Letal terremoto en Irán deja centenares de muertos y heridos
Uno de los países más sísmicamente inestables del mundo volvió a crujir, y su gente volvió a dar la talla. Miles de iraníes se han volcado con las víctimas del terremoto de magnitud 7,3, según el Instituto Geológico Estadounidense, el más letal registrado este año en el mundo, que sacudió la frontera entre Irán e Irak el domingo por la noche.
Por el momento, el sismo ya ha provocado 430 muertos y más de 6.700 heridos. Teherán ha movilizado todos sus efectivos, incluida la Guardia Revolucionaria, para atender a los damnificados y rescatar a posibles supervivientes.El epicentro del terremoto se situó a unos 33 kilómetros de profundidad en Ezguele, provincia iraní de Kermansha, un villorrio recóndito al pie de las cordilleras sinuosas que dibujan la frontera entre Irán e Irak.
Al otro lado de la verja, en la región kurdoiraquí de Darbandiján, se registraron ocho muertos. El epicentro del dolor, según la agencia semioficial iraní Mehr, fue Sarpol-e Zahab, de 30.000 habitantes, 42 kilómetros al sur de Ezguele y a poco más de quince de la divisoria entre ambos países. Más de 243 personas murieron aquí.
Por sus calles sólo se oían llantos: una imagen procedente de Sarpol-e Zahab mostraba a una vecina llorando desconsolada sobre un montón de cascotes. En otra, una familia observaba en estado de shock cómo un bloque de viviendas, aparentemente de obra nueva, había perdido su fachada por completo. En una tercera aparecía un grupo de ciudadanas rotas frente a una pila de mantas que cubrían varios cuerpos inertes. «Mi amiga me dijo que ahí sólo hay luto, y que sus seres queridos están bajo los escombros», tuiteó un iraní.
La primera noche fue infernal. Numerosas localidades afectadas sufrieron cortes de electricidad. El haberlo perdido todo en la oscuridad o el miedo a réplicas llevaron a muchos a dormir en la calle, bajo un clima gélido. Los primeros rescatadores, soldados del ejército iraní basados en la zona, tuvieron que escarbar entre los escombros sirviéndose del flash luz sus teléfonos.
El periódico gubernamental ‘Iran News’ publicó un vídeo en el que un residente daba cuenta de la falta de preparación en los instantes iniciales: «No ha habido ni ayuda, ni comida, ni agua, ni ropa, ni tiendas, ni nada», protestó. Las autoridades han asegurado que la atención en los primeros minutos fue «suficiente».
El lunes por la mañana, el presidente Hasan Rohani ofreció sus condolencias: «El Gobierno va a estar con la gente afectada por el terremoto y movilizándose con toda su capacidad tanto a nivel nacional como local», dijo. De acuerdo con la agencia conservadora Tasnim, el jefe del ejecutivo centrista, que este martes visitará la zona del siniestro, nombró a su vicepresidente primero, Eshaq Yahanguiri, responsable de la operación de rescate y de todas las tareas no gubernamentales, públicas, militares y administrativas. El delegado del Gobierno en Kermansha, Moytaba Nikkerdar, decretó tres días de luto oficial en la provincia.
El Líder Supremo Ali Jamenei, por su parte, dio su pésame a los familiares de los muertos y solicitó a todos los funcionarios iraníes entrar en acción para «ayudar a las víctimas y evitar el aumento de bajas». El máximo poder en Irán ordenó a la Guardia Revolucionaria y al cuerpo asociado de voluntarios Basiyi, sus fuerzas más leales, acudir al socorro de Kermansha. Poco después, Tasnim anunció que el general mayor Mohamed Ali Yafari, al mando de la Guardia Revolucionaria, había cancelado su agenda para acudir al sitio del terremoto.
Ayer, mientras 118 réplicas, diecisiete de ellas de magnitud superior a cuatro -perceptibles por el ser humano- soliviantaban a los azorados ciudadanos de Kermanshá, con una importante población de etnia kurda, los equipos de rescate entraron en acción. El Ministerio de Salud informó ayer de que tres camiones cargados de medicinas y equipos médicos habían partido de las provincias de Lorestán, Kurdistán, Hamadán y Kermansha. Veinte helicópteros del ejército, 136 ambulancias y 28 buses ambulancia les acompañaron.
Despliegue sanitario
El Gobierno de Irán, con el apoyo de la Media Luna Roja, desplegó cuatro hospitales de campaña en la región y despachó 200 miembros del personal sanitario, además de 40 psicólogos. Estas unidades permitieron ofrecer los primeros auxilios a los heridos y apoyar a clínicas como la de Kermansha, sólo parcialmente operativa por los daños sufridos en el sismo. «Debido a los daños en algunos hospitales del área, los pacientes que requerían atención especial fueron derivados a ciudades vecinas», explicó al medio Khabar Online Alireza Asgari, funcionario de Salud. Cerca de un centenar fueron trasladados a la capital iraní. El canal de noticias digital Ruzaruz criticó la ausencia previa de camas hospitalarias suficientes en la región.
La población iraní, en cuyo ADN reside el trauma y la experiencia de haber sufrid Varios vídeos que circularon por Internet mostraron a cientos de teheraníes haciendo cola en los centros de transfusión capitalinos siglos de terremotos, se sumó a los esfuerzos de la administración. El repunte en donaciones obligó a la Media Luna Roja a alertar a través de la prensa iraní del riesgo de estafa, de contribuir solidariamente por medios no oficiales.
Las redes sociales, incluidas las censuradas, se inundaron de mensajes de apoyo y solidaridad. Estos llegaron también desde el exterior. La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, aseguró la disposición de la UE «a apoyar de todas las formas que sea posible». Rusia, así como el Reino Unido, enviaron mensajes de pésame a los damnificados.
Los últimos registros señalan que el del domingo no fue el terremoto más intenso de este año, pero sí el más mortífero. El del ocho de septiembre pasado, en México, fue de 8,2, pero concluyó con 98 muertos. En una entrevista para el medio Iranwire, el sismólogo James Jackson, con años de experiencia estudiando Irán, recuerda que «no son los terremotos los que matan gente; son los edificios.
En Irán, la población ha crecido muy rápido desde la Segunda Guerra Mundial, y mucha población de las ciudades vive en edificios de pésima calidad». Algo que no es inusual no tan solo en Irán, sino en toda la región. Este fenómeno se hizo patente en los terremotos que sufrió la ciudad turca de Van, muy próxima a la frontera con Irán, los terremotos del 23 de octubre y 9 de noviembre de 2011, el más potente de 7,1, provocaron 644 muertos y dejaron 8.321 viviendas inhabitables, es decir, más de 60.000 personas sin techo.
El suelo iraní es conocido por su inestabilidad sísmica. Cerca de sus fronteras convergen las fallas del norte y del este de Anatolia. Adicionalmente, la mayor parte de su territorio, perteneciente a la placa iránica, choca con la sureña placa arábiga. Este contacto ha originado un largo historial de catástrofes. En 1990, un seísmo de 7,4 acabó con entre 40 y 50 mil muertos en la localidad de Rudbar. Otro más reciente y similar de destructivo fue el de Bam, que en diciembre de 2003 no sólo se cobró 31.000 vidas humanas, sino que además destruyó casi por completo su ciudad milenaria.(El Mundo)