Imputaron a «Pillín» Bracamonte por amenazar de muerte a su ex pareja
El líder de la barra brava de Central deberá cumplir con prohibición de acercamiento. Pero no le dictaron prisión preventiva.
Andrés «Pillín» Bracamonte, líder de la barra brava de Rosario Central, fue imputado ayer de amenazas simples en un contexto de violencia de género por dos hechos que le valieron una denuncia por parte de su ex pareja, con quien vivió durante 20 años. Si bien no quedó con prisión preventiva, deberá cumplir con reglas de conducta como la prohibición de contactar a la víctima ni acercarse a menos de 500 metros de ella.
Bracamonte fue imputado ayer por la fiscal de Violencia de Género, Luciana Vallarela, quien investiga la denuncia presentada en octubre pasado por la ex pareja del barra, identificada como N.
En la audiencia imputativa ante el juez Mariano Alliau el acusado sostuvo que su ex miente y que la denuncia obedece a una pelea por los bienes de la pareja, separada desde marzo pasado. «Quiere más plata», señaló en su descargo.
La frase
«Te voy a hacer matar» es la frase que según N. su ex esposo solía decirle con cierta recurrencia, según comentaron fuentes allegadas a la investigación. Sin embargo, al menos dos veces la mujer lo tomó como una amenaza certera. Según denunció, la primera vez fue en marzo pasado, cuando se separaron, y la última en octubre, luego de la cual decidió presentarse en un Centro Territorial de Denuncias para contar el caso.
Entrevistada en la Fiscalía de Violencia de Género, la víctima refirió padecimientos psicológicos que vivió durante 20 años. Si bien no hizo alusión a hechos de violencia física, describió el «control extremo» al que la sometía Bracamonte.
Con ese marco, la denuncia se acotó a dos hechos de amenazas simples. El del 27 de marzo, cuando ella le dijo que había decidido terminar con la relación y él la persiguió con un bate de béisbol y le decía «te voy a hacer matar». Esa misma frase le profirió el pasado 19 de octubre desde una camioneta blanca estacionada frente a su casa.
Además del relato de la mujer, la fiscal acopió evidencias como una llamada al 911 del 27 de marzo en la que una mujer no identificada pide auxilio y el registro de una cámara de vigilancia que el 19 de octubre sitúa la camioneta VW Amarok en la que se movía Bracamonte frente a la casa de la víctima.
Con esos elementos Vallarela imputó a Bracamonte por dos hechos de amenazas simples en un contexto de violencia de género. El delito no prevé prisión para el acusado, cosa que tampoco desea la víctima, quien manifestó que sólo quiere que su ex pareja no se le acerque más.
Admitida la imputación por parte del juez, se le dictaron a Pillín reglas de conducta como la prohibición de contacto de cualquier tipo y acercarse a menos de 500 metros. Esto implica que, por ejemplo, para buscar a su hijo menor de edad por la casa de N. debe intervenir un tercero. Asimismo, durante tres meses no podrá salir del país y deberá presentarse quincenalmente a firmar en la Oficina de Gestión Judicial.
«Todo mentira»
Durante la audiencia Bracamonte realizó un descargo y negó la veracidad de las denuncias. «Es todo mentira», dijo al ofrecer a su hijo como testigo para brindar su versión sobre el hecho ocurrido en marzo.
Y sobre el otro, dijo que fue a ver su hijo porque lo quería saludar después de cuatro meses de no verlo. «Lo quise saludar», explicó, para agregar que no tiene bate de béisbol y encuadrar los hechos en una disputa legal: «Estamos peleando por bienes, quiere más plata». (La Capital)