La deuda no puede paralizar el accionar político del Gobierno
El mundo vivió su lunes negro. La pantalla del mundo, Wall Street, se apagó. ¿Por qué llegamos a esto? Sin lugar a dudas es un momento de inflexión. Argentina no es una isla. Coronavirus. Precio del petróleo a la baja al igual que el de los commodities, con el enrarecimiento de la relación entre el campo y el Gobierno golpean fuerte. Entre otras cosas, por el destino de Vaca Muerta. La OPEP se rompe en el peor momento: desde la guerra del Golfo en 1991 que no se registraban precios como los conocidos ayer. La Argentina tiene además problemas criollos. Una deuda externa inmensa, sobre la cual debe arribarse a una negociación sostenible, en un contexto mundial adverso. Una recesión que se viene extendiendo en el tiempo. Mucha pobreza. Buena dosis de incertidumbre mundial. Buena dosis de incertidumbre argentina. A 90 días de iniciada la gestión de Alberto Fernández, el Gobierno presenta complicaciones previsibles y lógicas, y otras creadas.
El campo aparece como campo de acción de la política de los unos y los otros. Más allá de la justicia o injusticia del aumento de las retenciones, se está librando una batalla política que tuvo definición en octubre de 2019. El presidente Fernández fijó sus prioridades cuando asumió su mandato. Que los que más tengan -¿el campo es sólo el que más tiene?- hagan el mayor esfuerzo. La Mesa de Enlace la semana pasada tras negociaciones con el Gobierno había salido no satisfecha, pero sí con un puñado de logros en la mano. No figuró en su agenda post reunión la realización de medidas de fuerza. La decisión fue modificada cuando los autoconvocados la sobrepasaron y decidieron, de acuerdo con aquel viejo apotegma, que “con los dirigentes a la cabeza, o con la cabeza de los dirigentes”. Primó la idea de que no se los lleven puestos. Octubre se hizo marzo, la grieta sangra. Y otra vez el campo de acción política la ensancha. ¿Era necesario? ¿Nadie maneja a los autoconvocados? Lo cierto es que su accionar engorda lo peor de este Gobierno: sus extremistas verbales. ¿Nadie lo previó?
El aborto, otro tema absolutamente conflictivo, agrava la situación. Para resolver un problema de “progresismo porteño” versus “interior conservador retrógrado”, el Estado propicia matar. ¿No alcanzaba con la despenalización? ¿No vio el Presidente una ecografía con tres meses de gestación? Se pueden reconocer manos y pies, el latido del corazón, la columna vertebral, la cabeza… quién sabe, de poder nacer, si en un futuro no podría ser aspirante al sillón de Rivadavia. Esto sólo si tiene la posibilidad de nacer, que es su primer derecho.
Pregunto: ¿cómo llegamos a esto en 90 días? ¿Por qué?
¿Por qué el ámbito de la Basílica de Luján, protagonista de un abrazo histórico, antigrieta, esperanzador para los argentinos, entre Alberto Fernández y Mauricio Macri, tres meses después quedó sesgado?
¿Ha evaluado el gobierno nacional, que de aprobarse su ley, puede ser utilizada como método anticonceptivo, donde se pidan por igual pastillas, preservativos o abortos? El énfasis del presidente Fernández debería estar en la educación en valores, génesis y razón de ser de toda superación social.
En 90 días de gobierno, el Presidente, quien fue reconocido por propios y extraños como un dirigente político negociador y pragmático, desorienta dado que, en momentos de crisis internacional por la cual debe transitar su gestión, donde el crecimiento mundial se desacelera según el FMI del 3.5 al 2.5%, supedita la aparición de un plan económico al acuerdo por la deuda externa. La deuda no puede paralizar el accionar político del Gobierno. Hay que tener muy presente que Alberto Fernández sabe jugar al límite. Así como también que le cuesta negociar con sus aliados, especialmente con una personalidad desbordante como la de su vicepresidenta.
Si de pragmatismo hablamos, el mismo Alberto Fernández que no veía con buenos ojos un acuerdo Mercosur-Unión Europea ha instruido a su Canciller para que este jueves se realice una reunión donde ya han confirmado su presencia cuarenta cámaras, con las que consensuarán acuerdos productivos de comercio vía Mercosur, Unión Europea, Canadá, EFTA (Asociación Europea de Libre Comercio), Corea, Israel, Centroamérica. Esta reunión será presidida por Jorge Neme, secretario de Relaciones Internacionales de Cancillería, cerrando el ministro de Relaciones Exteriores Felipe Solá. Este gobierno ha decidido, a diferencia del anterior, discutir el contenido de los acuerdos con las partes involucradas.
Para salir de esto, una vez más la receta es más y mejores políticas.