La canasta básica le sigue el paso al dólar
La inflación de la canasta básica será de 43% para este año. El seguimiento sobre diez artículos arrojó que se incrementaron en el mismo porcentaje que el dólar
Las decisiones del gobierno nacional de Cambiemos confluyeron hacia dolarizar la economía doméstica. Quitar las retenciones a los granos, liberar el precio de los combustibles y trasladar todo el costo de generación de electricidad y gas a los usuarios fueron políticas en ese sentido. Y, al dolarizar la economía, quedó como rehén del tipo de cambio: la brutal devaluación del peso se trasladó, de esta manera, directamente a la inflación y al costo de vida de los argentinos.
Un estudio del Instituto de Estudio de Consumo Masivo (Indecom) relevó que, entre el 1° de mayo cuando comenzaba a incrementarse la corrida bancaria y el 27 de junio, la devaluación del peso frente al dólar (que pasó de 20,80 pesos a 27,70, un 33%) se vio acompañado por un aumento similar de precios (32,7%) en unos diez alimentos medidos.
De esta manera, una botella de 1,5 litros de aceite pasó de costar 52 pesos a 75 (44%); un paquete de 1 kilo de harina de 24 a 32 pesos (32%); un litro de leche en sachet de 18 a 24 pesos (32%) y un paquete de medio kilo de fideos tirabuzón de 26 a 34 pesos (30%), son algunos de los ejemplos de esa suba del costo de vida relevada por el Idecom.
Miguel Ángel Calvete, titular del Indecom, expresó a El Ciudadano: “Independientemente de la inflación en general, cuya proyección nos está dando entre 34 y 36% para este año, en lo referido a alimentos y canasta básica nos está dando 22% para el primer semestre y casi 43% en el año”.
Teniendo en cuenta que los sectores vulnerables destinan casi el 70% de sus ingresos a comprar alimentos, serán los más perjudicados por las políticas llevadas adelantes por el macrismo. Ya no se escucha más al gobierno nacional hablar de “pobreza cero”.
“Tenemos un problema serio. Hay una inercia inflacionaria que tenemos que resolver. El gobierno tiene que tomar medidas que tiendan a generar un monitoreo más eficiente de la cadena de valor. Si el gobierno interviene para sugerir techos de paritarias salariales, debería también intervenir en lo que respecta a los precios. Un acuerdo de precios y salarios sería muy prudente en esta coyuntura porque sino es una espiral de nunca acabar”, agregó.
“Por lo general los aumentos más distorsivos se dan en las cadenas de comercialización y distribución. Pero más allá de eso también encontrás posiciones dominantes de muchos insumos de la industria: en el caso de petroquímicos, polietileno, hojalata, vidrio, cartón. Es decir, son muy pocos jugadores que tienen una posición dominante en el mercado y la ejercen de esta forma”, graficó Calvete.
“En la cuna del liberalismo que es Gran Bretaña, los bienes esenciales y de alimentación están monitoreados por el gobierno. Lo mismo pasa en Italia, en Francia, en España, no es patrimonio de países comunistas. Acá creo que es fundamental la intervención del Estado por lo menos en lo que son bienes esenciales”, concluyó.
“Sin control, se dolariza”
Por su parte, Osvaldo Bazzano, de la Asociación de Defensa de los Derechos de Usuarios y Consumidores (Adduc), evaluó: “Con facturas de luz mensual de 1.500 pesos, de gas de 1.500 pesos, de agua de mil pesos, más el transporte, la compra de alimentos, la concentración de las bocas de expendio de comercialización, mínimamente hay un porcentaje entre el 4 y 4,5% de incremento en cada mes”.
“La situación es que en alimentos, comunicaciones, energía, medicamentos y artículos de limpieza hay una muy fuerte concentración. Al haber este tipo de concentración, las empresas descargan toda su estructura de costos sobre el valor del dólar. Con la leche, una misma empresa tiene primera, segunda y tercera marca. El packaging que tiene alto contenido de aluminio o metal lo produce una sola empresa. Eso hace que sin el control del Estado se dolarice toda la economía”, agregó en diálogo con este diario.
“Los de la mesa de enlace están muy contentos porque no les van a tocar las retenciones. En un país serio las retenciones se aplican no solamente por un problema impositivo sino por un problema alimentario: para que no terminemos pagando precios a la misma altura que un país extranjero cuando el alimento lo tenemos en nuestro suelo. Si no ponemos retenciones al trigo seguiremos pagando el pan entre 60 y 100 pesos; si no ponemos retenciones al maíz seguiremos pagando el cerdo a precios de estratósfera e importando; y vamos a seguir pagando carísimo un bife de costilla que aporta las proteínas necesarias para los chicos. Si no aplicamos políticas concretas de parte del Estado, difícilmente se pueda beneficiar a la población”, concluyó Bazzano.
“Cada punto son más pobres”
En tanto, Sandra González, miembro de la Asociación de Defensa de los Consumidores y Usuarios de la Argentina (Adecua), advirtió: “Estamos viendo con preocupación los considerables aumentos de los alimentos, todos los días te encontrás con precios nuevos, ya prácticamente no hay referencias de precios”.
“El empresariado argentino tiene menos patria… se sientan y acuerdan 500 productos con precios cuidados, y realmente no encontramos en los supermercados más de 40, con suerte”, detalló Gonzalez.
“Se ha perdido la buena alimentación, lamentablemente hoy una alimentación saludable la puede mantener muy poca gente. Tenemos que pensar que hay gente que no come las cuatro comidas diarias. Hay que tener en cuenta que cada punto de inflación son más pobres. Es así, uno más uno es dos, hace años que se viene viviendo esto. Cada punto de inflación es más gente viviendo en la pobreza”, finalizó. (El Ciudadano)