La teoría conspirativa del Nuevo Orden Mundial: Golpes de Estado en Latinoamérica

Al parecer, tras ser informado del derrocamiento de María Estela Martínez a través de la Operación Bolsa, el 24 de marzo de 1976, Henry Kissinger aprobó y respaldó las operaciones psicológicas y de infiltración política que luego se conoció como –guerra sucia-, promovida por la Junta Militar de Videla, Massera y Agosti.

Como resultante de ello fue considerada su complicidad en el complot e instigación a la privación ilegítima de la libertad y muerte de opositores, gajes kissingelianos de la diplomacia secreta.

La Operación Bolsa

Al hacerse realidad la operación enunciada, Isabel Martínez Cartas de Perón fue eyectada del poder. En un helicóptero, junto a su secretario privado Julio González fue trasladada –mediante engaños-, al Aeroparque donde la esperaba el general Villarreal junto al brigadier Lami Dozo y el contralmirante Santamaría. Este último le comunicó su arresto y le retiró el revólver que llevaba en la cartera.

Isabel ofreció, como salida institucional a los militares, la conducción de 4 ministerios y el cogobierno del Congreso. Sin embargo, a las 3 de la madrugada, en el avión presidencial Patagonia, la ya expresidenta fue conducida hacia la residencia “El Messidor”, bajo un cielo estrellado, con un clima destemplado y con el telón de fondo del ruido de las aspas del helicóptero.

Esa misma madrugada, delegados militares del gobierno citaron en el Comando de Ejército a representantes de medios de comunicación para acordar “la colaboración” al régimen, oportunidad en la que en una reunión, llena de tensión, los enviados de la cúpula militar entregaron una serie de normas generales para una “mejor intermediación” entre la prensa y la población.

Así, se iniciaba un proceso de aliento a la autocensura y se convino una comunicación constante para señalar, diariamente, los límites y líneas de la información en pos de preservar “la seguridad del Estado” y aprovechar la influencia de la prensa.

Habría sido un mecanismo ideado por el periodista Ted Lurie, director del Jerusalem Post, con el que se creaba un mecanismo de censura consentida por los censurados.[1]

El dispositivo ideado estipulaba que las diferencias conceptuales entre la prensa y el gobierno podían ser dirimidas ante una especie de Tribunal de Apelaciones, constituido por un delegado oficial, otro del medio de comunicación involucrado y un componente de la comunidad desde ya, a todas luces, inexistente.

Los contactos no se hicieron nunca realidad, a excepción de algunas notas admonitorias, enviadas por la cúpula militar. Sí hubo llamados telefónicos para advertir sobre “comunicaciones nocivas” hasta que el 22 de abril de 1976 se impartió un instructivo verbal de la Secretaría de Prensa, a través de la cual se prohibía la impresión de informes, comentarios y referencias a episodios relacionados con intervención de subversivos, en los que se hubieran hallado cadáveres, secuestro de personas y desapariciones, así como asesinatos de militares y policías, a menos que tales hechos constaran en partes oficiales.

El mismo 24 de marzo del 76, -vale subrayarlo-, Kissinger envió el telegrama 071677 con su firma en el que sostuvo: “Los problemas derivados y ligados a las inversiones serán minimizados, debido a la favorable actitud de la Junta con el capital extranjero”.

El mismísimo Kissinger advirtió que el gobierno militar, entre 1976 y 1978 hizo lo indecible por hacer descender los salarios industriales en su valor real, pasando del 57,7 % al 28,3%, mientras la deuda externa crecía en un 50%, pasando de 5.189 millones de dólares a 8.357 de la misma moneda. Podríamos seguir abundando sobre cifras, pero no es el objeto de esta columna.

Sí podemos señalar que Maxell Chaplin, segundo jefe de la misión norteamericana en Buenos aires se tomó de la cifra del 175% de inflación anual –que descendía de un 400%, para justificar el envío del Telex 241235 z, del 23 de julio de 1976, en el que hacía mención a las críticas de Massera y Suárez Mason a Martínez de Hoz, debido a la caída de la demanda y la recesión.

