El Vía Crucis junto al Padre Ignacio congregó a más de 300 mil personas
El popular sacerdote rogó por la recuperación de la paz y la felicidad. Dijo que los «poderes» se creen los dueños del mundo y lanzó: «Recen por mí»
Por Tomás Barrandeguy/LaCapital
Ignacio no dudó un segundo en expresar su cariño a los miles de fieles que esperaban sus palabras finales. «Los quiero mucho», fue la frase con la que cerró el Vía Crucis de ayer. Y la pronunció sobre las 23.43 ante unas 350 mil almas, cerca de 100 mil más que el año anterior. Apenas después, bajó del escenario y saludó a quienes pudieron acercarse. Emocionados, los feligreses parecieron olvidarse de las tres horas que duró la ceremonia más masiva de la ciudad. «Que no falte el diálogo. Es necesario recuperar la paz y la felicidad», dijo al hacer un llamado no sólo destinado a cada hogar, sino a los «líderes mundiales» y los «poderes»que toman decisiones como si fueran «los dueños del mundo».
De este modo, el padre Ignacio Peries rogó que «Dios ilumine a los políticos» para que puedan decidir «por la vida, no por la guerra ni la destrucción».
Antes de bajar del escenario, volvió a reclamar que Dios le dé la «gracia de seguir caminando» por la gente. «Recen por mí», reclamó. No era para menos, el año próximo cumplirá 40 años de misión pastoral en la ciudad, un número que no pasó desapercibido anoche. Tanto que, dijo, ya lleva más tiempo en Rosario que en Sri Lanka, el país que lo vio nacer.
El buen clima fue un aditivo a la hora de la enorme presencia del público y en ese contexto el sacerdote llevó adelante la tradicional peregrinación por el barrio Rucci, finalizando, como todos los años, en la gigantesca cruz que adorna el acceso de la autopista a la ciudad de Santa Fe.
Conocida también como estaciones de la cruz o la vía dolorosa, la procesión cuenta con 14 estaciones representadas en igual número de imágenes correspondientes a incidentes particulares que, según la tradición cristiana, Jesús sufrió por la salvación de la humanidad basados en relatos evangélicos y la tradición.
Desde muy temprano la parroquia Natividad del Señor, que estuvo abierta a todo el público desde el jueves por la noche, fue el epicentro de los movimientos de los peregrinos. A las 5, los hombres fueron los protagonistas en la hora de piedad. Sobre la tarde se llevó a cabo el Vía Crucis de los niños por las calles del barrio.
Los 30 grados y el cielo impoluto que dominó la jornada sirvieron para que la gente que decidió acudir este año a la peregrinación por EL barrio Rucci pudiera esperar por el comienzo en la calle, en reposeras o sillas, para disfrutar del aire libre. Un barrio que se sabe tranquilo el resto del año pero que está preparado y afirmado para recibir año tras año a cientos de miles de fieles que, pacíficamente y en estado de emotividad, rompen de buena manera la quietud de la zona.
Hacia las 20.30, puntual, los cientos de miles de fieles partieron desde el templo que recibió al padre hace 39 años. Tres fueron las cruces que lideraron a los peregrinos por las estaciones que representan el recorrido de Jesús hacia el calvario.
La procesión se realizó con total tranquilidad en un operativo que no tuvo sobresaltos ni fisuras. A pesar de que la masa de personas crece con el correr de las ediciones, la celebración se llevó a cabo sin problemas. (Tomás Barrandeguy/LaCapital)