Macri amenaza con un DNU tras levantarse la sesión de la reforma previsional
Por Federico Mayol/Infobae
El Gobierno intentaría avanzar de nuevo con la iniciativa en la Cámara de Diputados, luego de que se cayera la sesión
Pablo Clusellas iba y venía. Bernardo Saravia Frías, el procurador del Tesoro, que había opinado por escrito sobre la constitucionalidad del proyecto de Reforma Previsional, caminaba apurado y algo desconcertado los pasillos de la planta baja de la Casa Rosada. Hacía lo propio Germán Garavano, mientras se acomodaba la corbata.
Para esa hora, pasadas las 20 y después de una jornada caótica, la versión de que Mauricio Macri había ordenado avanzar por Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) con la modificación de la fórmula jubilatoria se imponía con insistencia . «¿Sale por decreto la reforma?», le preguntaron los periodistas acreditados en Casa Rosada al ministro de Justicia. «Lo estamos evaluando», contestó seco el funcionario mientras apuraba el paso para irse. «¿Firmaron todos los ministros?», se le repreguntó. «Eso no lo puedo decir», volvió a contestar. «¿Sale mañana?», le insistieron. «No lo sé», dijo por último mientras se encogía de hombros, y se fue.
A las 20.03, Elisa Carrió publicó en sus redes sociales: «Carrió y la Coalición Cívica juraron respetar la Constitución Nacional y no la van a violar bajo ningún concepto, un DNU violaría gravemente la Constitución Nacional». Fernando Sánchez, flamante secretario de Estado, de extrema confianza de la líder de la Coalición Cívica, daba vueltas por el primer piso de la Casa de Gobierno. Menos Francisco Cabrera, a última hora de la tarde se dieron cita por Balcarce 50 todos los ministros. Macri se había ido pasadas las 18, tras reunirse un rato largo con el jefe de Gabinete, Marcos Peña; los ministros Rogelio Frigerio y Nicolás Dujovne, y los secretarios Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, además de las principales espadas del oficialismo en la Cámara baja. La gobernadora María Eugenia Vidal fue otra de las que se dejó ver en los despachos oficiales.
El fracaso de la sesión de ayer, acompañada por gravísimos disturbios en torno al descomunal operativo dispuesto por la ministra Patricia Bullrich -la primera en llegar a la Casa de Gobierno-, provocó un tsunami en el seno del Gobierno, y llevó al Presidente a darle impulso a un DNU que en consonancia con la durísima advertencia de Carrió quedó por ahora en stand by, y que contemplaría la modificación del sistema de movilidad jubilatoria y una compensación extra, como había pedido la diputada de la CC. Entrada la noche, y después de que los ministros estamparan su firma en el texto, el Gobierno enfrió la medida. Se había instalado el rumor de un eventual mensaje presidencial desde Olivos, finalmente desactivado. Un camarógrafo y dos asistentes salieron raudos desde Casa Rosada hacia la residencia oficial.
Consultados por este medio, algunos de los funcionarios de la mesa judicial que aconseja a Macri se mostraron contrariados. «Ni en pedo», respondió uno de ellos cuando se le preguntó si sacarían las modificaciones por decreto. Es el mismo que en los inicios de la gestión ideó la designación de los jueces de la Corte en comisión, que irritó a todo el sistema político y judicial.
La versión más firme de anoche, según altas fuentes oficiales, daba cuenta de que Cambiemos buscaría avanzar una vez más con la Reforma Previsional en Diputados. Que esta vez sí tendrían los votos. Igual de confiados se mostraron el miércoles, la jornada previa a la bochornosa sesión de ayer. Para eso convocaría hoy a gobernadores y diputados, para mostrar apoyo político.
El Presidente siguió la sesión y los disturbios desde su despacho. Se especulaba con la presencia de Carrió, después del frustrado debate parlamentario, pero la diputada partió desde el Congreso hacia su casa de Exaltación de la Cruz. Antes, habló por teléfono con Peña.
Durante todo el día, el Gobierno analizó los pasos a seguir de cara a las semanas que restan para la finalización del periodo de sesiones extraordinarias. Peña había aclarado más temprano que Macri no bajaría la Reforma Previsional.»Las autoridades parlamentarias sabrán cuál es el mejor momento», aseguró durante la conferencia de prensa que el equipo de comunicación presidencial armó a las apuradas en la planta baja de Casa Rosada. Después de contestar las preguntas, y todavía en medio de los graves incidentes que se sucedían en los alrededores del Congreso, un grupo de jóvenes que se había sentado entre los periodistas aplaudió, con poca convicción. Los encargados de la organización se miraron desconcertados.
«No van a perder los jubilados. Creemos que es una buena ley. El resto se podrá discutir como hemos hecho con otras medidas», señaló en ese sentido el jefe de Gabinete en relación al supuesto bono compensatorio que el oficialismo podría implementar para disminuir el ajuste en los haberes jubilatorios del próximo año.
El Gobierno trató de esconder su debilidad política. En los principales despachos se aseguraba que sí habían conseguido el quórum, que tenían los votos y que algunos gobernadores habían mostrado menos compromiso del pactado hace un mes. «Especularon demasiado», abundó un alto funcionario de diálogo con las provincias en relación al pesado clima en los alrededores del Congreso y dentro del recinto. «Los legisladores de Entre Ríos y Salta, por ejemplo, no se terminaban de sentar en sus bancas», agregaron en alusión a algunos de los diputados que responden a esas provincias y que integran el interbloque peronista Argentina Federal.
La inquietud también pasa ahora por el destino del resto de las reformas acordadas con los gobernadores hace solo un mes. En cuatro semanas, el escenario cambió abruptamente para el Gobierno. De aquel promocionado «acuerdo histórico», que ahora se torna incierto, a este fracaso parlamentario, rodeado por un caos social y político que no se avizoraba tras el contundente triunfo del oficialismo en las elecciones legislativas.
El tembladeral político que dejó el jueves confirmó además el rol preponderante de Carrió en la coalición de gobierno, y sus vaivenes. El fin de semana había amagado con despotricar contra el cambio en la fórmula del sistema de movilidad jubilatoria. Después la apoyó sin condicionamientos y la defendió a través de las redes sociales.
Por la mañana, la líder de la Coalición Cívica había cerrado la reunión de bloque antes del bochorno en la Cámara baja, cuando el Gobierno aún creía que obtendría la sanción definitiva. Fue quien pidió levantar la sesión en el recinto y sellar el fracaso parlamentario del Gobierno, en acuerdo con el resto de sus colegas. Después criticó el operativo de seguridad de Bullrich: le pidió que «pare la mano». Y rechazó el DNU mientras Peña, los ministros y los consejeros jurídicos lo discutían en el primer piso de la Casa Rosada. Una sucesión de desatinos políticos que hacía rato no vivían en el seno de Cambiemos. (Federico Mayol/Infobae)