En su momento, el titular de la embajada norteamericana Hill hizo su aporte telegráfico -Telex 071649z- en el que portaba su visión económica y militar con un objetivo de máxima: La no proliferación de tecnología de armamento nuclear y la relación Argentina –alimentos y su injerencia a nivel mundial.

La Operación Bolsa continuó el 25 de marzo de 1976, a las 10.45, en el Edificio Libertador oportunidad en la que asumía la Junta Militar y el mando de la Nación era tomado por la trilogía Videla-Agosti-Massera, quienes juraron colocando su mano derecha por el Acta del Proceso de Reorganización Nacional que suprimía el Congreso, la Corte Suprema y los cargos ejecutivos nacionales, provinciales y municipales. A los 60 días operaba un vencimiento de la deuda externa, que alcanzaba entonces a 1.100 millones de dólares.

A cinco días de la Operación detallada los militares habían sufrido 12 bajas, 6 de las cuales pertenecían al Comité Central, mientras que las restantes correspondieron a las áreas de Logística y Contención. Del total 7 se produjeron en enfrentamientos y 5 fueron capturados vivos.

La inteligencia norteamericana, en relación con la Operación Bolsa, desclasificó 125 documentos que habían sido generados en la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires, habiendo sido recibidos en el Departamento de Estado. Esos informes contendrían detalles del accionar del Estado argentino en los meses previos y posteriores al golpe del 76.

En una investigación publicada por el suplemento Zona del diario Clarín, se indicaba que “en los documentos se describe, con distanciamiento impasible, pero con un innegable involucramiento, “el comienzo de una tragedia colectiva”.

Los espías norteamericanos presagiaban en sus informes un año de sangre y en el Departamento de Estado estadounidense se analizaba como enfrentar la cuestión mientras se apoyaba, en paralelo, el plan económico de Martínez de Hoz, auspiciado por la Junta.

El ex secretario de Estado Kissinger frustró los intentos de su país de detener lo que podrían ser calificadas de “matanzas” de la dictadura (1976-1983) al felicitar a la Junta Militar por “eliminar” el terrorismo.[2]

Documentos desclasificados que salieron a la luz demuestran la muy buena relación Kissinger-dictadores argentinos, lo que sirvió para poner trabas a los intentos de Jimmy Carter de influir en el régimen durante su presidencia desde 1977 a 1981.

Funcionarios de Carter se enfurecieron cuando Kissinger viajó al Mundial del Fútbol de Argentina en 1978, como invitado especial del dictador Jorge Rafael “Videla”, aunque el invitado ya no trabajaba para el gobierno de EE.UU, “pero los archivos prueban que los diplomáticos estadounidenses temían que sus elogios a la dictadura incrementaran las muertes”, según la Casa Blanca.

Uno de los documentos desclasificados indica:“Los elogios de Kissinger al gobierno argentino por su campaña contra el terrorismo fue la música que los militares querían escuchar”.

Y ya que aludimos a Carter, es preciso acotar que se hizo cargo de la Casa Blanca el 20/01/77 y que tomó como estandarte de su gestión la defensa de los derechos humanos en la región, a pesar de la contraofensiva interna que sufrió por parte de su Departamento de Estado e incluso de la propia CIA, la que –al parecer-minaba su nueva política.

Muchos argentinos recordarán al por entonces subsecretario de Asuntos Interamericanos Terence Todman que se oponía –como mecanismo de oposición interna a Carter-, a la reducción económica de los programas de asistencia militar.

Enfrente tenía a Patricia Derian, la subsecretaria de Derechos Humanos del país del norte, quien sostenía que la solución estructural de la cuestión pasaba por la presión pública, sostenida y abierta a los dictadores, que la odiaban con toda su alma.

Derian era una especia del jamón del sándwich, ya que en Buenos Aires, el embajador Robert Hill bregaba a favor de Todman, al considerar que el accionar de este último no implicaba una injerencia en los asuntos internos de Argentina.

Carter decidió finalmente reducir la ayuda militar a Argentina, de 32 millones de dólares a 15,7 “por la persistencia del gobierno argentino en la violación de los derechos humanos” y votó en contra los préstamos del Banco Mundial que no estuvieran destinados a cubrir necesidades básicas insatisfechas.

