Condenaron al joven que asesinó a Matías Ratari
La pena recayó en Lucas Fernández, de 23 años, quien cometió el hecho en exceso de legítima defensa y ante un supuesto robo a sus familiares.
La investigación por el crimen de Matías Ratari, un joven de 22 años asesinado de un balazo calibre 9 milímetros el 16 de abril de 2016 frente a un edificio de Cochabamba al 300 en un oscuro episodio, se saldó la mañana de ayer en el marco de una audiencia que se llevó a cabo en los Tribunales provinciales y en la cual se homologó un acuerdo abreviado por el cual Lucas Emanuel Fernández, de 23 años, fue condenado a 5 años de prisión efectiva, el pago de un resarcimiento de 400 mil pesos a la familia de la víctima y el compromiso de realizar una declaración pública en la cual se «limpie el buen nombre y honor» del muchacho que perdió la vida.
El acuerdo de partes fue homologado por la jueza penal Patricia Bilotta ante la presencia del padre de la víctima, Luis Ratari, quien aceptó en el acto la disculpa presentada por el condenado al sostener que estaba «arrepentido» por el hecho que cometió. Ratari padre también se mostró dispuesto a llegar a un acuerdo en el marco de lo que se denomina «justicia restaurativa», es decir el acercamiento entre la familia de la víctima y el victimario en pos de cerrar un hecho que, según el abogado Gustavo Feldman, representante de la querella, «fue un típico acto de desborde de nocturnidad con una reacción desproporcionada y consecuencias fatales».
Madrugada trágica
El hecho ocurrió a las 4.30 de la mañana del 16 de abril del año pasado frente al edificio de Cochabamba 329, donde residía Lucas Fernández. Entonces, en la puerta del inmueble estaban cuatro familiares del joven que recién habían bajado del departamento tras festejar el cumpleaños número 23 del muchacho. Mientras esperaban un remís, esas personas (entre quienes estaba la mamá de Fernández) fueron abordadas por dos jóvenes que circulaban en una moto.
Según el abogado Feldman, nunca quedó claro cómo empezó el episiodio, pero hubo un entredicho entre los motociclistas y las demás personas. Entonces el rodado dio una vuelta en «U» y volvió hacia la puerta del edificio generándose una discusión. En esas circunstancias, desde el balcón de su departamento del tercer piso, y supuestamente en defensa de sus familiares que proferían algunos gritos, Fernández disparó con una pistola Hi Power calibre 9 milímetros con balas de teflón que días después fue secuestrada en la misma propiedad. Uno de los proyectiles impactó en el hombro de Ratari quien murió casi en el acto.
En un primer momento se sostuvo que Matías y quien lo acompañaba en la moto habían querido asaltar a los familiares de Fernández tras amenazarlos con un arma de fuego, pero ese arma nunca fue hallada y tampoco se comprobó que se haya tratado de un intento de robo. Así las cosas, el muchacho se presentó tres días después ante la Justicia y admitió haber sido quién efectuó el letal disparo, por lo que quedó detenido bajo prisión preventiva hasta ayer, cuando la misma se convirtió en efectiva.
Durante la audiencia imputativa, el abogado Gustavo Feldman sostuvo que «la tenencia de un arma del poder de la que uso Fernández para matar a Ratari puede considerarse un anticipo del acto» que cometió. «Nadie compra un arma como esa si no piensa que en algún momento la va a usar, aún si no se imagina el riesgo severo que implica su tenencia», agregó el profesional.
Otra campana
Por su parte las abogadas defensoras de Fernández, Malena Copello y Bárbara Reynoso, sostuvieron ayer ante La Capital que su cliente «actuó ante una ocasión de tentativa de robo a la que estaban siendo sometidos sus familiares» y dijeron que como prueba de ello «hubo un sinnúmero de testimoniales, el acta de procedimiento realizada por la policía y la posterior imputación de quien acompañaba a Ratari, identificado como Franco P. por un robo calilficado».
En ese sentido, las profesionales afirmaron que «la situación de robo quedó acreditada aunque no pudo sostenerse que Ratari haya tenido un arma porque la misma no se encontró», y en ese sentido puede entenderse el exceso de la legítima defensa. No obstante, en la condena a su cliente no quedó explícito que todo ocurrió como consecuencia de un asalto.
Las profesionales también remarcaron que en el marco de la audiencia realizada ayer en Tribunales, el propio padre del joven muerto admitió que «había sido una cosa de chicos que no tendría que haber terminado de la manera en que terminó». Y manifestaron que, al hacer uso de la palabra, Luis Ratari manifestó su enojo con quien por entonces era comisario de la seccional 4ª de policía, que intervino en el hecho por razones de jurisdicción y le dijo cuando fue a buscar la ropa de su hijo que «Matías murió en su ley».
Al respecto y a modo de explicación de ese dicho, la abogada Copello comentó que «aunque Ratari no tenía antecedentes penales, en su perfil de Facebook aparecía ligado a una banda que se hacía llamar «Los de Amenábar» y que se mostraban en fotos con armas de todo tipo».
Finalmente, la profesional dijo que su cliente, ante lo sucedido y frente a los familiares de la víctima, «no tuvo dudas en pedir disculpas por lo ocurrido, sostener que lamenta lo que pasó y el dolor que la causó a la familia, pero que a su entender sus allegados estaban ante una situación de robo».
La pena
Lo cierto es que la jueza Bilotta, tras escuchar a las partes, la manifestación de arrepentimiento de Lucas Fernández y la aceptación de las disculpas por parte de Ratari padre, homologó el acuerdo abreviado y condenó al ejecutor del crimen a cinco años de prisión efectiva a cumplir en la cárcel de Piñero (donde se encuentra alojado desde el año pasado) por «homicidio agravado por el uso de arma de fuego cometido en exceso de la legítima defensa en concurso real con portación de arma de guerra».
Además le impuso el pago de un resarcimiento económico de 400 mil pesos a la familia de la víctima (250 mil de los cuales tuvo que efectivizarlos para la firma del juicio abreviado), el decomiso de la poderosa arma utilizada para cometer el crimen y el compromiso del acusado de realizar una declaración pública de culpabilidad en la cual «deje limpio el nombre y honor de Matías Ratari».
«Ahora tengo un poco de paz, pero estoy muerto en vida»
«Este juicio me dio un poco de paz, pero estoy muerto en vida. Sólo sigo adelante por mis otros dos hijos y mi nieta», dijo ayer Luis Ratari, el padre de Matías, tras conocer el resultado del juicio que mandó tras las rejas al asesino de su hijo. Y agregó: «Yo no soy quien para juzgarlo, que lo juzgue Dios».
Ratari explicó: «Sólo quiero que Matías descanse en paz aunque este joven, que me pidió disculpas llorando por lo que hizo y se mostró arrepentido, en poco más saldrá de prisión y estará con su familia mientras yo todos los domingos voy al Cementerio a dejarle una flor a mi pibe».
Finalmente descargó su bronca contra la seccional 4ª. «Matías tenía 4.900 pesos en el bolsillo y me devolvieron 30; tenía dos dijes de oro que desaparecieron y su moto no tenía la batería. Todo eso lo denuncié y espero que alguien pague por todo eso». (La Capital)