Bolsonaro ganó por amplio margen, pero deberá ir a balotaje con Haddad
El cantidato de ultraderecha obtuvo el 46,5% de los votos frente al 28,5% de su competidor del PT, Fernando Haddad. El 28 de octubre definirán quién accederá al Palacio del Planalto para suceder a Michel Temer.
(Por Marcelo Falak/Ámbito)
Brasilia (enviado especial) – Jair Bolsonaro, el candidato de la derecha dura de Brasil, se impuso hoy categóricamente en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Con un 96% de las urnas escrutadas, obtuvo un 46,55% de los votos, un nivel impactante pero inferior a la mayoría necesaria para evitar un segundo turno. Así, se enfrentará el próximo domingo 28 con el postulante del Partido de los Trabajadores y heredero político de Luiz Inácio Lula da Silva, Fernando Haddad, que quedó con 28,58%.
«Quiero agradecer al Partido de los Trabajadores y al presidente Lula», dijo Haddad en San Pablo, rodeado de la euforia de sus simpatizantes. estos coreaban «Brasil, urgente, Haddad presidente», soltando un desahogo por el temor de los últimos días de campaña a una derrota irreversible.
«Queremos un proyecto amplio y democrático, pero que también busque la justicia social», añadió en tono sereno, el que seguramente usará en las próximas semanas para no espantar a quienes piden que Brasil supere la brecha insoportable en la que ha caído.
«Estas elecciones ponen muchas cosas en juego, incluso la Constitución de 1988», advirtió, a la vez que prometió unir al campo democrático y dar un debate respetuoso.
El hecho de que Bolsonaro, reciente víctima de un atentado y que se presentó a votar con un chaleco antibalas, se haya hecho con más de 48 millones de votos y la amplia ventaja que sacó lo posicionan como levemente favorito en la frenética campaña de tres semanas que se iniciará hoy mismo. Eso seguramente hará que el mercado financiero festeje.
Desde hace tiempo, buena parte de la comunidad de negocios se convenció de apoyarlo debido a las promesas de radical libre mercado y privatización total de quien sería su superministro económico, el ex banquero Paulo Guedes.
Sin embargo, hay que resaltar que semejante cosecha de votos lleva implícito un anticipo del segundo turno, dado el modo en que los datos de las encuestas orientaron el voto útil claramente en detrimento del exgobernador de San Pablo Geraldo Alckmin, quien quedó cuarto con un pobrísimo 4,81%.
Su Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB, liberal-conservador), dominante en tiempos de Fernando Henrique Cardoso y poderoso hasta ahora, quedó en ruinas y es la primera víctima política de la nueva coyuntura.
Las apuestas a una tercera vía contra la polarización son otras de las derrotadas de la jornada.
Para Haddad, la gran oportunidad de pescar votos está en lo obtenido por el laborista y exministro de Lula Ciro Gomes, que se hizo con un interesante 12,51%. Los contactos comenzaron anoche mismo, pero es un error suponer que todo eso será sumado por aquel. El rechazo a la corrupción en los gobiernos del PT es en buena medida transversal a todo el sistema político, lo que le plantea a Haddad la dificultad de fidelizar lo más posible el voto lulista y, a la vez, tratar de seducir al centrista. Algo parecido a encontrar la cuadratura del círculo.
Un dato a tener en cuenta es que las últimas encuestas anticiparon bastante bien el resultado final, más allá del corrimiento de última hora de votos de Alckmin a Partido Social Liberal (PSL) de Bolsonaro. Así, cabe darles el crédito del escenario de balotaje que delinearon el sábado a la noche: ventaja para Bolsonaro pero dentro del margen de error.
Si Haddad tendrá dificultades en su llamamiento a una suerte de alianza republicana contra la extrema derecha, algo que funcionó muchas veces en Francia contra el Frente Nacional, tampoco todas serán rosas para Bolsonaro.
Su perfil agresivo, sus frecuentes declaraciones racistas, misóginas y homofóbicas, su culto a la tenencia de armas, su defensa del gatillo fácil policial, su elogio de la tortura y su apología de la última dictadura le siguen abriendo flancos débiles. Ahora que ya no habrá terceros candidatos, todo el debate girará, sin distracciones, en torno a los clivajes decisivos: la corrupción del PT y esos rasgos cuestionables del diputado y excapitán de paracaidistas.
Bolsonaro y su vice, el general de cuatro estrellas Hamilton Mourão, han amenazado varias veces con un autogolpe con apoyo del Ejército, pero esa posibilidad fue descartada por una alta fuente militar a ámbito.com. Sin embargo, esta sí reveló que la comandancia trabajó desde 2014 en el proyecto Bolsonaro presidente, orientándolo y convenciéndolo de convertirse al liberalismo. El plan apunta a restablecer un rol político activo para las Fuerzas Armadas, que participarían con varios oficiales de alta graduación en el gabinete de un eventual Gobierno del excapitán.
Si Bolsonaro se hizo fuerte en el Sudeste rico, especialmente en San Pablo y Río de Janeiro, Haddad resistió en los bastiones pobres del Norte y del Nordeste. Ese será otro clivaje de la campaña en ciernes: el modelo de Brasil que se impondrá.
Al liberalismo a ultranza que ahora defiende «El Mito», quien durante su carrera fue básicamente un nacionalista, el PT opone el modelo conocido: intervención del Estado en la economía y derogación de las reformas que impuso Michel Temer, la de flexibilidad laboral y la de congelamiento del gasto público por diez años. Habrá que ver qué gestos hace este último para, al menos, moderar esas ideas y no ponerse frontalmente en contra a la comunidad de negocios.
Para el PT se juega la posibilidad de volver al poder, claro, algo impensable hace algo más de dos años, cuando Dilma Rousseff era destituida por el Congreso y el cerco judicial se cerraba en torno de Luiz Inácio Lula da Silva, quien finalmente fue preso en abril último e inhabilitado el mes pasado. Ahora bien, un eventual triunfo significaría para ese partido una fuga hacia adelante, pero en algún momento deberá encarar un saneamiento fuerte, que le permita comenzar a recorrer el camino de una reconciliación con una sociedad espantada por la magnitud de la corrupción en Petrobras.
La derrota en Minas Gerais fue especialmente dolorosa para la izquierda, ya que allí Dilma esperaba obtener su revancha política con su candidatura a senadora.
En tres semanas se cerrará el círculo. Entonces se sabrá si el asombroso ciclo reciente de escándalos, corruptelas, conspiraciones y violencia termina de sacar al PT de la cancha, reemplazándolo por un Gobierno conservador, o si el partido de Lula tiene todavía futuro. (Marcelo Falak/Ámbito)