En 2019, Argentina tendrá la séptima recesión más profunda del mundo
«La contracción de 2,7% en nuestro PBI per cápita nos convierte en el séptimo país con peor performance económica en el mundo de acuerdo a las proyecciones del FMI solo superados por Venezuela, Guinea, Irán, Nicaragua, Sudán y Turquía», advirtió la consultora Ecolatina en su último informe.
“La contracción de 2,7% en nuestro PBI per cápita en 2019 nos convierte en el séptimo país con peor performance económica en el mundo de acuerdo a las proyecciones del FMI, solo superados por Venezuela, Guinea, Irán, Nicaragua, Sudán y Turquía”, señaló la consultora Ecolatina en su último informe.
En ese sentido, remarcó que la pertenencia de Argentina a este grupo no solo es solo coyuntural, sino que es parte de un comportamiento histórico que tiene acostumbrado a los argentinos a vivir en “una economía extremadamente volátil”.
Según Ecolatina, esa volatilidad no solo es elevada sino que ha sido también un rasgo característico de nuestra economía a lo largo de las últimas décadas. “
Desde 1950, el 35% de los años fueron recesivos, pero este promedio no da cuenta de casos puntuales. Un argentino de 30 años pasó 40% de su vida en recesión y uno de 20 años pasó casi la mitad de su vida en esa condición”, detalla. Y agrega que estos números solo pueden ser comparados con los del Congo, Iraq, Siria o Zambia, países que difícilmente pueden ser llamados economías de mercado.
Para la consultora, si bien el motor de la recesión de 2018 fue similar al de 2016 (significativo salto cambiario), la mejora en la actividad no tendría en la apreciación cambiaria el pilar que sí encontró en 2017.
En ese marco, sostuvo que que los datos del primer trimestre dan cuenta de esta relación. Durante enero y febrero la actividad mostró en términos desestacionalizados un crecimiento no despreciable, al mismo tiempo que el tipo de cambio se mantuvo cerca del piso de la zona de no intervención, pero el movimiento cambiario de marzo (11% entre puntas) aceleró la inflación, redujo el salario real e incrementó la tasa de política monetaria secando los brotes verdes del primer bimestre, señaló.
Al mismo tiempo añadió que Brasil, del cual se esperaba un crecimiento cercano al 2% en el año, mostró una leve contracción en el primer trimestre, complicando aún más la recuperación local. De esta manera, para marzo el nivel de actividad era inferior al de diciembre.
“El dato de marzo sorprendió negativamente al punto tal de obligarnos a ajustar nuestra proyección de crecimiento para el año. El ajuste de 0,3 puntos porcentuales implicó pasar de una contracción de 1,4% en el promedio del año a una de 1,7%. El dato es aún más desalentador si se calcula en términos per cápita, en este caso la caída sería de 2,7%, dejándonos prácticamente en el mismo nivel de vida que el de una década atrás”, advirtió.
En tanto, para los próximos años y de cara al próximo ciclo presidencial, proyectó que la performance económica dependerá “de la capacidad del gobierno electo de disipar las dudas respecto al repago de la deuda pública”. En esa línea, indicó que el actual esquema de pagos con el FMI establece que Argentina debería pagar u$s 52 mil millones entre 2021 y 2023 y se descuenta que el país no podrá recurrir al mercado para tomar deuda en esa magnitud.
“Esto implicaría la necesidad de repensar el cronograma de pagos con el organismo. En la medida que el interlocutor sea un gobierno dispuesto a hacer concesiones (cambio en el sistema previsional y en el mercado de trabajo, por ejemplo) y capaz de negociar leyes con buena parte del Congreso (se necesitan dos tercios para avanzar con cambios profundos) es de esperar que el FMI acepte un cambio en la estructura de pagos, dilatándola en el tiempo”, consideró.
Y añadió que si esto sucede la relación con el organismo dejaría de estar amparada en el acuerdo “Stand by” para pasar a una modalidad de largo plazo conocida como “Programa de Facilidades Extendidas”.
“Si bien el panorama es complejo, en la medida que se logren solucionar estos focos de conflicto Argentina se encontraría con un escenario macroeconómico mejor que el observado en la última década: equilibrio fiscal primario, precios relativos alineados y un acotado déficit externo”, concluyó. (Ámbito)