Sin confianza en el acuerdo de precios, las empresas productoras aumentan preventivamente

Un clásico de los planes de control: ante el debate público, las empresas productoras de alimentos se apuraron a renovar sus listas de precios en la previa.

La escena parece sacada de un cortometraje humorístico, pero no lo es: mientras los gerentes de las principales fábricas alimenticias iban camino a la reunión con el secretario de Comercio, una de las tantas que agendaron para negociar un congelamiento de precios, otros directivos de esas mismas compañías sacaban a la calle nuevas listas de precios, con fuertes incrementos en productos de la canasta básica.

La nueva ola de remarcación de precios incluye a productos como fideos, yerbas, arroz, lácteos, harina y aceites. Todos artículos de primera necesidad, justo los que el Gobierno intenta disciplinar.

Los incrementos, algunos con vigencia inmediata y otros a partir del 2 de mayo, tendrán un impacto en los precios que se exhiben en las góndolas de los supermercados y en los comercios de barrio.

Las subas van del 4% al 10,4%, que se suman a los incrementos que, en la mayoría de los casos, ya habían tenido el mes pasado. Y dan una idea de la dificultad para contener la inflación en los alimentos, que acumula alrededor de nada menos que el 60% en los últimos 12 meses.

La constante alza en los precios de la comida se ha transformado en un desafío político para la Casa Rosada. El malhumor social y la extensión de las críticas a los socios de la Unión Cívica Radical obligaron a los funcionarios a trabajar sobre un acuerdo de precios. Una herramienta en la que no confían los propios impulsores. Todo lo contrario, históricamente fueron detractores de esa intervención estatal en los precios de la economía.

Los fabricantes tienen argumentos para defender los aumentos.

  • En el caso de la yerba que, en promedio, registrará una suba del 9%, se debe a que el Gobierno acaba de reconocerle una recomposición del 37,5% a los productores. En definitiva, lo que ocurre ahora refiere al inevitable traslado de aquel incremento a las góndolas.
  • Los aceites, en tanto, tendrán un incremento promedio del 5% desde la próxima semana. Los industriales aseguran que se trata de un traslado a los comercio del salto que dio el tipo de cambio durante marzo. El mes pasado, la cotización del dólar subió 10,6%. «El aceite es un producto sensible a la devaluación. No hay chance de absorber el mayor costo», comenta una fuente a iProfesional.
  • En el caso del arroz, que ahora vuelve a aumentar hasta un 9,8%, también hay una explicación: se trata de que la producción será inferior a la demanda que existe desde el extranjero, sobre todo desde China. Ese país se viene transformando, cada vez más, en un gran comprador de arroz argentino, lo que impulsa el precio en el mercado local.

Fuentes del sector alegan, además, que el precio del arroz en la Argentina se encuentra retrasado respecto de otros países, lo que también influye en la actual escalada. De hecho, el producto ya había tenido un alza similar hace apenas tres semanas.

  • Los lácteos son un caso aparte. Se trata de uno de los rubros que más se están encareciendo. Ahora, las listas van con incrementos de hasta 8% en el caso de los quesos. El «cremoso» figura al tope de la nueva lista de precios. Aquí también está influyendo la caída en el nivel de producción, por un lado, y el alza del precio internacional de la leche en polvo. De hecho, las exportaciones de leche se expandieron 37% el año pasado.
  • La harina y los fideos vuelven a registrar alzas de envergadura, teniendo en cuenta que la última vez que se movieron fue hace apenas tres a cuatro semanas.

Esta vez, el incremento promedio en los fideos resulta del 9,7%. Se trata de un ajuste similar al mostrado la vez anterior. Significa que, en apenas un mes, los fideos -que para muchas familias puede ser el reemplazo de las carnes- ya se encarecieron un 20%.

La harina, en tanto, tiene desde ahora una suba de 3,2%.

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Otros productos masivos que vuelven a aumentar son: café soluble, un 9,9%. Los rebozadores (hasta 9,2%) y los productos congelados, hasta 9,6%. Un nivel similar a los aderezos.

Planes versus realidad
La realidad choca (otra vez) contra las expectativas oficiales. Los funcionarios negociaron hasta la entrada del fin de semana la confección de una pequeña lista de productos de la canasta de primera necesidad cuyos precios deberían quedar inalterables hasta principios de noviembre próximo.

La intención, de mínimo impacto macroeconómico pero demostrativo de un Gobierno preocupado por la elevada inflación en los alimentos, era poner una referencia para el resto de los productos. Ni más ni menos.

Sin embargo, las nuevas listas de precios sorprendieron a los funcionarios de Producción, que vienen negociando la renovación del programa de «Precios Cuidados» con los mismos empresarios que, antes del fin de semana, enviaron las remarcaciones a supermercados y mayoristas.

La novedad, además de la lectura política que pueda realizarse, marca el momento complicado en que se encuentra la economía argentina. La dinámica inflacionaria, que no se toma respiro a pesar del apretón monetario y las elevadas tasas de interés.

En unas pocas horas, el Indec informará que la inflación de marzo orilló el 4%, con lo cual la inflación interanual se estacionará nuevamente por encima del 50%. Y, lo más grave, que la inflación de los alimentos ya trepa al 60% interanual. En el primer trimestre del año, la suba de estos productos acumuló alrededor del 14%.

Está claro que esta dinámica tiene implicancias concretas en la marcha de la economía y, también, en el escenario político de cara a las elecciones.

Preocupado por el malhumor social, el Gobierno se sintió obligado a la convocatoria a un acuerdo de precios con los industriales. Fue a pedido de sus socios en Cambiemos. Pero lo que finalmente ocurrió fue que, aun antes del anuncio, los principales fabricantes de alimentos sacaron las nuevas listas de precios. Seguramente tendrán impacto sobre la inflación de mayo, en la medida que las cadenas de supermercados reciban la nueva mercadería.

Está claro que este nuevo aumento golpeará la ya resentida actividad económica. Ocurre que los sucesivos incrementos horadan cualquier recuperación del poder adquisitivo de los asalariados.

La idea que tenía Nicolás Dujovne a comienzos de año -que el poder de compra de la gente se ubicaría por encima de la inflación y que eso derivaría en una mejora del consumo- ya quedó sepultada. «Este año vamos a tener una economía con una inflación más baja que ahora, con mejoras salariales reales, en lo que será un proceso de consolidación con nuevos cimientos para poder crecer», pronosticó el funcionario hace apenas un mes.

Al contrario, los últimos datos de la AFIP revelan que la recaudación por el mercado laboral viene cayendo más que el promedio, en términos reales.

El recalentamiento de los precios trajo, además, una pulseada política dentro mismo de la Casa Rosada. El ministro de la Producción, Dante Sica, amagó con su renuncia ante lo que consideró una falta de apoyo de su colega de Hacienda.

Sica se encontró con la realidad de un Gobierno que se conduce maniatado por el acuerdo con el Fondo Monetario (que le impide aplicar recetas expansivas en lo fiscal, como él propone) y, al mismo tiempo, descreído de los acuerdos de precios como el que está a punto de anunciarse.

De hecho, uno de los gerentes que se sentó en la mesa de negociaciones contó a iProfesional que los propios funcionarios admitían en reserva que ellos no creen que de esta clase de intervenciones resulten efectivas para atenuar la inflación.

El resultado de las negociaciones se conocerá en las próximas horas. Mientras tanto, los empresarios, a quienes «les hablaron con el corazón», respondieron «con el bolsillo». (IProfesional)