Cambio de estrategia: Cristina critica el «capitalismo para ricos» de Macri y apuesta al «voto consumista»
Tras la crítica interna a la estrategia de Alberto Fernández, la expresidenta marcó la nueva comunicación, centrada en la promesa de una vuelta al consumo.
Fernando Gutiérrez/ IProfesional
Cristina descubrió que la antinomia que le dará mejor resultado es la de «capitalismo sólo para los ricos» –que estaría representado por el presidente Macri- versus un «capitalismo para todos», el del kirchnerismo.
«Yo soy mucho más capitalistas que ellos. Conmigo en Argentina había capitalismo y la gente se podía comprar lo que quería. Que no me jodan más con lo del capitalismo», dijo textualmente la ex mandataria, para el aplauso del auditorio, durante la última presentación de su libro «Sinceramente», en Santa Cruz.
Esa estrategia va en la misma línea del inesperado elogio a la gestión de Donald Trump. Cuando Cristina presentó en la Feria del Libro hizo una muestra de su picardía política para recuperarse de las adversidades. Hacía pocos días que se había producido la última crisis política en Venezuela, y el kirchnerismo sufría los reproches por su alineamiento con el régimen de Nicolás Maduro. Pero Cristina, en vez de condenar a Estados Unidos –algo que tal vez esperaban sus propios militantes- puso a Trump como modelo de lo que habría que hacer en Argentina.
Destacó que bajo su presidencia Estados Unidos había logrado el desempleo más bajo de los últimos 50 años, en el marco de «una economía que vuela», que lo había logrado fomentando el consumo y que se había enfrentado a la Fed cuando la entidad monetaria insinuó que quería subir las tasas de interés.
Y dio a entender que si el kirchnerismo volviera al poder, aplicará políticas similares a las de Trump, en el sentido de mantener un proteccionismo comercial, fomentar la industria nacional, bajar las tasas de interés y poner al consumo y al mercado interno como pilares del crecimiento.
Con su ironía característica, le recomendó a Macri hacer lo que Trump hace y no lo que dice: «Algunos se dieron cuenta que tenían que volver a generar trabajo industrial adentro del país para volver a generar riqueza. Sería bueno que aquellos que viajan tanto para allá y escuchan tanto lo que les dicen allá, imiten lo que hacen allá».
El contraste con un Alberto culposo
Es un planteo que se aleja del tono que estaba adoptando la campaña de Alberto Fernández, más concentrado en una estrategia defensiva que en instalar temas en la agenda.
Cuando Cristina volvió de Cuba, hace una semana, el candidato no se encontraba en su mejor momento: los sondeos venían marcando un retroceso, mientras él protagonizaba momentos de malhumor con el periodismo y gastaba su tiempo en dar explicaciones por situaciones del pasado.
Fue así que el macrismo, olfateando debilidad, se dedicó a ensanchar la fisura interna del peronismo, con mensajes de Miguel Pichetto a los intendentes del conurbano, al acusar de «marxista» a Axel Kicillof. Y Alberto respondió lo que el Gobierno quería: salió a defender a su candidato a gobernador y dijo que si lo que defendía Kicillof era marxismo, entonces él también era marxista.
Una discusión que, naturalmente, sólo le puede importar al pequeño núcleo ideologizado y que deja fuera a la gran masa de votantes de la Provincia, atenta a problemas mucho más actuales y urgentes que la doctrina que elaboró un filósofo alemán hace dos siglos, durante el auge de la revolución industrial.
Pero Cristina encontró la forma de aprovechar esa polémica en su favor. En su último acto, en Mar del Plata, dijo que la economía bajo el gobierno de Macri se parece más a la del bloque socialista soviético. Y citó la película «Good bye Lenin», que relata el estilo de vida en la República Democrática Alemana antes de la caída del muro de Berlín.
«No había marcas, había dos o tres tarritos y podías llevarte nada más que uno. Y un cachito de carne y nada más, porque la ración era tanto de carne, tanto de azúcar, tanto de harina. Y ahora en Argentina va la gente y te dice ‘me da 100 pesos de carne, 30 de pan’. Ahora está racionada la gente. Esto es un régimen no capitalista, donde la gente no puede comprar lo que quiere ni la cantidad que quiere», dijo la ex mandataria.
Aprovechó también para fustigar la aparición de marcas desconocidas en el marco del nuevo plan «Precios transparentes». «Durante nuestra gestión, los supermercados rebosaban de mercaderías todas de primeras marcas. Vos podías elegir si te llevabas esta gaseosa o aquella. Ahora, aparecen y proliferan marcas que nadie conoce: la Pindonga, el Cuchuflito… Y hasta te venden productos que dicen ‘producto lácteo’ en lugar de leche. ¿Esto es capitalismo?: no, no, no. Capitalismo era cuando estaba Axel de ministro de Economía, cuando la gente compraba y consumía».
Cuando Marcos y Claudia eran más felices
Estas intervenciones marcan a las claras que, tras la crítica interna en el kirchnerismo y el reproche hacia Alberto en el sentido de que «hay que hablar menos para Wall Street y la City de Buenos Aires y más para la gente», Cristina decidió marcar el camino, con el concepto del consumismo como valor a ser reivindicado.
En su última presentación de «Sinceramente» esgrimió el nuevo argumento, que no sólo está dirigido a su base militante sino, sobre todo, a los que votaron a Macri y están desencantados por la recesión económica. Por ejemplo, cuando calificó a su propio gobierno como «el más capitalista». (IProfesional)