El indio Solari descolló en Salta
Con una puesta en escena impecable, el ex líder de Los Redondos, el Indio Solari, hizo delirar a más de 40 mil personas en Salta. En el show no faltaron los clásicos ricoteros, que marcaron los momentos de mayor comunión con el público.
A las 21.40 se apagaron las luces del estadio. Cinco minutos más tarde la tribu encendió un sinfín de bengalas al ritmo de tambores y empezó el ritual. Carlos Alberto «El Indio” Solari apareció sobre el escenario acompañado por los Fundamentalistas del Aire Acondicionado.
“Todos a los botes!” desató la fiesta en el estadio Padre Ernesto Martearena. Le siguió “No es Dios todo lo que reluce”, los dos temas de su más reciente disco “El perfume de la tempestad”. “Martini y los Tafiroles”, de Porco Rex, completó la primera tanda de su etapa como solista. De esta manera el músico eligió inaugurar la noche en Salta con su última apuesta discográfica.
Solari, como es habitual, apareció en escena con un look austero: camisa azul, pantalón negro y sus clásicos anteojos oscuros.
Tras preguntar “¿Adónde están los que viajamos 1.600 kilómetros?”, sonaron las primeras estrofas de “El infierno está encantador”, un clásico ricotero de la primera hora. A esta altura, la noche ya era embriagadora. Para entregarse de lleno a la fiesta ricotera, y en un gesto de concesión, el Indio continuó con “Un ángel para tu soledad” y “Héroe del whisky”. Apoyado en la contundencia de los Fundamentalistas… el Indio le sacó lustre a los clásicos de antaño.
“Pabellón séptimo” fue, justamente, el séptimo tema de una “misa” en la que Solari le dedicó una parte del show a los peregrinos más lejanos. A continuación, siguió desgranando “Torito es muerto” y “Vino Mariani”.
“Mariposa pontiac/ Rock del país” hizo estallar las gargantas de los más de 40 mil espectadores que tuvo el estadio y tras el hit de “Luzbelito”, llegó la primera pausa de la noche.
Con la vuelta del Indio al escenario llegó “Queso ruso” -con un importante repunte en el sonido que venía con algunas fisuras-, y una alusión del ex frontman de Los Redondos a los 35 años pasados desde la última dictadura militar: “Se que hay muchos jóvenes que no estuvieron en ese momento pero no está mal que aceitemos la memoria para que eso no vuelva a pasar nunca más”. “El tesoro de los inocentes”, del disco homónimo, fue el siguiente tema del repertorio, con el que el Indio volvió a recordar su etapa solista. Continuó con “¿Tomasito podés oírme? Tomasito podés verme?”
“El arte del buen comer” (de “Lobo suelto/ Cordero atado”) fue el sexto tema elegido para rememorar a su antigua banda. Y como con el Indio nunca faltan las sorpresas, la perlita de la noche fue “El regreso de Mao”, un inédito de Los Redondos que Solari sacó de la manga para el deleite de las 40 mil almas reunidas en el Martearena. En este punto el Indio bajó un poco las revoluciones con “To Beef or not to beef”, “Black Rusian” y “Por qué será que no me quiere Dios”, los tres de su periodo en solitario. “El lobo caído”, “Cruz diablo” y “Pedía siempre temas en la radio” cerraron la segunda tanda.
“Vamos las bandas” y “Maldición va a ser un día hermoso” volvieron a encender a los incondicionales seguidores.
A esta altura, el músico de 61 años le pedía coros a la gente para bancar algunas canciones en las que, sospechaba, la voz lo podía traicionar. El vientito fresco no era un buen aliado, pero la gente, como siempre, lo acompañó.
Un párrafo aparte se merece el momento de “Juguetes perdidos”, con más de 50 bengalas iluminando el estadio y “soplando brasas” en los corazones de la gente que volvió a renovar el pacto de fidelidad con su ídolo pagano.
Para la despedida quedaron “Flight 956” y “Jijiji”, de la mano del pogo más grande del mundo con todo el estadio aclamando a este artista que sigue mostrando profesionalismo más allá de su halo de deidad.