El triunvirato de la CGT se reunió y aseguró su futuro
Moyano y Barrionuevo volvieron a la mesas chicas preocupados por un quiebre con el Gobierno. Faltaron el triunviro Daer y el metalúrgico Caló.
La CGT replicó ayer las mesas navideñas disfuncionales en las que la presencia de un sector de la familia excluye necesariamente a otro. Así, una cumbre que debía exhibir unidad y garantizarle sobrevida al triunvirato de conducción al menos hasta el primer trimestre de 2018 reunió a dos pesos pesados como Hugo Moyano y Luis Barrionuevo con otros referentes pero dejó libres las sillas destinadas a los «gordos» de los grandes gremios de servicios, siempre mayoritarios en volumen de afiliados, y a la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), el principal sindicato de servicios. El encuentro tenía por objeto disipar tensiones internas y rumores de eventuales deserciones tras el paro nacional sigiloso de la semana pasada.
La cumbre se concretó en la sede de la Unión Obrera de la Construcción (UOCRA). El anfitrión, Gerardo Martínez, logró un quórum parcial con la presencia de Moyano y Barrionuevo como exlíderes de sendas versiones de la CGT pero no pudo completar ese rubro por la ausencia de Antonio Caló, de la UOM. Estuvieron dos de los tres triunviros, Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña pero no Héctor Daer, el referente de los «gordos» ni el mercantil Armando Cavalieri, y tampoco concurrió José Luis Lingeri, colega de Martínez en el grupo de los «independientes» ligados a los oficialismos. Por ese sector, en cambio, asistió el estatal Andrés Rodríguez y la mesa se completó con los dos máximos referentes del transporte, Roberto Fernández (UTA, colectiveros) y Omar Maturano (ferroviarios, Fraternidad).
Las conclusiones de los contertulios fueron tan significativas como los faltazos. En el primer rubro hubo acuerdo para garantizar la continuidad del triunvirato al menos hasta mayo próximo, como mes tentativo, por entender que para entonces habrán comenzado a definirse las principales negociaciones paritarias. Desde afuera algunos dirigentes comentaban con malicia que el respirador artificial continuaría hasta entonces sólo para mostrar una unidad ficticia para el armado de la delegación argentina para la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Tras esa definición, que llevó la mayor parte del debate, la reunión discurrió por los canales usuales: la preocupación por la ronda de paritarias frente a los techos técnicos que comienza a sugerir el Gobierno para los aumentos de 11 a 16%, de acuerdo al funcionario consultado; la absoluta intrascendencia de la huelga de la semana pasada por la defección de la mayoría de los gremios confederados; los fondos de las obras sociales como motivo de permanente queja de los dirigentes, y las maniobras de hostigamiento respecto de algunas organizaciones sindicales que la CGT endilga en una misma línea al Ejecutivo y a los jueces federales.
Este último ítem fue la principal razón para la presencia en el encuentro de Moyano, que había dejado de concurrir hacía meses a este tipo de cumbres. Como anticipó ayer este diario la administración de Mauricio Macri resolvió dinamitar puentes con el camionero y martirizarlo con la crisis de la postal OCA y el fantasma de Amazon Flex, una suerte de Uber de los envíos del comercio electrónico. También, aunque nunca lo reconocerán abiertamente los funcionarios, quedó una tácita vía libre para el avance de causas judiciales relacionadas con los múltiples intereses de Moyano.
Ese escenario empujó al líder de los choferes hasta la sede de la UOCRA al igual que a Barrionuevo, uno de los más resueltos a confrontar con el Gobierno por la falta de respuestas a sus demandas domésticas. El nuevo entendimiento entre ambos (que en la historia reciente han sido tanto aliados como rivales) fue llamativo por tratarse de dos de los dirigentes que de forma directa o indirecta más hicieron por esmerilar el triunvirato.
Y, de hecho, la participación de ambos fue determinante para las ausencias de otros dirigentes como Daer, uno de los mayores sostenes del triunvirato pero sin confianza alguna en los pasos de Moyano y Barrionuevo. Lo mismo para el caso de Cavalieri. En cambio, Caló pegó el faltazo para ser consecuente con la renuncia de su gremio al Consejo Directivo de la CGT, anunciado la semana pasada pero concretado ayer mismo. En una carta con su firma el metalúrgico confirmó que la salida de Francisco «Barba» Gutiérrez de la Secretaría de Interior fue una determinación del sindicato y no individual, y que a pesar de mantenerse la UOM en la central no pondrá a otro dirigente en ese lugar de conducción.
El otro ausente fue Lingeri, de Obras Sanitarias. En su caso, que en medio del paro había hecho públicas sus quejas contra la conducción de la CGT, se trata de un accionar en línea con dejar intacta su relación con el Ejecutivo, del que depende de forma directa la empresa madre de su actividad, Aysa. (Ámbito.com)