Tabaco, alcohol y café, enemigos de la fertilidad
Se ha tardado siglos en destruir el mito que ligaba de forma exclusiva e indisoluble la sexualidad y la procreación. Se ha luchado por reivindicar el placer de la sexualidad. Pero, para muchas parejas la procreación es un deseo irrefrenable. Y también es cierto que hay ciertos hábitos que pueden poner en peligro este anhelo.
Nadie se atreve a poner en duda los efectos nocivos del alcohol y del tabaco sobre el feto. Sin embargo, los estudios acerca de la incidencia de estas mismas sustancias en la fertilidad, tanto femenina como masculina, no son concluyentes.
Existen fundadas sospechas que incitan a pensar que fumar puede mermar la capacidad reproductiva de las mujeres. Según un reciente estudio, los tratamientos de fertilidad tienen mayor éxito entre las mujeres no fumadoras.
Los resultados entre los hombres son mucho más decisivos. El tabaquismo puede llegar a reducir el número y la calidad de los espermatozoides y, por lo tanto, incide directamente en la posibilidad de embarazo.
El alcohol tiene una repercusión similar. El abuso de bebidas alcohólicas puede determinar el buen resultado de los intentos de embarazo.
Y, finalmente, el café también se ha apuntado como uno de los estimulantes más perjudiciales a la hora de conseguir el éxito en los tratamientos de fertilidad. El estrés puede ser otro de los factores que incidan en la dificultad para tener hijos. Las parejas que se acuden a centros médicos para iniciar un tratamiento de fertilidad están sometidas a una presión suplementaria (a parte de su trabajo y su vida personal) que puede degenerar en una tensión y ansiedad completamente nociva para obtener buenos resultados.
Los especialistas recomiendan suspender el consumo de alcohol y moderar el aporte de cafeína. Además, si existen problemas previos para concebir habrá que eliminar cualquier hábito que se intuya que puede frenar la fertilidad, como el tabaquismo o la ansiedad. No obstante, hay que tener en cuenta siempre que el uso racional de estas sustancias y estos hábitos cotidianos no determinan de forma decisiva la posibilidad de tener hijos o no. Si una pareja tiene dificultades para tener descendencia habrá que valorar las causas e iniciar un completo estudio clínico que comprometa tanto al hombre como a la mujer, que establezca las verdaderas dificultades y apunte las posibles soluciones.