Y ahí no terminó todo. Cuando el político activista y reformista, fundador del Movimiento Revolución y Cambio Hipólito Solari Yrigoyen fue liberado, el subsecretario de Estado Warren Christopher lo recibió en el Departamento de Estado, procediendo el propio Carter a entregarle a Jorge Rafael Videla una lista de desaparecidos. Luego el secretario de Estado de Carter, Cyrus Vance, reconoció a las Madres de Plaza de Mayo y Robert Hill, como era de esperarse, renunció, siendo reemplazado por Raúl Castro.

Posteriormente, Kissinger tuvo, incluso, una reunión privada con Videla, sin la presencia del embajador de EE.UU Raúl Castro, en la que discutieron temas de derechos humanos y la política de asuntos exteriores del presidente del partido Demócrata. Un cable secreto revela que “Videla arreglo todo para que Kissinger y el intérprete llegaran media hora antes que el embajador.[3]

Castro, escandalizado por el comportamiento de Kissinger escribió a Washington un extenso cable secreto preocupado por los encuentros del primero y “sus apreciaciones elogiosas a la Junta que podrían ayudar a justificar un endurecimiento de su postura frente a los derechos humanos”.

En estos párrafos referidos a documentos desclasificados es imperioso advertir que en un momento dado el gobierno e Carter consideró pedir al Papa Juan Pablo II que interviniera ante los dictadores.

Un cable “confidencial”, de septiembre de 1980, explicitó que “la iglesia y el Papa tienen mucha más influencia aquí (en Roma-Italia) que el gobierno de los Estados Unidos y podrían ser intermediarios efectivos con el objetivo de volver a un Estado de derecho.”[4]

“El Vaticano podría ser el intermediario más efectivo ante las autoridades argentinas, que utilizan las desapariciones como táctica habitual”, agrega el cable.

Conspiración global

En el marco de la teoría conspirativa que estamos analizando, es preciso subrayar que la Junta Militar estaba obsesionada con que el consejero de Seguridad Nacional Zbigniew Brzezinski –nacido en Polonia-, dirigía una conspiración mundial contra nuestro país y para enfrentarla secuestró al periodista Jacobo Timerman.

La presión del gobierno de Carter obligó a que liberaran a Timerman, le quitaran la ciudadanía y lo expulsaran a Israel, donde a diplomáticos de EE.UU detalló las torturas a que fue sometido. Otro informe confidencial desclasificado de la Embajada de EE.UU en Tel Aviv, explicita que Timerman fue acusado de liderar una presunta conspiración sionista mundial”.

Interpelación y procesamiento

En los primeros meses del 2002, Baltasar Garzón, quien fuera juez español interpeló y concretó el procesamiento de funcionarios acusados de delitos contra los derechos humanos y el gobierno estadounidense rehusó la implicación.

Al perseverar Garzón en su accionar judicial, logró que se le retirara el premio Nobel que se le concediera a Kissinger en 1973, que compartió con el negociador vietnamita Le Auc Tho, el que no aceptó el galardón. Kissinger, con una increíble desfachatez, lo aceptó.

Los “santuarios” de Kissinger

En el mundillo de los analistas de temas de inteligencia, en su momento se señalaba que el funcionario nacionalizado norteamericano había rediseñado la aplicación de las que se denominaron “zonas invulnerables de seguridad” que se conocían con el nombre de “santuarios”, denominación utilizada al principio de la II Guerra Mundial.

En la CIA se lo habría escuchado decir: “los seres humanos cultivan el espionaje desde tiempos inmemoriales. Cualquier hombre escasamente avezado reconoce que el servicio de inteligencia es la segunda profesión más antigua, sin los escrúpulos de la primera. Los sujetos o grupos que experimentaron el poder se habituaron a prevenirse de sus antagonistas, sean reales o ficticios”.

Una cumbre sospechosa

Existe la sospecha que durante la alborada de la II Guerra Mundial, en una secreta latitud del orbe, fue celebrada una cumbre ultraconfidencial entre las “vacas sagradas” de la inteligencia estratégica y del espionaje a nivel internacional. Allí, se habrían reunido representantes de Gran Bretaña, EE.UU, la Alemania del III Reich, la URSS y Francia.

