Ex Diputado K asumirá al frente del nuevo Organismo de Investigaciones de Santa Fe
Marcelo Saín es criminólogo, ex viceministro de Seguridad bonaerense (2002/2003), primer director de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) y ex director de Escuela Nacional de Inteligencia. Mañana asume en Santa Fe.
Por: Hernán Lascano/La Capital
Marcelo Fabián Saín será desde mañana el primer director del Organismo de Investigaciones (OI) de la provincia de Santa Fe. Desde esta repartición este porteño de 53 años, experto en políticas de seguridad, comandará por los próximos seis años un cuerpo de policía técnica especializada en investigación criminal que apoyará la tarea de los fiscales. Como lo explica en esta entrevista, el propósito esencial del OI es apuntar a la criminalidad organizada, a los niveles de asociación que el delito tiene en las estructuras del Estado y al estudio de los mercados ilícitos que son la clave para entender las dinámicas del delito en la provincia.
Mañana el gobernador Miguel Lifschitz le tomará juramento en Santa Fe luego de la larga demora que transcurrió entre el concurso que lo colocó en el cargo en junio pasado y su designación ahora. «Tenemos que cumplir en presentarnos pero no será tiempo de hablar. No vamos a tener exposición pública. La mejor policía es la que trabaja en silencio buscando resultados sin hacerse ver en el día a día pero que se refleja en los estrados judiciales», dice Saín.
—¿Qué lo decidió a venir acá?
—Por fuera de cuestiones personales, me atrajo el desafío por compartir el espíritu de la reforma procesal penal en Santa Fe. La particularidad de esta reforma es que crea un modelo de policía de investigación que a diferencia de otras experiencias se orienta a los delitos del crimen organizado a veces cometidos con el sostén de las estructuras de poder. Santa Fe toma el modelo de la provincia de Buenos Aires. Pero ahora Buenos Aires fue para atrás, reformó ese organismo y lo destinó a intervenir en todo tipo de delito, con lo cual va a terminar investigando la criminalidad de bagatela, que son los delitos generales, que se ven en el 90 por ciento de las investigaciones judiciales. En Santa Fe apuntamos a una policía de investigación con una fuerte estructura de producción y análisis de información criminal, patrimonial y fiscal que posibilite conocer mercados delictivos. Encontré un equipo muy bien motivado para conformar un organismo de esta índole y eso fue un gran impulso. Me parece necesario mostrar que en Argentina tenemos oportunidad de trabajar seriamente en esta dirección.
—Rosario suele verse nacionalmente como cuna de la violencia y el crimen. Al cabo del tiempo que lleva por esta zona ¿qué visión se formó de la dimensión del delito en Rosario y la provincia?
—Yo no veo una problemática criminal más compleja en Rosario o Santa Fe que en otros grandes aglomerados del país. Sí veo que el componente distintivo es un fuerte grado de violencia. El ejercicio de cierta violencia termina siendo aquí para los actores del delito una forma de preservación del negocio, un modo de resolución de conflictos con el Estado o entre las mismas organizaciones delictivas. Pensemos por ejemplo las balaceras contra el Poder Judicial que, hay que decirlo, están esclarecidas en la primera andanada de hechos. No hay fenómenos así en otros lugares del país. Esa particularidad es bastante santafesina: los emprendimientos criminales de esta magnitud existen en las grandes ciudades del país, con mayor complejidad y expansión incluso, pero no tienen esta violencia, que es más selectiva, entre otras cosas porque en especial en provincia de Buenos Aires y la Ciudad de Buenos Aires es muy eficaz la regulación policial. Habrá que analizar por qué aquí es así.
—¿Sobre qué tipo de delitos a su criterio tiene que haber prioridades para volcar los recursos en la investigación?
—El organismo de investigación tiene como competencia acotada contribuir con los fiscales a investigar sobre criminalidad compleja. Esto es criminalidad de organizaciones criminales y delitos de agentes policiales, penitenciarios y funcionarios públicos cometidos desde el propio Estado. La prioridad del primer año va a ser estructurar el organismo y el dispositivo de análisis criminal que requiere de una sofisticada base de datos. La información a la que apuntamos no es sólo la del crimen sino, reitero, económica y patrimonial, que permite detectar el funcionamiento de mercados ilegales. Todo esto no es sólo narcotráfico. Si a un productor en el norte provincial le roban diez vacas le provocan un grave perjuicio que afecta la economía productiva. Eso también lo hacen organizaciones criminales que vuelcan en mercados el producto del robo. Esos mercados son lo que tenemos que conocer.
—¿Cómo ve las capacidades para investigar el delito en santa fe tanto en recursos técnicos como humanos?
