Sentido homenaje a Sabato en la Feria del Libro
«No podía admitirme flaquezas, estoy entero y estoy acá», dijo Mario Sabato al llegar a la sala Jorge Luis Borges de la Feria del Libro, donde tuvo lugar un homenaje a su padre, el escritor Ernesto Sabato, fallecido el sábado a los 99 años.
Organizado por el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires y por la Fundación El Libro, el acto ya estaba programado, con la presentación de un documental hecho por el hijo del escritor y un análisis de su obra a cargo de la escritora María Rosa Lojo (segmento este que quedó descartado).
«Debido a su repentina muerte, hubo algunos cambios -señaló Gabriela Adamo, directora de la fundación-, pero a pesar de la tristeza de su fallecimiento no hay mejor lugar que la Feria del Libro para que sus lectores puedan homenajearlo», consideró.
El director del Instituto Cultural bonaerense, Juan Carlos D`Amico, antes de empezar un diálogo con Mario Sabato -previo a la proyección del filme-, adelantó que el gobierno de la provincia de Buenos Aires se hará cargo de la refacción de la casa que habitó hasta ayer el escritor, ubicada en Santos Lugares, partido de Tres de Febrero. «Queremos que forme parte del patrimonio cultural».
«En mi película (`Sabato, mi padre`) prevalece el hombre, no el personaje, él que se escondía detrás de la estatua, detrás de los anteojos negros. Está el hombre, el abuelo. El que quiera examinar su obra, no va a encontrar referencias», dijo el hijo de Sabato, en un diálogo intercalado con preguntas de D`Amico cuyo disparador eran frases del escritor.
«Con la película mi padre no tuvo nada que ver, sólo ser protagonista, hay momentos divertidos aunque también entramos en zonas dolorosas -resaltó-. Cuando se terminó hará unos tres años, él vio solo 40 minutos, después hicimos como que se descompuso el proyector para que no reviviera momentos dramáticos de su vida».
A sala llena, con gente silenciosa, que con todo respeto se fue ubicando en la sala, y con la presencia de toda su familia (la viuda de su hermano Jorge, las cuatro nietas, los dos nietos y los cuatro biznietos del escritor, Mario fue desgranando los pasajes claves del film, mientras armaba para el público una imagen intimista de su padre.
El tiempo de rodaje, mencionó, «abarcaron casi 50 años, fueron fragmentos que se fueron haciendo durante mucho tiempo y cuando lo edité me di cuenta que había un guión, aunque nunca tuve una idea previa».
Mario Sabato rescató como su padre y su madre lo apoyaron cuando les planteo a los 15 años que quería dedicarse al cine: «Estaba en el Nacional Buenos Aires y cualquier padre me hubiera dicho `primero estudia y después vemos`. Ellos apoyaron mi decisión de inmediato y enseguida comencé a trabajar en `Sucesos Argentinos`».
«A papá le gustó mucho «Poder de las tinieblas», una versión cinematográfica que hice de `El informe para ciegos`, porque decía que logré reflejar la atmosfera, la angustia del texto literario».
El halo de pesadumbre, que caracterizó la vida del escritor, fue minimizado por su familia, relató su hijo. «No lo dejábamos, uno no puede estar triste todo el tiempo. Vivió siempre con mucha intensidad y nunca tuvo miedo, por lo que tuvo grandes aciertos y grandes errores… por ese sentido trágico».
El hijo se dio cuenta de la fama de su padre de adolescente: «Al principio me costaba contestar la pregunta `De qué trabaja tu papa?, siempre lo veían en el barrio caminando -yo decía que pensaba- y cuando empezó a tener resonancia los vecinos lo miraban con recelo. Cómo puede vivir aquí si es famoso, pensaban».
Comparándolo con Enrique Cadicamo -«que tenía una vitalidad positiva»- Mario afirmó que su padre tenía una vitalidad trágica.
Después de escribir sus tres novelas («El Túnel», «Sobre héroes y tumbas» y «Abbadón el exterminador», sostuvo que ya había dicho todo lo que quería decir».
Su lugar en el mundo, dijo el hijo de Ernesto, fue Santos Lugares y relató la historia de cómo su padre aterrizó ahí en 1945.
«Primero fuimos a Córdoba a vivir en una tapera -el quería un lugar tranquilo para escribir, no tenía agua corriente ni electricidad- y Federico Valle, el dueño, nos ofreció después de unos meses alquilarnos la casa de Santos Lugares».
«El hecho es que nos la alquiló con él adentro, ya que por mucho tiempo vivió en el sótano; aparecía de improviso y los invitados creían estar viviendo una alucinación», recordó ante la risa del público.
Y confesó que a Federico Valle «lo elegí como abuelo», y trazó una semblanza de este personaje que marcó su vida. También dijo que el escritor brasileño Jorge Amado habitó esa misma casa antes que lo hiciera Sabato.
¿Sabato tenía amigos? «Tenía muchos amigos, pero eran amistades más pudorosas de lo que son ahora, amistades recatadas. Supo ser cercano a la gente del barrio, él siempre vivió tan modestamente como ellos», deslizó.
Si hubiera cumplido los cien, «habría hecho chistes, seguro, nunca le tuvo miedo a la muerte, la aceptaba decía pero también que le gustaría vivir un número razonable de años, 1000 o 2000. Seguro que si llegaba a los cien, habría hecho algún comentario de humor negro», imaginó.
Mario Sabato calificó estos dos últimos días como «tumultuosos», «sentir que tanta gente nos acompañaba y que papá no nos pertenecía, pertenecía a todos. Por eso en esa tristeza hay alegría y orgullo», dijo entrecortado por el aplauso sostenido de la gente que lo aplaudió de pie, antes de la proyección del documental. Mora Cordeu – Telam