El propósito era el de establecer “zonas de seguridad por todo el planeta, en las cuales cualquier agente o espía era invulnerable mientras residiese dentro de los límites de esas demarcaciones, tanto en tiempo de guerra como de paz, por lo que el lugar era considerado inexpungnable, como un sitio de refugio, regido bajo el Ceremonial de la Rosa (la Hermandad de la Rosa) o (Brotherhood of the Rose), título de un filme protagonizado por Robert Mitchum y Peter Strauss, rodada en 1989.

El concepto fundamental de lo explicitado, presumiblemente, se originó durante el Medioevo, época en la que la rosa era el símbolo del silencio, no sólo en las congregaciones místico-religiosas, sino también en los encuentros secretos seculares[5], lo que era reconocido tanto por la Iglesia como por el Estado. Era un mecanismo que a los espías les permitía protegerse indefinidamente y sobrevivir, mientras que a las agencias de inteligencia les facilitaba su transfiguración como en el caso de la KGB, la CIA, el MI5, el M16, el MOSSAD, el KARAM, el BND (Bundesvachtendienst) y el SIS (Swiss Strategic Inteligence Service).

Son organismos que se manejaban como redes que operan como nodos que poseen vértices colaterales de un sistema centralizado.

Es obvio que los “santuarios”se transfiguraron en la actualidad y actualmente no son otra cosa que refugios físicos de seguridad, una especie de asilos de extremistas que viven como “ermitas” estatales en zonas inmunes destinadas a grupos rebeldes.

De esta manera, los “santuarios” no son otra cosa –en algunos casos-, que albergues religiosos, asentamientos de sectas urbanas y sagrarios facciosos y, vale apuntarlo, también son sedes de redes financieras globales, así como de escondites de talibanes y los HM (Hizbul Mujahideeen), y de los seguidores de la polémica doctrina Wahabí, que, me dicen, comparten una forma de puritarismo islámico mistificador de la “Guerra Santa”, a partir de una doctrina considerada extremisma, envuelta en un falso misticismo.

Kissinger y la Conexión Bilderberg

Desde el arranque del análisis de esta cuestión debemos dejar claro que las reuniones de la “Conexión Bilderberg Group” son de carácter privado.

Es por ello que la identidad de sus componentes sólo surge de los nombres que se han dejado trascender y de la BBC, que publicó un artículo titulado “Dentro del confidencial Grupo Bilderberg” y por un estudioso del “club”: Daniel Estulin.

Los trascendidos indican el análisis de temas específicos que permiten avanzar en cursos de acción estratégica, cuyas consecuencias son políticas y económicas de índole trasnacional, con implicancias diplomáticas y académicas. Dichas reuniones se realizan en mayo de cada año en hoteles de 5 estrellas, ubicados en capitales plutocráticas, como por ejemplo el Hotel Bilderberg de Holanda, ubicado en cercanías de Arnhem, donde habría habido un cónclave en 1954.

Los asistentes sólo concurren si tienen invitación previa y el número tope sería de 130, entre los que se cuentan empresarios, académicos y políticos.

¿Reuniones conspirativas?

Se dice que los habituales concurrentes han sido Paul Wolfowitz (Banco Mundial); Donald Rumfeld, -exsecretario de Defensa de Estados Unidos-, David Rockefeller; Alan Greenspan, Rodrigo Rato, ex director Gerente del Fondo Monetario Internacional; Jacques Chirac, expresidente francés; George Soros, magnate húngaro; la reina Sofía de España y el propio Kissinger, entre otros cientos.

Es habitual escuchar que el club que nos ocupa tendría coincidencias con la cofradía Skull y Bones, a la que oportunamente nos referiremos en estas columnas.

En su momento, Kissinger no atendió las advertencias “proféticas” del exgeneral Douglas Mc Arthur cuando le adelantó que no debía comprometerse en una guerra terrestre en Asia, ejecutada por miembros de Skull y Bones y los “Siete Cofrades”, junto a la red del “Poder Verdadero”.

