Los prehumanos tenían más habilidades para navegar
Al parecer, los ancestros prehumanos se internaron en el mar mucho antes que lo que cualquier científico sospechó.
Y la presunción se habría generado tras profundizar descubrimientos que se generaron en la isla de Creta. Los arqueólogos efectuaron la deducción a partir de herramientas de piedra encontradas allí y que tendría, cuanto menos 130 mil años de antigüedad, lo que es una evidencia de los primeros viajes marítimos de los que se tiene conocimiento en el Mediterráneo y expone las habilidades marítimas de las culturas prehumanas.
Creta es una isla desde, al menos, 5 millones de años, lo que implica que quienes primero la habitaron llegaron a bordo de embarcaciones y ello implica retroceder, al menos, 100 mil años la historia de los viajes en el Mediterráneo, según estudiosos de la Edad de Piedra.
Varios artefactos fueron facilitando la deducción de que con anterioridad la gente había llegado a Chipre y algunas otras islas griegas, e incluso a Cerdeña, no antes de 10.000 años.
Lo ya comprobado fehacientemente, está referido a el viaje marítimo más antiguo mediante la migración por mar del Homo Sapiens anatómicamente moderno a Australia, hace 60.000 años y a la isla indonesia de Flores, donde homínidos llegaron por mar a nuevos territorios.
En Creta, los arqueólogos hallaron herramientas y notaron que el estilo de las mismas sugería que podrían tener hasta 700 mil años de antigüedad e incluso señalaron que “parecen herramientas de la tecnología conocida como Achelense, que se originó en poblaciones anteriores a las humanas en África.
Dos mil artefactos de piedra, entre ellos dos bifaces[1], fureron recolectados en la costa sudoeste de Creta, cerca de la población de Plakias, por un equipo conformado por Thomas Strasser y Eleni Panagopoulou, que se desempeñaba en esos momentos en el Ministerio de Cultura griego, mientras que Strasseer provenía de la Universidad de Providence, en Rhode Island, donde se desempeñaba como profesor asociado de historia del arte.
En esa investigación, según Jhon N. Wilford, contaron con la ayuda de arqueólogos y geólogos griegos y de Estados Unidos, estos últimos de la Universidad de Boston.
Se hallaron cuchillas, puntas de lanzas y de flechas, típicas de los períodos mesolítico y neolítico, traídos desde Oriente Medio a Europa y Asia, tras cruzar Turquía.
Los hallazgos sugieren que no estuvieron confinados a rutas terrestres y permiten hacer creíble la posibilidad de migraciones desde África a través del Estrecho de Gibraltar hacia España.
La costa sur de Creta, donde se hallaron artefactos, está a 320 kilómetros de África del Norte, utilizando islas griegas para cumplir diversos tramos.
Colonizadores prehistóricos tenían más recursos
Arqueólogos japoneses quisieron recrear un viaje de hace 30.000 años, en plena Edad de Piedra, recorriendo la cadena de islas Ryukyu (o Nansei), el archipiélago más meridional de Japón. Pero no pudo ser.
Su balsa, una réplica construida utilizando tecnología paleolítica, no alcanzó el objetivo final, debido a que las corrientes marinas más grandes del mundo han sido obstáculo insalvable para ese grupo de investigadores, quienes utilizaron un bote de madera basado en un modelo encontrado en China y en Japón, que se remonta a 8.000 años.
Los primeros pobladores de las islas Ryukyu navegaron hace entre 50 y 30 mil años. Expertos estiman que las balsas de bambú fueron la embarcación más utilizada por los primeros navegantes de la costa del Pacífico occidental, ya que son de fácil construcción con materiales locales y herramientas de aquella época. Así podían viajar hasta 800 kilómetros, según un estudio de la revista Antiquity.
La embarcación de los arqueólogos, del Museo Nacional de Naturaleza y Ciencia de Japón, no logró atravesar la corriente a la que había sido expuesta y cuando intentaron mejorar la construcción, tampoco tuvieron éxito, con lo que quedó en la idea de los científicos que“los marineros de la Edad de Piedra tenían mejor tecnología naval”.
Sólo resta agregar que hace unos 50.000 años, el Homo Sapiens comenzó a colonizar islas en todo el Pacífico occidental. Este hecho marca las primeras travesías repetidas, y aparentemente planeadas, de nuestra especie a través del mar. Sin embargo, cualquier evidencia de la tecnología marítima que hizo posible estas aventuras se ha perdido hace mucho tiempo.
Los arqueólogos que experimentaron tuvieron que recurrir a fuentes alternativas para encontrar evidencias de estos viajes. En las últimas décadas, por ejemplo, se apostó por una serie de marchas experimentales, utilizando recreaciones de naves paleolíticas para probar su viabilidad.
El último intento, promovido por el Museo Nacional de Naturaleza y Ciencia en Tokio y el Museo Nacional de Prehistoria en Taiwán, comenzó en 2013.
La culminación del proyecto fue la del crucero de Kaifu y su equipo a través de los 1.200 kilómetros que forman la región de las islas Ryukyu. Para construir su balsa usaron herramientas de piedra que se encuentran en la región y son capaces de cortar y trabajar el bambú. Además, se basaron en la experiencia del pueblo Amis de Taiwán, que continuó utilizando barcas de este material para la pesca costera hasta hace poco.
Los especialistas que nos ocupan trabajaron para construir, en 2017, una barca que tenía 10,5 metros de largo y estaba tripulada por cinco kayakistas de mar profesionales y semiprofesionales. Tras 14 horas de navegación, en las que recorrieron unos 80 kilómetros, tuvieron que dar la vuelta y regresar a puerto.
El obstáculo que les había cortado el paso era Kuroshio, Corriente Negra, en japonés. Esta comienza frente a la costa oriental de Taiwán y fluye hacia el noreste, donde se funde con la deriva oriental de la corriente del Pacífico Norte. Pero no se dieron por vencidos y construyeron una nueva balsa más ancha, más ligera y más dura.
La nueva barca tampoco logró cruzar la corriente. Estuvo claro que los marineros de la Edad de Piedra de Asia Oriental, que hicieron este viaje por primera vez, tenían una tecnología naval más avanzada que la simple balsa de bambú, reconocieron los arqueólogos que participaron en el proyecto.
Esta segunda decepción, aun así, no supone el fin del estudio, diseñado para tener una mejor imagen del Homo Sapiens paleolítico y es por eso que se está trabajando en un nuevo diseño de canoa.