Ante los ojos del «círculo rojo», la imagen de Vidal se desacopla del deterioro de Macri
Los empresarios intensifican sus elogios a la gobernadora cuanto peor le va al Presidente. Y valoran sus diferencias en el estilo de liderazgo.
La invitaron, la agasajaron, la escucharon con devoción, la aplaudieron, le pidieron selfies, le dijeron que la admiraban, le preguntaron si será candidata a presidente y prácticamente le garantizaron que la acompañarán en el lugar que ella elija para continuar su proyecto político.
Sea por el carisma de la gobernadora o porque las encuestas la siguen salvando del estrepitoso deterioro del Gobierno, lo cierto es que, a esta altura, los miembros más encumbrados del «círculo rojo» ya no disimulan que la prefieren al frente del proyecto político de Cambiemos.
De hecho, los rumores y hasta pedidos explícitos de que sea Vidal quien se postule para la presidencia en octubre fueron creciendo en forma directamente proporcional a la escapada del dólar y del riesgo país de los últimos días. Además, en el mercado financiera ya se habla de ella como el único «factor estabilizador» ante la volatilidad.
El entusiasmo de los empresarios, más patente que nunca en el almuerzo organizado por el Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICYP) en el Hotel Alvear, contrastó con la frialdad y cierto descreimiento que habían dejado entrever el lunes, cuando asistieron a la Casa Rosada para verse cara a cara con Mauricio Macri y hablar de los «precios esenciales».
Y lo curioso de este momento es que las mismas medidas que, tomadas por el Presidente, mueven a críticas, cuando son asumidas por Vidal son interpretadas de una manera más benigna.
¿Por qué esa diferencia en la recepción? Es algo que va más allá de quién mide mejor en las encuestas.
Los analistas de la comunicación política enfatizan en la diferencia de estilos entre Macri y Vidal. Porque si en algo se han diferenciado las dos principales figuras de Cambiemos es en la forma de transmitir su visión sobre el momento del país.
«Vidal piensa antes de hablar. Parece tener el pulso de la gente de manera increíble, hace un muy buen trabajo de comunicación, sabe en qué momento levantar la voz y cuándo bajarla. Tiene un timing fantástico sobre cuándo hablar y actuar», observa José María Sarachaga, comunicador político y fundador de Oratoria Consulting.
«Un ejemplo de esto es su frase ‘yo apoyo a Mauricio y estoy para lo que me digan’, es perfecta, no le corregiría nada, estuvo dicha en el momento preciso y perfecto», agrega el experto, que colaboró en el «coaching» del propio Macri durante su etapa de jefe de Gobierno de la Ciudad.
Lo cierto es que Macri nunca pudo ocultar que adoptaba su paquete de medidas anti inflacionarias a regañadientes, en una especie de «populismo culposo» que termina siendo fustigado tanto por los empresarios como por la oposición política.
Tampoco ha logrado liberarse de la imagen de un presidente con un margen de acción acotado y con las «manos atadas» por los compromisos asumidos con el Fondo Monetario Internacional.
Vidal, en cambio, transmite convicción al hablar de la necesidad de «llevar alivio y tranquilidad al bolsillo de los bonaerenses», aunque ello implique echar mano a los recursos del Banco Provincia, subsidiar tasas de interés, poner en riesgo el sistema de crédito UVA e interferir en la actividad de los supermercados.
Lejos del estilo de Macri, que cuando se ve forzado a tomar medidas intervencionistas pide disculpas –como hizo ante los productores rurales al reinstaurar retenciones a la exportación, una medida que él mismo calificó como «horrible»-, Vidal defiende las medidas con énfasis y es elocuente al argumentar que contribuirán al bien común.
El punto máximo de esa diferencia ocurrió cuando Macri delegó en sus ministros el anuncio de los controles de precios mientras protagonizaba el polémico «timbreo» a una vecina que luego se subió a las redes sociales.
Anuncios de «buenas noticias»
Vidal, a diferencia del Presidente, asume esas comunicaciones en persona. Ya lo había hecho al anunciar el acuerdo salarial con los docentes. Tal vez para otro dirigente político el hecho de haber cerrado una paritaria que iba en sentido absolutamente opuesto a lo que siempre había defendido podría haber tenido un gusto a derrota.
Pero Vidal, que hasta hace apenas un año defendía acuerdos salariales de 18 meses, que se aferraba a propuestas salariales en línea con las metas del banco central y que rechazaba de plano cualquier cláusula gatillo, ahora mostró orgullo y convicción en defender una postura diametralmente opuesta.
Con su acuerdo de revisión salarial trimestral y ajuste automático por inflación no solamente dejó de encarnar la dureza negociadora –que tanto rédito político le trajo durante tres años de peleas con Baradel y compañía- sino que le encendió una luz verde a todo el sindicalismo para que exija paritarias del mismo tono.
De hecho, ya se habla de un «modelo Vidal» en el ámbito laboral. Y pocos días después de la firma de su acuerdo con los docentes se supo que algunos de los mayores gremios del país, como los de comercio y los bancarios, tomaron ese modelo y llegaron a pedir revisiones salariales mensuales. Es decir, una situación que el país no veía desde los días de la hiperinflación.
¿Mostró la gobernadora algún signo de contrariedad por esa situación? ¿Se sintió obligada a dar explicaciones por haber instalado un «piso» salarial que puede agregar más impulso a la inercia inflacionaria?
Todo lo contrario: subió a las redes sociales un video en el cual explicaba que se trataba de «una buena noticia» y que, más allá de sus diferencias con el gremio de los maestros, «pusimos en primer lugar que los chicos estén en el aula».