Los predicadores del Nuevo Orden

El evangelista Pat Robertson indicaba, cada vez que podía, que “el ala derecha de los capitalistas monopolizadores está aliada a la izquierda bolchevique para apoderarse de EE.UU. y el propio George Bush –según sus seguidores-, que “se comunicaba directamente con Dios”, mientras que los misioneros de medios electrónicos arremetieron en su contra y contra aquellos que en su paranoia consideran enemigo de Norteamérica.

Su objetivo, como secta ultraoccidentalista, tiene como objetivo el exterminio del sistema espiritual de todo Oriente.[6]

Logias ultrasecretas

El politólogo Giole Magaldi fue criticado cuando en un libro de su autoría, señaló que más allá de las obediencias masónicas que son tan conocidas, hizo hincapié en que existían otras 36 super-logias supranacionales secretas, según señalaba Enrique de Vicente, en una publicación que dio a conocer en 2017, donde insertaba el Nuevo Orden Mundial en el marco del plan Illuminati.

En ese trabajo hizo de Vicente referencia a las logias Ur, Magaldi y Monte Sion, de Roma; en las que se repartían dirigentes de primera línea. Entre ellas figuraba Merkel, que según el autor participaba de la logia Valhalla o Parsifal, y estaría hermanada con Putin en la Golden Eurasia, mientras que en la Pan Europa militarían Christine Lagarde. También se mencionaba a Mario Draghi, quien estaría ligado también a la Logia Edmund Burke con Bush, mientras que en la Three Eyes estarían Brzezinski, el propio Kissinger y el apellido Lagarde vuelve a repetirse.

Por Internet abundan pistas sobre componentes de logias, pero no nos constan los datos. De Vicente advirtió en imágenes publicadas por importantes diarios europeos, a funcionarios haciendo un gesto utilizado reiteradamente entre los componentes de logias[7].

El gesto se extendió en la cultura pop hace más de cuatro décadas. Lo puso de moda Antón La Vey, fundador de la Iglesia de Satán y sus acólitos.

El gesto se hizo popular entre las bandas de heavy metal y las estrellas del rock lo adoptaron, ya que de Vicente remarcó que “escondían su fascinación por el ocultismo y el satanismo. Acabó por convertirse en una acción viral entre las estrellas. El gesto reactivó acusaciones de integristas y de amigos de las conspiraciones.

La ciudad de la iluminación

La iglesia católica, a través del Papa Francisco no habría aceptado una donación de 16.666.000 pesos a una fundación educativa que él apoya porque “no le gusta el número 666 y porque la consideró una broma de mal gusto.”

Francisco tiene una afición poco conocida por los acrósticos y la numerología.

Aquellos que piensan permanentemente en las conspiraciones, estiman que la ceremonia inaugural del Nuevo Orden Mundial está identificada con el reinado del Anticristo. Y que es propia de los Illuminati, saga a la que nos referimos en columnas anteriores.

De Vicente no deja de recordar en ese trabajo de 2017 que “aunque se traduce como 666 el Número de la Bestia, anunciada en el capítulo 13 del Apocalipsis, en otro manuscrito griego de ese libro, encontrado más recientemente, ese número es 616”.

A manera de conclusión de esta exposición, nos restaría agregar que la mayoría de los historiadores occidentales, la red del Nuevo Orden Mundial es un poder sigiloso de lo que se conoce como el Primer Mundo, esto es una red conspirativa contra la civilización pluralista, autodeterminada y consciente de su destino existencial y espiritual.

[1] La Voluntad, Volumen II. Eduardo Anguita y Martín Caparrós. 1976/1978. Editorial Norma. 1998.

[2] Uki Goñi. The Guardian. El Diario.ES. Pájaro Rojo.

[3] Ibiem. Uki Goñi. The Guardian. El Diario.Es.

[4] Ibidem

[5] Se repite cada siglo.

[6] Logias y cofradías en un plan maestro para el siglo XXII.Pablo Allegritti.

[7] Es un saludo con el que se apunta con los dedos índice y meñique, mientras los otros se repliegan: es el clásico gesto que se conoce como “los cuernos” y que otros dicen es el signo del diablo.

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Ricardo Marconi

Licenciado en Periodismo. Posgrado en Comunicación Política. rimar9900@hotmail.com