Los viajes del Presidente y la sorpresa por las declaraciones de Macri

Alberto Fernández, en forma rápida y eficaz, ha logrado en 40 días subir su gobierno a la política internacional. A diferencia de Cristina Kirchner, el Presidente tiene claro la importancia de dialogar con los actores del mundo que deciden las políticas que impactan en el país. Mañana emprende su segunda gira la cual se amplió en estos días con un encuentro con la canciller Angela Merkel para el 3 de febrero, luego de reunirse con el papa Francisco, pasar por Roma, Francia y España. En los encuentros internacionales que mantiene, el presidente Fernández no pierde de vista su objetivo: conformar una masa crítica para solucionar en la brevedad que los tiempos imperantes lo posibiliten, el tema de la deuda.

Tal vez el primer resultado de su viaje a Israel haya sido el guiño que Trump le hizo al gobierno argentino, al no aplicar aranceles a los productos derivados del acero y aluminio.

Los funcionarios del FMI siguen viendo como positivas las primeras medidas del gobierno argentino para estabilizar la economía; no obstante, la duda pasa por la ausencia de un programa general que posibilite la negociación. Ante esto, el presidente Fernández puntualiza: “que no salgamos a decirlo públicamente no significa que no tengamos claro hacia dónde vamos. Sucede que todo esto sólo lo manejamos Guzmán y yo” . A propósito del ministro de Economía, al cierre de este análisis explicaba en rondas reservadas en Nueva York, en un lapso de 48 horas, los lineamientos generales del rumbo económico y el posicionamiento para la renegociación de la deuda, tanto ante autoridades del FMI como acreedores privados.

A su regreso, el Congreso estará tratando el proyecto de ley que respalda la renegociación de la deuda pública y lo blinda legalmente en la negociación. Los gobernadores, sin distinción partidaria, solicitan la incorporación de sus provincias a los beneficios de la nueva ley.

En cuanto a la política doméstica, las declaraciones de Mauricio Macri causaron, cuanto menos, sorpresa a propios y extraños. El ex Presidente reconoce no haber logrado eficacia en las políticas que implementó y realiza un mea culpa inconsciente, dado que, desde la conciencia responsabiliza a otros de los errores de su gestión. Sus dichos no sorprendieron al radicalismo. Un encumbrado dirigente de la UCR me decía: “Siempre fue una relación difícil con la UCR, disimulada en su momento por la responsabilidad común de gobernar. Pero somos muy distintos. Y eso se reflejará en los próximos pasos de Juntos por el Cambio”. Lo consulté sobre si se ponía en riesgo la unidad, ante lo cual me contestó: “No, pero sí habrá fuertes pujas por liderar el espacio”. Lo que más sorprendió a esta cronista fue la sentencia con que me despidió: “Si Macri lo quiere protagonizar sufrirá un gran desgaste”. Este dirigente armador de Cambiemos parece invitar al ex Presidente a mantenerse prescindente del actual momento.

En cuanto a la política energética, Argentina aún fluctúa entre quienes desean inversiones para energías renovables, hidráulica o nuclear; y quienes pujan para que estas fortalezcan sectores de gas y petróleo. En estas últimas está Vaca Muerta. Pregunto: ¿es imposible transitar ambas?

Igual que con Lionel Messi, Argentina es el único país del mundo donde se discute el potencial de Vaca Muerta y por razones parecidas. No nos basta que Messi sea el mejor jugador del mundo: queremos que nos resuelva él solo todos los problemas. Vaca Muerta tiene un enorme potencial (un orden de magnitud mayor que la recuperación terciaria, el gas convencional o las energías renovables), pero necesita estar inserto en una política macroeconómica, una política energética y una política petrolera coherente de largo plazo.

Tal vez el ejemplo que deberíamos contemplar es el implementado por los norteamericanos: exportar petróleo fundamentalmente de la zona de Vaca Muerta con gas asociado. De esta forma el país adquiere los dólares de la exportación del petróleo y al mismo tiempo un gas de costo mínimo – ya que hay que extraerlo para producir el petróleo- para abastecer a precios muy reducidos a la industria, la energía eléctrica y los usuarios residenciales de la nación.

Es probable también que las actuales turbulencias, renuncias e intrigas en la Secretaría que conduce Lanziani no se produjeran si existiera en el Gobierno (ministerios, secretaría e YPF) un plan integral de mediano y largo plazo con un equipo homogéneo, técnicamente preparado y que fuera ordenador de los distintos intereses que rodean este sector clave para el desarrollo del país.

En definitiva, el país reclama a gritos un plan económico, social y productivo de largo plazo, integrando la industria privada y el sector público, incluyendo a los distintos sectores sociales. En síntesis, lo que la vieja tradición peronista llamaba planes quinquenales.

Otro desafío para el gobierno de Alberto Fernández tiene que ver con el inicio de las clases. En cuanto a esto, el ministro del área Nicolás Trotta no precisó si hay avances al respecto, pero sí confirmó que este próximo jueves será la reunión con los gremios docentes para tratar la resucitada paritaria nacional del sector. Sergio Romero, hombre de la CGT y titular de la UDA, tuvo una férrea constancia en su activismo nacional e internacional para que esto ocurriese. Me decía: “Vamos a intentar sacar a los docentes de la pobreza, hoy el básico es de $ 20.250 y para no ser pobres se necesitan $38 mil. También queremos y debemos tratar la gran deserción escolar que se observa a lo largo y ancho del país, ligada a la desocupación y pobreza que vivimos”.

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María Herminia Grande

Periodista. Analista política