Cuestionan reubicación de 32 ancianos del hogar provincial
El titular de la Sociedad de Geriatría afirma que la mudanza fue inconsulta y causó mucho estrés. La provincia dice que todos pudieron elegir dónde ir
El cierre temporario por obras del Hogar de Adultos Mayores Jorge Rodríguez, que depende de la provincia y en el que vivían 32 personas, generó quejas por parte del presidente de la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Rosario, José Trop. El directivo argumentó que en «vísperas de las grandes fiestas navideñas y de fin de año», para poder comenzar los trabajos «los residentes fueron alojados en diferentes hogares de la provincia, cercanos o lejanos, sin su consentimiento, ignorando los lazos afectivos, las amistades (y los) vínculos humanos». La desmentida llegó rápida desde el gobierno provincial. «Se encaró una obra que la gente reclamaba desde hacía tiempo y cada persona pudo decidir adónde iría, incluso algunos hasta hicieron un reconocimiento previo», afirmó la secretaria de Integración Social, Alejandra Dupouy. Sólo dos ancianos eligieron quedarse en casa de familiares hasta que el Hogar sea reabierto, lo que está previsto para septiembre.
El 24 de diciembre pasado, una carta de lectores publicada en LaCapital (firmada sólo con el DNI 25.505.099) interpeló a las «autoridades provinciales» en nombre del «dolor, la desolación y la desesperanza de los ancianos» que vivían en la institución de Presidente Perón y Provincias Unidas, algunos desde «hace casi veinte años».
El autor de la carta relataba que en noviembre el personal del hogar comunicó a los residentes que el lugar cerraría durante cerca de año por «reformas edilicias» y días después «les ordenaron que embalaran sus pertenencias, ya que serían trasladados» a distintos puntos de Santa Fe.
«Esta decisión se tomó respecto de ancianos de 80 y 90 años, sin recursos económicos que les permitan elegir dónde vivir y morir, sin fuerzas ni energías para poder defenderse, sin nadie que alzara la voz por ellos, sin respeto por los vínculos que pudieron armar en todos estos años», decía la carta, y «en un mes fueron desparramados, al decir de ellos «echados como perros», sin la delicadeza de una atenta derivación, receptados sin presentación, sin historia, como nadie en cada nuevo lugar, para sorpresa de los nuevos directivos también».
Trop hizo suyas esas palabras para asegurar que con esos traslados «se avasallaron» derechos «incorporados en leyes nacionales e internacionales», ya que no se consultó a los ancianos, sumándoles un «distrés severo» por «desarraigo geográfico, afectivo y familiar».
Sin embargo, desde la provincia la versión fue diametralmente otra. El propio ministro de Desarrollo Social, Jorge Alvarez, fue el primero en asegurar que las reformas en el Hogar de Provincias Unidas forman parte de un «plan de obras» que apunta a mejorar las condiciones de vida de los adultos alojados en los veinte establecimientos que dependen de su cartera.
Y afirmó además que una vez que la obra culmine, en unos nueve meses, los residentes podrá regresar al hogar, con todos sus techos y sanitarios íntegramente renovados.
La titular de la Secretaría de Integración Social, por su parte, contó que los arreglos, a cargo de Obras Públicas de la provincia, tienen un costo de 3,7 millones de pesos. Se repararán integralmente los techos de los dos enormes pabellones que integran el edificio y se harán a nuevo los sanitarios.
Dupouy detalló que de los 32 residentes actuales del hogar, la enorme mayoría hombres, sólo dos resolvieron quedarse en casas de familiares: una mujer en lo de una hija en Rosario y un varón en lo de un hermano en Santiago del Estero.
El resto, precisó la funcionaria, aceptó mudarse temporariamente a otros hogares de la provincia, que en algunos casos incluso fueron antes a visitar, ubicados en las localidades de El Trébol, Serodino, Bigand, Máximo Paz, Chañar Ladeado, Las Parejas y Rufino. Unos pocos ancianos pidieron quedarse en la ciudad, por lo que se los ubicó en hogares de Pami o de Incluir Salud.
«Hay muy poca gente que mantiene contacto con familia o amigos», explicó Dupouy, y para graficarlo contó que algunos ya han expresado incluso su deseo de permanecer en el nuevo lugar adonde fueron reubicados.
Para Dupouy está claro que, así como estaba, el edificio no daba para más. De hecho, recordó, pese a tener una capacidad para 60 personas el grado de deterioro impedía alojar a más de las 32 que residían en el lugar. Y era, además, el principal motivo de queja. (La Capital)