El mismo tema fue luego objeto de un spot publicitario que en estos días se está difundiendo en los canales de TV.
Lo que se dice un pragmatismo a toda prueba. Como el mostrado luego, con el anuncio de las medidas anti inflacionarias. Otra vez las diferencias de estilo con Macri: Vidal no eludió poner el cuerpo, ni mucho menos minimizó el impacto de la asistencia.
Con la seriedad que le asigna a los grandes temas, la gobernadora convocó a la prensa, se ubicó al centro entre cuatro funcionarios y anunció el paquete de medidas como un evento fundamental de su gestión. Con aspecto tranquilo y descansado, y luciendo un «look» sobrio pero elegante, miró fijo a cámara y reafirmó sus dotes de comunicadora: combinó dosis de realismo económico con otras de mensaje esperanzador.
«No vamos a negar la realidad, no vamos a hacer como en otros tiempos, no vamos a decir que no pasa lo que pasa. Nos hacemos cargo y damos respuestas. Vamos a seguir trabajando como en los últimos tres años», dijo la gobernadora.
El punteo de las medidas es un muestrario del manual del político argentino en crisis: estímulo al consumo, subsidio al crédito, tope a los aumentos de cuotas hipotecarias, amnistía para atrasos en aportes al sistema previsional. En otras palabras, medidas con costo fiscal y con un fuerte parecido a las que se criticaban a la gestión kirchnerista.
Sin embargo, prácticamente no se escucharon críticas por el afán «keynesiano» de inyectar liquidez en el mercado a costa de las cajas oficiales. Más bien al contrario, se intensificó el reclamo para que tuviera un mayor protagonismo en el escenario nacional.
Piropos e insinuaciones
Lo cierto es que Vidal mantiene intacto su poder de seducción hacia el empresariado, en un momento en el que la fe en el presidente Macri parece estar en su momento más débil.
Podrá argumentarse que la preferencia por la gobernadora es una mera cuestión de interés, dado que las encuestas muestran un mayor nivel de aprobación por parte de la opinión pública –algunas encuestas marcan una diferencia de hasta 10 puntos para una eventual postulación presidencial de Vidal-. Pero también resulta evidente que hay algo que va más allá de un oportunismo electoral y que tiene que ver con cierta percepción de capacidad de gestión política.
Dan cuenta de ello los elogios que cosechó en la cena del CICYP: el presidente del evento, Daniel Funes de Rioja -acompañado por los titulares de las gremiales empresariales de la industria, el comercio, la construcción, el agro y la bolsa- destacó «el profesionalismo demostrado en la administración del sector público, más allá de su juventud» y ponderó la «capacidad de liderazgo» de Vidal.
También Martín Cabrales, empresario del sector cafetero, luego de la reunión en la que se selló el «pacto de caballeros», dijo: «Las personas no son los que más me seducen, sino las ideas. Podría ser María Eugenia Vidal la candidata, no creo que uno u otro sea indispensable. Lo importante es lo que piensan o lo que hacen. No lo veo a Macri indispensable».
Fueron, posiblemente, las declaraciones más comentadas de la semana. Analistas políticos la interpretaron como la oficialización del abandono de Macri por parte del «círculo rojo».
En un contexto de hipersensibilidad, también llamaron la atención las declaraciones de Alejandro Roemmers, empresario del sector farmacéutico, quien ante la pregunta de cómo veía el escenario de polarización Macri-Cristina, afirmó: «No nos ha ido tan bien con ninguno de los dos gobiernos y también hay otras alternativas».
Pero las insinuaciones sobre la preferencia por Vidal no se agotan en estas latitudes, sino que llegan también desde el hemisferio norte. En las últimas jornadas frenéticas de la City, a medida que se desplomaban los bonos de deuda argentina, los operadores de Wall Street que siguen los mercados emergentes dieron su visión en el sentido de que los tiempos políticos de Macri se están agotando y que el mercado quiere ver un gesto político.
En otras palabras, que ante el temor del regreso del kirchnerismo –con su riesgo implícito de repudio a la deuda- se ve a Vidal como la figura a promover.
Caminos divergentes
Los politólogos lo vienen observando desde el inicio de la gestión: por más que aparezcan formando un tándem, el Presidente y la gobernadora tienen diferentes formas de hacer política.
Y lo paradójico del caso es que lo que el «círculo rojo» parece apreciar más en Vidal es una veta «peronista» en su estilo, tanto para manejar la comunicación con la gente como para negociar con los adversarios cuando es necesario.
La realidad es que Vidal siempre mostró pragmatismo. Desde el inicio, consciente de que estaba en minoría, negoció con el peronismo, que le aseguró en la legislatura provincial los votos para aprobar los presupuestos y los permisos para tomar deuda.
Supo ganarse la confianza de los intendentes –casi todos peronistas-, a quienes pidió ayuda para contener la situación social cuando se temió algún «diciembre caliente». A cambio, se ocupó de que no se quedaran sin obras públicas que mostrar.
«En total terminamos 1.800 obras. Por primera vez se puede decir que no hay un solo municipio que haya sido excluido de la obra pública. No hubo ningún tipo de discrecionalidad en el reparto de fondos para obras. Con la situación difícil del año pasado todas las obras se mantuvieron en ejecución», se jactó la gobernadora.
Los empresarios la aplaudieron a rabiar. Y cuanto más dudan de Macri, mejor opinión tienen de ella. (IProfesional)