Estafador engañó a chicos con hacerlos jugar en Central y les robó $150 mil
Un presunto coordinador de pruebas de inferiores montó un fraude masivo en Posadas, Misiones. Invitó a chicos de entre 13 y 18 años a jugar en el club rosarino a cambio de tres mil pesos en concepto de viáticos. La trama de un estafador que se despidió pidiendo disculpas.
Por Milton Del Moral/Infobae
«Disculpen chicos yo nunca fui de Rosario, soy de la provincia de Entre Ríos. Hice esto porque mi mamá padece cáncer. Ojalá lleguen a ser jugadores. Mil disculpas».
Fueron sus últimas palabras: las envió el jueves 21 de marzo a las 14:04. Automáticamente abandonó el grupo de Whatsapp que administraba y había denominado Pruebas Rosario Central. La primera respuesta fue de Gabriel: dijo «qué» y preguntó «¿y ahora?». El estupor viró en cólera e indignación. El supuesto organizador de pruebas de futbolistas se escapaba con 150 mil pesos y la ilusión de 50 chicos que soñaban con jugar al fútbol para salvar de la pobreza a sus familias.
Se presentó como Iván Amaya. El montaje comenzó en las redes sociales. El anzuelo era un grupo en Facebook que se llamaba «Prueba jugadores Posadas» y un mensaje que invitaba: «¡Atención chicos! El club está necesitando chicos categoría 2000 a 2005 para pensión a partir de junio, que sean delanteros, volantes o defensores. Los interesados mandarme un mensajito».
Lo descubrió Juan, un arquero de 16 años que juega en el Garupá Fútbol Club. Se lo comentó a su familia. Le enviaron un mensaje privado y les pasó su número de teléfono. Hablaron, no le importó su condición de arquero y les contó cuál era la propuesta: una prueba para jugar en Rosario Central el 29 de marzo. Sólo tenían que pagar 3 mil pesos en concepto de viaje. «Regalado», pensó Laura, su madre. «Un pasaje a Buenos Aires nos cuesta como 7 mil pesos».
«Nos pasó su dirección. Estaba alojado en una pensión en pleno centro de Posadas. Se presentó como el organizador, comentó cómo los iban a esperar en Rosario, cómo iba a ser la prueba, que los gastos corrían todos por cuenta del club, que si algún chico quedaba el tutor tenía el viaje gratis y que si en los 15 días de prueba el chico era fichado por el club sólo necesitaban pagar 2.500 pesos por mes por la pensión». A Laura le inspiró confianza. Se juntó cuatro veces con él, en su intimidad. Tenía 24 años y una actitud profesional.»Sonaba todo creíble, no levantaba sospecha. Él era tranquilo, muy sereno, les explicaba las cosas mil veces a los chicos que les preguntaban todo. Y hasta se enojaba cuando no cumplían el horario para retirar el bono».
El bono era una alternativa que les había propuesto a aquellos que no podían costear los gastos del traslado. Eran 20 números de una rifa que costaba 150 pesos, por órdenes de compra de 8 mil, 5 mil y 3 mil pesos. Los que llegaban a vender todo el talonario tenían cubierto el viaje. Se sorteaba el 29 de marzo por la lotería nacional nocturna y tenía que ir a cobrar el premio al día siguiente en el mismo lugar donde residía.
Laura debió firmar una autorización de viaje certificada por escribano y hasta recibió un comprobante por haber pagado los 3 mil pesos de canon. Todos hicieron lo mismo. El grupo de Whatsapp ganaba intensidad. Había cerca de 70 integrantes y un entusiasmo incontenible. Cada uno debía presentarse con sus datos personales: nombre, DNI, tutor, club en el que estaba fichado y posición en la cancha.
El organizador respondía con sobriedad cada inquietud. «¿Cuántos días se quedan?», preguntó una madre. «Uno, el día de la prueba. Después si alguno les gusta me van a decir y se queda 15 días más», contestó. «¿Por qué dicen que es un engaño?», cuestionó otro. Un integrante les respondió: «Es que hay mucha gente ignorante».
En un momento, cuando los jóvenes futbolistas ya eran presuntamente demasiados, apareció un tal Javier. Era quien recibiría a la delegación en la ciudad deportiva donde se iban a realizar las pruebas. Informó en un comunicado que se adelantaron las fechas: las pruebas se desarrollarían el viernes 22 de marzo a las 9 de la mañana. Apeló a un discurso de seducción y estímulo: «Quizás muchos no saben pero Rosario Central actualmente juega tres ligas: AFA, Liga Rosarina 1 y Liga Rosarina 2. Actualmente en nuestra pensión tenemos dos o tres plazas para cada categoría, los haremos jugar varios partidos para poder ver su nivel. Entiendo que vienen 58 chicos, no los podemos dejar a todos, pero demuestren lo mejor de sí». Como último punto, exigió una serie de requisitos: «No traer camisetas de Newell’s, fotocopia del DNI, número de teléfono del padre y la madre».
