Seguramente hoy estaremos mejor que mañana
En Argentina, el axioma positivista “mañana estaremos mejor que hoy”, basado en la natural esperanza, ideales, exaltación del optimismo, y porque no de la Fe, que nos permite alivianar la carga de cada día ilusionados con un mañana mejor, se acaba con el ocaso del día. Y lo que es peor aún, anímicamente nos queda la amarga sensación de que hoy estuvimos mejor que mañana. Como si fuésemos un enfermo terminal.
¿Quién sabe qué pasará con “los mercados” este lunes?, ¿Y el precio del dólar?, ¿cuánta transfusión de reservas de dólares deberá hacer el BCRA – inútilmente por lo visto- a especuladores que difícilmente los dejen en el país, para evitar que la moneda norteamericana siga subiendo enloquecida como un barrilete sin cola. Y el presagio más tenebroso: ¿cuándo dejará de ser una “corrida cambiaria”, para transformarse en una “corrida bancaria”?. El cambio de categoría del huracán.
A esta altura de los acontecimientos, ni “los mercados” y tampoco la sociedad argentina, le creen a nadie: ni a Macri ni al dueto Fernández. Unos y otros aguardamos el trágico momento del impacto para evaluar los daños, recoger los heridos, algunos beneficiarse como siempre, y comenzar de nuevo como ocurriera, dicen los que saben, las ultimas 15 veces en los últimos 70 años.
De la misma manera en que el gobierno le erró de cabo a rabo con sus políticas económicas; y lo peor del caso, no quiso escuchar a quienes se lo advertían, (el día de mañana la justicia deberá investigar si además de indolencia no hubo dolo por el camino) y hoy anda como un barco al garete, la candidata a Vicepresidente Cristina Fernández no puede ilusionar, cómo hizo el sábado en La Plata, a sus férreos seguidores y angustiados argentinos, con la falsa idea de repetir un bienestar económico como ocurriera durante la gestión matrimonial Kirchner-Fernández.
Si lo peor está por venir, también será para ellos. Los “mercados” no tendrán piedad con nadie. Por lo tanto, lo que la Sra Fernández debería prevenirle a sus votantes, es que no se ilusionen con lo que, al menos hasta dentro de un largo tiempo, no vendrá: la bonanza del 2003-2009 y su secuela hasta el 2015.
Por estas horas, la sociedad advierte que en los simuladores de catástrofe de uno y otro lado especulan, de manera sádica, a quien le debería pegar para beneficio propio, el ojo de la por lo visto inevitable tormenta.
Si el dólar deberá “ajustarse a lo que debe valer”, como dicen los que saben, a menos que Macri imponga una dolarización, bimonetización u otra alquimia por el estilo, el “ajuste por híper devaluación” golpeará a uno o a otro.
El enigma es saber cuándo ocurrirá, si esta semana, la que viene, ó el 28 de octubre. Por las dudas, las fuerzas políticas – y parlamentarias – deberían estar en estado de alerta y lo más cerca posible del Congreso de la Nación.
Mientras tanto en Santa Fe…
El peronismo pareciera haber terminado con la dulzura, y le muestra a Miguel Lifschitz el hereje rostro de lo “por venir” (no del “porvenir”). Conflictos por doquier en el final de ciclo.
Omar Perotti, recluido vaya a saberse donde, ordenó que la transición – aquí legalmente constituida – sea lo más “crudamente transparente” posible. El rafaelino Gobernador electo cree que no debe asumir el 10 de diciembre envuelto en lo más parecido a un caos financiero, (sus allegados dudan que pueda afrontar el medio aguinaldo estatal de diciembre) mientras el gobierno saliente hace gala de sus logros, circunscribiéndole por otra parte los factores del triunfo sólo a la inseguridad.
En el recuerdo de la sociedad santafesina habrá dos caras del gobierno del FPCyS: la positiva de las obras realizadas, amén de otras virtudes de gestión; y la negativa de la deuda. La primera estará grabada con tinta, que por lo visto el peronismo quiere que se diluya lo más rápido posible, para que perdure en el inconsciente colectivo la segunda.
Sobre el filo del fin de semana se conoció un durísimo comunicado del Consejo Ejecutivo del Partido Justicialista, rubricado además por los intendentes y presidentes comunales, acusando al Gobernador Lifschitz – y la gestión toda del FPCyS- de comportarse lisa y llanamente como discriminadores para con las administraciones de signo peronista. Por ahora con las remesas de fondos del programa Obras Menores. Nadie salió a responder desde el Gobierno ni desde la coalición partidaria gobernante.
El escrito peronista fue el corolario de declaraciones aisladas y abundantes comentarios de pasillos. Seguramente será el inicio de una saga de reproches. Por lo visto Perotti quiere que todo lo que se diga sea de manera institucionalmente partidaria; a los fines de evitar posibles negociadores por su cuenta.
A cien días de la entrega del mando – y del poder – ¿se abroquelará el FPCyS en defensa de Miguel Lifschitz?.
La gestión del actual Primer Mandatario es la última de una docena de años en el poder de un frente político que deberá reinventarse para pelear por el regreso al gobierno en el año 2023, sea desde el poder territorial que tiene el radicalismo (en menor medida el PDP) como del político legislativo con 35 exponentes sobre 19 del peronismo gobernante a partir del 10 de diciembre.
Seguramente Miguel Lifschitz tomará nota de lo que hagan – o dejen de hacer – en los aciagos tiempos por venir, la tropa propia y sus socios políticos. ¿Irán en su auxilio o lo dejarán a merced de las fauces peronistas?.