitualmente hay marea floja, pero no visualizaron anomalías, excepto que se sorprendieron ante el hallazgo de una depresión distinta del escenario submarino de la zona, la que tenía una forma circular, en un perímetro de 6 metros. Luego emergieron debido a que sólo tenían 24 minutos antes de quedarse sin oxígeno. El lugar había sido previamente escaneado y fotografiado, advirtiendo las grandísimas langostas que se resguardaban de la corriente, en torno al círculo.
La sumersión posterior se hizo en forma separada y contra la corriente, logrando una visibilidad de sólo 40 metros para evitar que, si un buzo se pierde, puede ser detectado por otros buzos mediante la emisión de las burbujas.
Nuevamente no obtuvieron resultados que justificaran el esfuerzo submarino.
Tras recibir datos de que los “círculos anómalos”, podrían haberse corrido, se decidió la utilización de una tecnología superior y se descendió hasta 25 metros por 25 minutos. Nuevamente, la respuesta positiva a la búsqueda no se logró.
Avistamiento aéreo
“Estaba piloteando un avión comercial desde Nueva York a Londres, cuando junto con el resto de la tripulación avistamos cinco luces en formación que se acercaron al avión. Desde la torre de comunicaciones nos dijeron estaban en el radar, a las 11”, declaró el entrevistado de Céline y Fabián, quién agregó: Aceleró y desapareció en el espacio”.
Otro entrevistado, Chad Harris, acercó a los nietos de Jacques, archivos que permitían establecer que en la zona de la aparición del OVNI hubo un centro de coordinación de submarinos soviéticos y hasta se detectaron 6 destructores.
Harris dio cuenta de los archivos secretos e informó que “buzos bajaron luego en la zona y advirtieron actividad submarina consistente en varios seres reparando OVNIS. Cuando comunicaron lo que estaban viendo a sus superiores, les ordenaron ascender de inmediato y “no interferir”.
Posteriormente el sector fue ocupado –al parecer-, por buques de la Marina de EE.UU y de Canadá, pero las operaciones se mantuvieron en secreto.
Se decidió una nueva sumersión donde estuvieron buzos estadounidenses y canadienses, apoyados por los aludidos destructores, lo que fue calificado como “una enorme operación” por parte de Harris.
Precisamente Harris aportó datos secretos e incluso mencionó que las fuerzas militares habrían escuchado voces de radio desconocidas.
Sin embargo, la operación de búsqueda se dio por terminada, en razón de no lograrse evidencia submarina OVNI que sustentara la prosecución de la investigación.