Cuestión de sentido común
Omar Perotti se debate entre los daños colaterales de la pandemia y las arremetidas de su Ministro de Seguridad cumpliendo la consigna gubernamental del “mani pulite” santafesino.
Un ex Ministro, buena persona y respetado dirigente peronista, José Ignacio Weber, solía repetir como muletilla: “el sentido común suele ser el menos común de los sentidos”, quizás porque, al igual que el realismo, tiende a convertir a las personas que lo aplican en seres pesimistas, por lo cual se opta por el voluntarismo –o la negación lisa y llana de la realidad – a manera de anticuerpo. El problema sobreviene cuando quienes tienen la responsabilidad de conducir adoptan esas posturas.
Los lectores de estas líneas recordarán que hace un tiempo preveíamos que el hastío por una cuarentena mal gestionada, peor aún, abusada políticamente por el gobierno nacional, podría terminar en un peligroso fracaso, cuyos coletazos sociales serían de consecuencias ya imaginables.
El “rosariazo” gastronómico del sábado por la decisión gubernamental de cerrar los establecimientos del rubro desde las siete y media de la tarde en esa ciudad, no debería extrañar: el gobierno les avisó el viernes a la tarde a quienes ya tenían todas las provisiones compradas, que a partir del sábado no trabajarían.
¿Es necesario insistir que a esta altura, salvo las personas en riesgo, el resto de la sociedad le teme más a los estragos económicos que al sanitario?. Todas las medidas que se tomen deben ser minuciosamente sopesadas.
“Que se vayan todos”
Hace tan solo una semana advertíamos, luego de la marcha del “17A”, lo que horas más tarde comenzarían a replicar a modo de latiguillo los “grandes medios” y periodistas “formadores de opinión”, y que culminara con la lisérgica verborrea no exenta de cierta dosis de realismo del ex Presidente Duhalde: “que se vayan todos”.
¿Tanto les cuesta a los gobernantes ver la realidad?. ¿Aguardan a que se la describan los encuestadores?. Si rondasen más seguido la feria del barrio y escucharan menos a sus sopladores de oídos por conveniencia, seguramente tomarían decisiones más “realistas”.
No vamos a confrontar con los epidemiólogos, virólogos, inmunólogos y demás disciplinas médicas afines que aconsejan a los funcionarios cómo manejarse con el SARS-COv-2, pero “la realidad es la única verdad”: arrancamos demasiado temprano con la cuarentena, ó la prolongamos innecesariamente antes de salir a buscar con testeos al virus, para esta parte del globo terráqueo el más anunciado de la historia. Hoy estamos con los mismos niveles de contagio que España, el Presidente ya no muestra más cuadros, la economía agoniza, y el nivel de hastío de la sociedad la pone al borde de la desobediencia y la insurrección.
Perotti y el “mani pulite” santafesino
Junto con los cada vez más frecuentes contagios por COVID, al gobernador Perotti le aparecen los efectos secundarios de la extrema terapia aplicada para atacar lo que atronadoramente prometió el 11 de diciembre: combatir la enquistada corruptela en la policía y sus ramificaciones en la justicia y la política.
El sociólogo, académico y frenético Ministro de Seguridad Marcelo Saín fue la persona elegida por Omar Perotti para tan determinante faena que lo deberá distinguir en la historia. De las cuentas austeras, porque no mezquinas, y acumulativamente en orden se ocupa el experimentado orfebre Walter Agosto. Saín y Agosto. Los dos puntales del gobierno provincial.
Saín no anda con miramientos ni sutilezas a la hora de hacer su trabajo. El escandaloso devenir que terminó en el desplazamiento del jefe de policía Víctor Sarnaglia, a quien Saín nunca terminó de asimilar en su estructura, pese a que el Gobernador lo había ido a buscar personalmente a su casa para el cargo, provocó que una sesión de Diputados aparentemente tranquila, se convirtiera de pronto en un volcán en erupción que terminó proyectando al jefe de la bancada radical y ex ministro de seguridad Maximiliano Pullaro quien, como lava encendida luego de sentirse aludido por el peronismo, arrasó discursivamente con la política de seguridad del gobierno.
“Los santafesinos nos sentimos frustrados y decepcionados por quienes hicieron de la paz y el orden el eje de su campaña electoral, y hoy no pueden dar ninguna respuesta”, resaltó Fabián Bastía, compañero de bancada y de ruta política de Pullaro; mientras que otro radical, en este caso ubicado en la vereda de Juntos por el Cambio, Alejandro Boscarol, le pidió al peronismo que “en lugar de tanta telenovela se pongan a gobernar”.
El peronismo respondió enérgica y orgánicamente a través del Partido a los dichos de Pullaro (quien habló de un “desgobierno en las fuerzas policiales”) subrayando que “claramente a las fuerzas policiales las conduce Omar Perotti” bajándole un cambio, dicho sea de paso, a Saín. El diputado Busatto replicó que “si hay una gestión que fracasó en seguridad, fue precisamente la del Frente Progresista”.
Los tiempos que vienen serán epidemiológicamente complejos y socialmente delicados. Las decisiones que tomen los gobernantes deberán ser de precisión quirúrgica. Sería terrible que Duhalde hubiese tenido razón.