La interacción cobró vigor. El fervor y la ansiedad se multiplicaron. Un padre quiso saber exactamente cuál era su rol: «Yo los llevo a los chicos, no pertenezco al club, trabajamos con clubes como Talleres, Boca Juniors, Racing, Rosario Central. Solamente somos coordinadores que tenemos los contactos y los llevamos».
A pocos días del viaje, Iván Amaya les pidió a los chicos que le mandaran fotos de los bolsos preparados. «Por alguna razón él quería ver los bolsos hechos. Hubo muchos que tuvieron que coser a mano sus botines. Algunos no se inscribieron en el colegio, no llegaron a comprarse uniformes, no empezaron las clases porque tenían la ilusión de quedar en Rosario Central, en otra ciudad. Era su sueño y el recurso para salvar a su familia de la pobreza, su única oportunidad», narró Laura.
Ya habían pagado los 3 mil pesos al menos 50 jugadores. El organizador había recaudado 150 mil pesos en efectivo. Había chicos y padres acompañantes que iban a pagarle una vez arriba del micro. Ese jueves 21 de marzo se tenían que encontrar a las cinco y media de la tarde en el cuarto tramo de la Costanera, en la ciudad de Posadas, donde los esperaba un ómnibus para emprender viaje a Rosario. Venían con los sueños de llegar a ser futbolistas desde el interior de la provincia y desde ciudades paraguayas limítrofes.
El día anterior Laura se encontró con el organizador para coordinar el pago del traslado: «Parecía todo cierto, pero yo me quedé dudando la última vez que lo vi. Le pregunté con qué empresa viajaban y no me lo supo decir. Dudaba y me decía que no le habían confirmado, que no tenía el celular encima, que creía que era una empresa de Corrientes».
Laura confesó que no se puede sacar de la cabeza el horario de su último mensaje: 14:04. Iván pidió dos veces disculpas, argumentó que necesitaba la plata porque su madre está enferma de cáncer y les deseó suerte en la carrera profesional.
En lo que pudo haber sido su relato más honesto, también mintió: dijo que era de Entre Ríos y, según las investigaciones de los propios afectados, Iván Amaya es oriundo de San Luis. Las familias descubrieron el verdadero nombre del estafador porque firmó los recibos con su número de documento original, y su nombre coincide con fotos en Facebook que permitieron que los damnificados lo reconocieran.
Después de la despedida del estafador vía Whatsapp, los familiares de los futbolistas se dirigieron al hotel donde se hospedaba. «Nos reunimos con algunos de los chicos y fuimos hasta la pensión. Los dueños también estaban sorprendidos porque les quedó debiendo y desapareció», contó Laura. Allí sí había firmado con un número de documento falso. Realizaron la denuncia en la Comisaría de Misiones ese mismo día. Una brigada de investigación se dispuso a tratar el caso y desde CiberCrimen colaboraron para la averiguación de su identidad.
El grupo «Pruebas Rosario Central» sigue vigente. «Sólo se fue el chamuyero», celebró la madre de uno de los jóvenes engañados. Entre el paradero del falso organizador, las investigaciones del caso, los links de las noticias periodísticas, los chicos no abortan las esperanzas de jugar a la pelota y que les paguen por ello.
«Lastimosamente nos tocó a nosotros, pero nos propusimos no quedarnos callados. Les robaron la ilusión a estos chicos. No sabés la tristeza que tienen. Lo denunciamos para que no lo vuelva a hacer nadie más», consignó Laura.
La prueba verdadera
La estafa tomó estado público en la provincia. La desolación de los chicos afectados llegó a las oficinas de presidencia en Rosario Central. El club canalla emitió un comunicado en el que se compromete a darles una oportunidad a los 50 chicos estafados.
«Dicho suceso nos llenó de un profundo dolor no solo por el perjuicio económico causado a las familias implicadas, sino también porque una gran cantidad de juveniles sufrieron una profunda desilusión al no poder cumplir con su anhelo de tener una prueba en nuestro Club -explica la misiva-. Es por eso que Rosario Central ha resuelto organizar una prueba de la mano del Área de Captación en Misiones, para todos aquellos pibes que fueron estafados y que ahora tendrán la posibilidad de realizar esa prueba con la que se habían ilusionado».
Lo ratificó el vicepresidente tercero de la institución, Marcelo Facciano: «Nos sentimos muy tocados porque nombraron a nuestro club y porque hubo chicos de por medio. Es una noticia muy triste. Por eso decidimos ofrecerles una real prueba a todos los chicos que fueron estafados y a otros que quieran anotarse. Las pruebas las organizamos a través de las filiales que hay en cada provincia y en distintos clubes de esas localidades. Va a ir la gente de captación a realizar el evento. Vamos a hacer una prueba. No va a ser algo urgente y rápido por cuestión de distancia y logística». (Infobae)
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