En una sesión explosiva, Cambiemos no pudo aprobar la reforma jubilatoria
Tuvo que levantar la sesión en medio de un escándalo y enfrentamientos en la calle. La oposición denunció que trucharon el quórum.
Cambiemos sufrió este jueves una dura derrota política al fracasar en su intento de aprobar la polémica reforma jubilatoria en la Cámara de Diputados, donde en medio de un escándalo por denuncias de falta de quórum y represión de la gendarmería en las afueras del palacio, Elisa Carrió acordó con el kirchnerismo levantar la sesión.
Lo pidió tras varios minutos de gritos, insultos y careos entre diputados con un pico de tensión cuando los kirchneristas se abalanzaron contra Emilio Monzó para recriminarle por la represión en las afueras del Palacio del Congreso al menos tres de sus pares: Mayra Mendoza, Leopoldo Moreau y Matías Rodríguez, que había quedado inconsciente.
En el recinto, el primero en denunciar la situación fue el jefe de bloque kirchnerista, Agustín Rossi, quien explicó que sus colegas de bancada Mayra Mendoza y Matías Rodríguez estaban en la enfermería. Le contestó Carrió que pidió a los diputados que «no se abalancen sobre las fuerzas del orden».
Esto indignó a la diputada Victoria Donda que estaba con muletas porque la tarde del miércoles fue reprimida por gendarmes en lo que fue un anticipo en pequeña escala de lo que iba a suceder. Indignada, Donda le dijo a Carrió. «Yo esto con bastones porque me reprimió la gendarmería porque no quieren que defendamos a los jubilados y los pobres».
Se habían enfrentado con los gendarmes en uno de los puestos de control cuando no los dejaban pasar por no exhibir credencial. Los recién asumidos no las habían ido a buscar intentaban explicar. Una polémica que incluso se dio adentro del Congreso, cuando agentes de seguridad de la cámara baja tampoco los dejaban pasar al salón de los Pasos Perdidos, ante sala del recinto. Una situación absurda.
Pero la polémica había empezado a las 14.30, cuando Agustín Rossi pidió levantar la sesión porque había transcurrido media hora sin quórum, tiempo límite que marca el reglamento.
Rossi lo sabe bien: cuando la oposición controlaba el recinto en 2010 en las épocas del Grupo A, se ocupaba de cancelar las reuniones si no había 129 diputados sentados media hora después de lo indicado. Sólo que esa época contaba con la complicidad del jujeño Eduardo Fellner, presidente de la Cámara.
Unos minutos antes el jefe del PRO Nicolás Massot y Emilio Monzó, encargados de juntar la mayoría, caminaban nerviosos por el recinto, teléfono en mano. Los aliados para el quórum no alcanzaban. Estaban en sus bancas Martín Lousteau y sólo dos de sus tres socios: Carla Carrizo y Teresita Villavicencio.
También el salteño Alfredo Olmedo y tres de los seis santiagueños: Graciela Navarro, Hugo Infante y Mirta Pastoriza. Massot se acercó a preguntar dónde estaban sus comprovincianos, pero no encontraba respuesta y mucho menos entendía por qué los diputados del interbloque de los gobernadores que habían comprometido a habilitar la sesión no llegaban.
En ese clima, Monzó se sentó en el estrado y le dio la palabra a Rossi. «¡No tienen quórum, levanten la sesión!», le gritó el santafesino. Carrió le retrucó: «Pido que se registren los antecedentes sobre sesiones en la que se esperaron unos minutos el quórum», solicitó.
Mientras hablaba empezaron a aparecer algunos diputados del interbloque federal, como el petrolero Alberto Roberti, los chaqueños Juan Mosqueda y Elda Pertile y los cuatro cordobeses cercanos a Juan Schiaretti y los tucumanos José Orellana y Pablo Yedlín, entre otros.
«Teníamos 15 votos para el quórum, pero no íbamos a bajar hasta que lleguen a 114. Como lo hicieron no sabemos», confesó a LPO uno de los diputados del interbloque federal.
Lo habían acordado en una tensa reunión de bloque presidida por el salteño Pablo Kosiner, donde resonaron una vez más la bronca por el doble juego de Elisa Carrió.
A las 14.32, ya con 114, los aliados empezaron a ingresar. A las 14.35 la cuenta de la pantalla daba 128 y el sanjuanino Walberto Allende, cercano al gobernador Sergio Uñac, ingresó cansino por el centro del recinto, se sentó y marcó el quórum.
El recinto ya era un hervidero, con los camporistas enfrentándose a Monzó (Máximo Kirchner, Andrés Larroque y Wado de Pedro entraron exaltados y Horacio Pietragalla intimidó a los gritos a los diputados de Cambiemos) y massistas y progresistas (Libres del Sur y Movimiento Evita) parados al lado de sus bancas, a los gritos, negando el quórum.
Monzó la pasó mal: el sabbatellista Adrián Grana le tiró los perdigones de la gendarmería y Moreau lo insultó y el macrista le tiró una mano, mientras le recriminaban que habían llegado al quórum con dos diputados que debían jurar: la santafesina Astrid Hummel y el porteño Jorge Enriquez.
«¡Enriquez está acá!», gritaba Monzó y exhibía el diputado pronto a asumir. Cambiemos distribuyó una foto del quórum con las bancas vacías de Enriquez y Hummel pero nunca explicó, con nombre y apellido, como llegó a los 129 votos.
Kosiner tampoco identificó cuantos de sus dirigidos que fueron a sesionar, aunque algunos miembros de su bloque aseguran que había al menos 15 dispuestos a dar quórum, pero
«Presidente no tiene quórum, no lo busque en el reglamento», reclamó la massista Graciela Camaño, parada al lado de su banca, como la mayoría de sus pares opositores que cantaban para impedir que el debate se iniciara. Cuando Monzó le dio la palabra se mantuvo en el aire apoyada en los brazos de la banca para que no se registrara su presencia. Fue una de las tantas extravagancias de una sesión desbordada.
Los intentos de Massot por calmar a sus colagas no prosperaban. «Sientense en las bancas, no es democratico los gitos y el patoterismo», le pedía el jefe de bloque del macrismo a los diputados opositores que gritaban en el centro del recinto.
En el medio del caos, Larroque mantuvo un sugestivo amistoso diálogo con Carrió y unos minutos más tarde volvió al costado de su banca y le pidió a sus pares hacer silencio para escuchar a la chaqueña.
«Lo peor que puede hacer la cámara es sesionar en este ambiente de violencia», solicitó. «Se levanta la sesión», dijo Monzó, que ya había hablado con la chaqueña y Mario Negri, poco activo en los disturbios. (La Política Online)