—En la Argentina hay capacidades bastante deficientes para actuar contra la criminalidad compleja. Impera una mirada de que se puede controlar deteniendo miembros de organizaciones y no entendiendo cómo funcionan los mercados ilícitos para desmantelarlos. Si tenemos una porción de la sociedad que compra autopartes sustraídas o carne robada hay un problema mayor al meramente criminal. No pierdo de vista que el OI es para aportar a los fiscales. Pero el expediente de un caso siempre va a dar cuenta de un hecho parcial y la obligación del OI es tratar de iluminar la complejidad de todo el fenómeno y de vincular los hechos criminales de manera integral. Con el fiscal general Jorge Baclini lo que no queremos es que el OI haga mandados menores. No tiene sentido usar un enorme camión con acoplado para llevar a los chicos al colegio. El OI hay que conformarlo, no es que empieza a existir porque se promulgó una ley. Volverlo eficaz implica mucho trabajo y mucha inversión con un plan estratégico. La inversión es medular: no se puede controlar criminalidad de alta rentabilidad con instituciones policiales pobres, sino con policías investigadores y peritos de técnicas forenses de alta capacitación. Y eso cuesta.
—El eje de su último libro es que el Estado no es ajeno a la delincuencia y que con sus administradores (gobernantes, jueces, fiscales y policías) se regula parte del crimen en Argentina. Que el Estado, en definitiva, crea inseguridad. ¿Cómo luchar con eso desde adentro del Estado?
—Todo fenómeno de la criminalidad compleja tiene un componente esencial que es lo que llamamos el costo de protección. Este elemento es el que garantiza la continuidad del negocio ilícito mediante la cooptación o el acuerdo con las estructuras estatales. El costo de protección busca eludir los riesgos del negocio delictivo. Esto es una tendencia natural de toda modalidad del crimen. Por eso debemos ver los delitos institucionales o sea, el mapa de la criminalidad y las estructuras asociadas que la protegen. En Santa Fe ir por ese camino no es una decisión mía sino del legislador que creó el OI. El elemento importante hoy en la provincia es construir un Estado que no sea connivente con los grupos criminales. Me importa destacar que se está trabajando en la misma sintonía en el gobierno provincial, fiscales provinciales y la Justicia federal. Esa sintonía costó lograrla y hay que aprovecharla.
—Tenemos una fuerza policial nueva como la PDI con hombres implicados en las prácticas de siempre. Sólo este año tres comisarios (Mariano Leiva, Alejandro Druetta y Javier Makhat) fueron apartados por lazos presuntos con el narcotráfico. ¿Cómo ve el trabajo suyo con esa fuerza?
—Pero marquemos que en las investigaciones que terminan con esos oficiales apartados trabajaron policías provinciales. Avanzar en esta dirección es detectar el sostén policial, eso nos pasó también en Buenos Aires. El punto es si uno puede identificar el problema y avanzar. Yo creo que en Santa Fe hay una disposición clara de los fiscales provinciales a investigar en esa dirección y además hacerlo con la fuerza policial, provincial o nacional, que mejor convenga para trabajar en cada caso. Creo que hay un buen clima para profundizar esto. El gran desafío del organismo es subirse a este tren.
—¿Cuál diría que fueron sus principales aprendizajes cuando estuvo en gestión en seguridad en la provincia de Buenos Aires?
—Cuando conduje la Policía Aeroportuaria (PSA) se logró armar un dispositivo de investigación compleja que pudo consolidarse en el tiempo. Lo que aprendí es que una policía con buena capacidad de análisis y herramientas para ello les allana mucho el trabajo a los fiscales. También aprendí que cuando analizás al delito complejo siempre vas a terminar viendo la parte de abajo del poder, lo que una filósofa francesa llama «la baja política». No me refiero a autoridades gubernamentales sino a las estructuras estatales. El crimen organizado apunta a generar estructuras de protección en el Estado. Hay un dicho atribuido a grandes criminales colombianos en relación al poder: «O te compro o te amenazo». En Argentina innovamos agregando el «yo te asocio». Acá veo un gobierno provincial decidido a no ser connivente con el crimen y una estructura judicial nueva en el mismo sentido.
—Se asocia a la demora de su designación al hecho de que la ex diputada Mariana Zuvic dijo que usted había sido responsable de no investigar delitos que le atribuye al kirchnerismo cuando estuvo en la PSA.
—En primer lugar digo que no encontré en Tribunales esa denuncia en mi contra lo que, en caso de existir, me habría permitido defenderme. Lo segundo es que no sé las razones de la demora pero no fue lo que me dijeron. En tercer lugar quiero recordar que yo conducía a la PSA cuando se secuestraron en Ezeiza casi 800 mil dólares a Guido Antonini Wilson.
—También circula la idea de que usted es una persona contraria a la policía, lo que genera resistencia política y en las fuerzas de seguridad.
—No soy contrario a la policía. Soy contrario a la policía que practica el crimen. Creo que una sociedad civilizada necesita organizaciones policiales eficientes. Soy partidario de la mano dura en relación a los funcionarios y policías que participan del crimen. La sociedad pierde cuando un criminal estatal se asocia al delito porque el crimen gana un aliado capacitado y pierde alguien que lo protege. Con ese daño social no hay negociación ni benevolencia posible. Mi modelo de policía son la agencia policial contra el crimen inglesa y el FBI norteamericano. Yo creo que la policía es indispensable.