Casi 150 varones pernoctaron en el Refugio Municipal desde que abrió sus puertas
Mayoritariamente son hombres jóvenes de entre 18 y 35 años, que se quedaron sin un lugar donde ir y viven de trabajos informales.
Sólo en los 40 días que se puso en marcha el Operativo Invierno y se abrió sus puertas el Refugio Municipal con una capacidad para 60 hombres, no sólo no hubo una noche que no estuviera completo, sino que además ya pasaron por allí 147 varones de los cuales más de la mitad está viviendo en situación de calle desde hace menos de un año. Un panorama que se replica en el Refugio Sol de Noche, donde hay 68 plazas y ocho son para mujeres, y que, según explica el coordinador del Area de Intervención de Personas en Situación de Calle de la Municipalidad, Leopoldo Duarte, se viene observando desde el año pasado.
El coordinador indica que se trata mayoritariamente de hombres de entre 18 y 35 años, pero además señala que «es un perfil nuevo, de jóvenes que, por la realidad del país, no pueden sostener un alquiler ni una pieza en una pensión o, en muchos casos, como no pueden aportar monetariamente a los grupos familiares donde estaban viviendo, son expulsados y terminan en los circuitos de calle».
Los registros oficiales de Desarrollo Social indican un aumento del 53 por ciento de la cantidad de hombres en esta situación. Además, el 59 por ciento de quienes pasaron por el refugio en estos días hace menos de un año que están en situación de calle y casi el 70 por ciento de ellos no supera los 40 años.
Muchos llegan al refugio en forma intermitente, ya que, «como se dedican a cuidar coches o a las changas informales en la calle, intentan resguardar ese lugar donde están trabajando para así garantizarlo; entonces se van instalando allí y van conociendo los circuitos de supervivencia de la calle y haciendo sus propios vínculos, incluso son las organizaciones las que colaboran con voluntarios en recorridas nocturnas y les aportan comida caliente cada noche».
De ese modo, Duarte marca la diferencia entre los llamados «crónicos», que son personas que llevan años en situación de calle y las personas «con quienes hay que trabajar otras dimensiones, porque existen problemáticas de consumo y muchas veces de salud mental».
Lo cierto es que el refugio, además de ofrecer un lugar donde pasar la noche y asearse, cama y comida caliente, intenta ser un espacio donde encuentren herramientas para revertir de esa situación. Allí ofrecen capacitaciones en panificación del Programa Nueva Oportunidad, que no sólo les permiten formarse, sino también permanecer más tiempo en el refugio y, en determinados casos, se buscan pasantías para que hagan sus prácticas. (La Capital)