Giuliano, Cavallero y la oportunidad del peronismo de volver a administrar la ciudad
En los últimos días, la interna del justicialismo rosarino ha desistido de proseguir en un predecible cauce monocorde para adquirir un tono beligerante de cara a las elecciones primarias, abiertas simultáneas y obligatorias del 22 de mayo próximo. Olvidando por un momento la inquietud actoral connatural a la política -o profundizándola, depende como se lo quiera ver-, ha decidido asemejarse minimamente a la realidad humana con discusiones, emociones y sentimientos varios; tornándola viva, calentando su sangre.
Uno de sus cuatro principales precandidatos a intendentes de la ciudad, Diego Giuliano, matizando una consolidada imagen pública que lo presentaba a los ojos ciudadanos agradable, inocente, bondadoso e insípido, ha comenzado a atacar a su par Héctor Cavallero, por el flanco más débil, su origen socialista.
Pecado éste, más que condenable para el tradicional voto-camiseta peronista, pero no para la totalidad del electorado de una ciudad cada vez más cosmopolita e independiente a la hora de escoger a sus gobernantes, parece romper con el habitual estilo de templanza y moderación postulado por el manual reutemista de campañas políticas. Es que el «Lole», tranquilo en su banca de senador nacional, ha optado por no participar de la contienda santafesina, llamándose a un silencio sepulcral, solo interrumpido por esporádicas apariciones irrelevantes.
Peronista o no peronista, la cuestión es que la gente tiene un buen recuerdo sobre la gestión del «Tigre» extendida a lo largo del primer lustro de la década menemista, etapa en exceso criticada por la mayoría de los políticos que insuflaron oxígeno a su máquina vital.
Cavallero fue uno de ellos, viviendo un idilio romántico con el riojano que principió allá por el Mundial Italia 90′. Giuliano en aquél entonces no participaba activamente en la cosa pública, pero sí su anterior líder Carlos Alberto Reutemann, divina invención del demiurgo de Anillaco.
Aquél añorado triunfo de 1973
El último intendente justicialista de la ciudad fue el Prof. Rodolfo Ruggeri en un corto mandato inaugurado el 25 de mayo de 1973 e interrumpido abruptamente el 24 de marzo de 1976 por el golpe militar. Ha transcurrido mucho tiempo desde aquella experiencia, casi 40 años.
Con la vuelta de las instituciones, el peronismo quizo ocupar el Palacio de los Leones, pero la suerte le fue esquiva. Norberto Nicotra en 2003 fue el que más cerca estuvo de lograr la hazaña, perdiendo ajustadamente con un primerizo Miguel Lifschitz.
Una de las causas de esta sequía de victorias es la negativa estructural del electorado a confiar su representación a todo lo que tenga olor a peronismo. Esa escuchada frase que indica que Rosario es un espejo de Capital Federal, cada vez adquiere una cuota mayor de verdad. Otra causa es la ineptitud y/o complicidad del justicialismo local que ha preferido conformarse con el rol de opositor (una oposición complaciente) para seguir disfrutando de los beneficios que lo ligan al partido oficialista.
Las cartas están echadas. El 22 de mayo que parecía tan lejano, se encuentra a pocas horas de distancia. Además de los precandidatos citados, José Luis Imhoff y Jorge Galindez completan el equipo para competir en las internas del Frente Santa Fe Para Todos, nombre de la concordia emanado del último Congreso partidario del PJ provincial. Poco menos que testimoniales, sus postulaciones -se presume- pasarán desapercibidas para el grueso de los votantes tanto peronistas como no peronistas.
Virtudes, diferencias, proyectos
Giuliano, tiene a su favor la frescura y la osadía de una prometedora carrera política. Cavallero, la tranquilidad de años de militancia y una larga estadía en puestos oficiales a diferentes niveles estatales, independientemente de haber dirigido una de las mejores administraciones desde el retorno de la democracia en esta ciudad.
A Giuliano lo apoya Rafaél Bielsa, kirchnerista de la primera hora, no tan leal al movimiento fundado por el extinto caudillo como Agustín Rossi, kirchnerista de la segunda hora, que lleva a Cavallero como aspirante a la intendencia. ¿Interna kirchnerista? Sí, para felicidad del gobierno nacional, ansioso de avanzar posiciones en una plaza electoral de importancia.
El proyecto del profesor de derecho constitucional de la Universidad Católica es halagüeño, haciendo foco en problemáticas que tocan diariamente al ciudadano promedio, como la hasta ahora no resuelta inseguridad, tema casi excluyente de su discurso y de sus casi tres años de labor en el Concejo Municipal, que cala hondo en los sectores medios e independientes de la sociedad; justamente el nicho al que nunca pudo acceder el peronismo rosarino. El proyecto de Cavallero, apunta a la gran deuda moral que tiene el Municipio con los sectores más desprotegidos, con los barrios más postergados. Cloacas, pavimento y dispensarios, forman parte de la amplia batería del bioquímico.
¿Más peronista? ¿Menos peronista? La realidad histórica indica que el movimiento surgido en octubre del 45′ siempre fue frentista, de ahí la conceptualización nativa sui generis para un -como lo han definido muchos analistas- catch-all party (partido atrápalo todo). La realidad actual y local indica que los rosarinos quieren soluciones y no discusiones vacuas.