Forman en Rosario el primer coro de hombres gays del país
El conjunto dirigido por Elio Allegra busca visibilizar al colectivo a través de arreglos de canciones para voces masculinas.
Por Luciana Mangó/El Ciudadano
En 2009 Elio Allegra ensayaba una versión coral para hombres de la obra Lux Aurumque de Eric Whitacre. La partitura estaba dedicada a un coro gay de Boston. La formación le despertó curiosidad y pensó en replicarla en Rosario. Casi una década después se reunió con integrantes de la Asociación Civil Osos y a mediados de marzo empezaron los ensayos del primer coro de hombres gay de Rosario. La propuesta, que existe en grandes ciudades del mundo, es la primera del país con estas características. Reúne el aspecto artístico de juntar voces masculinas con el objetivo de visibilizar al colectivo LGTBIQ.
“Es una actividad más que el colectivo genera como herramienta de visibilización. Está dirigido a hombres gays como un factor aglutinante que sirve para formar un coro, y a la vez, el coro es una forma de visibilizar al colectivo y brindar un espacio para compartir entre personas afines”, explicó Allegra a
Los ensayos empezaron hace dos semanas después de un proceso de audición y selección de integrantes. Ya se sumaron 15 integrantes y la convocatoria sigue abierta. Las condiciones son simples: ser varón gay y tener ganas de cantar. El repertorio será variado. Desde música de la época del romanticismo y obras del cancionero popular argentino, hasta canciones de Les Luthiers y otras a las que el director consideró representativas del colectivo.
“Hay una movida mundial desde hace un tiempo. El coro de hombres gays más antiguo está en Londres, pero también hay en Madrid, Barcelona, Amsterdam, Sidney, México y Los Ángeles. En Rosario no existen coros de voces iguales. Y en el cono sur sólo hay dos formados por varones gays: en Uruguay y ahora en Rosario”, contó el director.
Elio tiene 40 años y participa en coros como cantante y director desde hace tres décadas. Descubrió la vocación a los 11 años, cuando cantó por primera vez en el coro de la escuela Monseñor Boneo. “Fui contra mi voluntad. Mi mamá me dio a elegir entre ir al coro o a Acción Católica. Preferí cantar. Cuando en el segundo ensayo la maestra movió los brazos y empezó a dirigir supe que quería hacer eso toda la vida”, recordó Elio, quien en la actualidad dirige cinco coros.
“La voz es una herramienta maravillosa y versátil con la que se pueden hacer muchas cosas. A diferencia de un instrumentista que tiene que estudiar mucho tiempo para canalizar los sentimientos y conmover, el coro está vivo y es mayor el desafío de transmitir sentimientos. Es apasionante lograr que aflore la emoción de 30 personas y contagiarla al auditorio”, opinó.
El año pasado la Asociación Civil Osos tomó la iniciativa de formar un coro para hombres gay. La organización se dedica hacer actividades para el colectivo gay de la ciudad y sus integrantes contactaron con Allegra a principios de este año para armar el proyecto.
“Todos los coros responden a un factor aglutinante: un club, una iglesia, una escuela. En este caso nos une el colectivo LGTBI. En la mayoría de los coros los integrantes demoran en tener un sentido de pertenencia. En el coro de hombres gay, el sentido de pertenencia es lo que nos convoca”, explicó Allegra. “La propuesta no tiende a la discriminación y no pretendemos cortarnos solos. Es una llama de visibilización”, agregó.
El flamante grupo lo integran 15 hombres gays de entre 19 y 56 años, sin experiencia artística previa. Tienen profesiones y trabajos diversos y se unieron al proyecto porque les interesó juntarse con gente afín. Ensayan los lunes, de 20 a 22, en la sede de la Asociación Civil Osos (Rioja 1631, tercer piso). En los dos primeros encuentros aprendieron técnicas de respiración, vocalización y empezaron a ver las primeras obras.
“El colectivo avanzó en la conquista de derechos. Hay muchas ONGs que trabajan para que la igualdad sea un hecho. Gracias a las luchas de los últimos años y a las pequeñas conquistas hoy es más fácil salir del closet. El arte siempre fue un lugar de contención del colectivo y de canalización de sentimientos”, concluyó. (Luciana Mangó/El Ciudadano)