Putin fue reelecto por cuarta vez consecutiva como presidente de Rusia
El trono del ‘zar’ Vladimir Putin es lo suficientemente sólido como para preparar la transición o la prolongación de su poder que esté por venir. El actual presidente ruso ganó de manera incontestable las elecciones presidenciales con más del 70% de los votos, diez puntos más que en la convocatoria anterior.
Le seguía el candidato del Partido Comunista, Pavel Grudinin, con el 15%. El tercer candidato más votado es el líder del Partido Liberal Demócrata, el ultranacionalista Vladimir Zhirinovski, con un 5,9%. Todos sabían que sólo podía ganar Putin, aunque el abanico de aspirantes era amplio. Los ciudadanos rusos acudieron a las urnas para elegir de entre ocho candidatos quién será su jefe de Estado en los próximos seis años.
Todavía sin haberse completado el escrutinio, Putin se dirigió a los ciudadanos rusos desde la plaza Manézhnaya, en el centro de Moscú, donde tuvo lugar un mitin y un concierto para conmemorar el aniversario de la reintegración de la península de Crimea en el país. «Rusia está condenada al éxito y debemos mantener la unidad», añadió el presidente. Le escuchaban varios miles de personas congregadas a pesar de los 12 grados bajo cero que marcaban los termómetros.
Tal y como temía el Kremlin, la participación quedó al 60%, algo por debajo del 65% en el 2012, una muestra de la fatiga que algunos rusos muestran con el sistema, pero también del desinterés de muchos ante unos comicios definidos ya de antemano. Es la afluencia a las urnas más baja de la historia de las presidenciales de Rusia. Según la Constitución rusa, Putin no puede presentarse de nuevo en 2024 y ha dicho que no planea una reforma del texto legal. Los resultados de ayer son una plataforma para pilotar futuros cambios, sean de persona al frente del país o de esquema de poder.
El gran ausente en estas elecciones fue el opositor Alexei Navalny, vetado en la carrera electoral por un caso de corrupción y que promovió con todas sus fuerzas un boicot electoral para deslucir la victoria del presidente. Con Navalny oficialmente fuera de la carrera, sólo dos candidatos lograron obtener una relevancia significativa: Pavel Grudinin, de 57 años, del Partido Comunista; y Ksenia Sobchak, de 36 años, una presentadora ligada a la disidencia cuyos lazos familiares con Putin hicieron preguntarse a muchos si de verdad era una candidata independiente.
En las pasadas presidenciales, Putin recibió el 63,6% de los votos. En aquel 2012, los comunistas fueron segundos con un 17,2% y los ultranacionalistas quedaron cuartos con un 6,2%. Les adelantó el candidato independiente Mijail Projorov, que fue segundo con un 8%. Sobchak encarnaba esa opción liberal en los comicios de ayer, pero recibió un modesto 1,4% de los votos.
Putin se había presentado con el lema que necesita un país que se siente en medio de la tormenta: «Un presidente fuerte, un país fuerte». En un clima de confrontación con Occidente -desde donde se acusa a Moscú de interferir electoralmente en EEUU, matar a ex espías en Reino Unido, invadir en Ucrania y masacrar en la guerra Siria- muchos rusos se tomaron como un deber patriótico el ir a votar a su presidente.
«Elegí el menor de los males»
Por su parte, el mandatario madrugó ayer para ser uno de los primeros en depositar su voto y admitió que se contentaría con cualquier resultado que le permita ser elegido para un cuarto mandato en el Kremlin. Cuando se le preguntó sobre el resultado que consideraría satisfactorio, Putin respondió: «Cualquiera que me permita ejercer la función de presidente». «Estoy seguro del programa que propongo al país», agregó tras votar, con traje negro y corbata color burdeos, en el colegio situado en los locales de la Academia de Ciencias de Moscú, donde ya ejerció su derecho a voto varias veces en los últimos años.
Maria, una jubilada que votaba en el centro de Moscú, se encogía de hombros tras introducir su decisión en la urna y entregarse al frío día soleado: «Elegí el menor de los males», resumió al ser preguntada sobre por qué había votado a Putin.
Parte de la oposición desconfiaba de la limpieza de los comicios. Desde por la mañana afloraron en internet vídeos de personas introduciendo puñados de papeletas en las urnas. Pero por la tarde, cuando quedaban menos de dos horas para el cierre de los últimos colegios electorales del país -que tiene 11 husos horarios-, los observadores rusos estimaban que casi la mitad de las 1.000 denuncias recibidas por infracciones eran falsas.
Representantes de 20 países siguieron la votación en Crimea -donde Putin logró un amplio apoyo: superó el 90% de los sufragios-, que votaba por primera vez en las elecciones rusas tras su anexión en el año 2014.
División en la disidencia
El reciente desafío nuclear a Estados Unidos del presidente Putin y las leyendas rusas impregnaron los detalles festivos de la jornada. Un misil, un dragón, varios osos y caballeros medievales son algunos de los disfraces que se vieron durante la jornada electoral en los colegios de votación rusos.
Si el plan era que la candidatura presidencial de Ksenia Sobchak dividiese a la disidencia, anoche parecía haber funcionado. Sobchak ofreció a Alexei Navalny comenzar las negociaciones de cara a una cooperación después de las elecciones. Aunque ambos encarnan a la perfección el hartazgo de los rusos de ciudad con Putin, el choque entre los dos parecía inevitable: él ha sido vetado por el sistema y encarcelado varias veces en el pasado, y ella ha podido concurrir con notable apoyo económico y, sobre todo, siendo bienvenida en las cadenas de televisión.
Él ha sido acusado de arrogancia, pero se ha desgañitado estos años a pie de calle y ha descubierto con sesudas investigaciones las corruptelas del Gobierno, mientras que ella ha compatibilizado su indignación en las manifestaciones con la rentable participación como presentadora en eventos corporativos de la élite que veranea con el presidente Putin. Navalny acusó anoche a la candidata de hipocresía y complicidad con el «fraude».
Sobchak y el ex diputado de la Duma estatal Dimitry Gudkov están creando un nuevo partido político que se llamará el Partido de los Cambios y que, según Gudkov, tomará una postura contra el presidente Putin. A pesar de todo, no habrá oposición unida: «Te juzgaré por tus negocios, todos son repugnantes e hipócritas», dijo Navalny a Sobchak y la tachó de «caricatura de candidata liberal». (La Vanguardia)