Los gremios dialoguistas maniobran para bajar el paro y aislar a Schmid
Los «Gordos» y el transporte no respaldan su desafío y algunos tratan de boicotear confederal. La pelea que se viene.
A Juan Carlos Schmid no le está siendo fácil sostener la amenaza de un paro general, con la que cerró el acto de plaza de mayo: en estas 48 horas los sindicatos dialoguistas cruzaron llamadas para avanzar, a paso lento, en una estrategia que elimine cualquier medida de fuerza este año.
La definición será en el comité confederal convocado para el 25 de septiembre, cuando se esperan a representantes de unos 350 sindicatos con la misión de decir, a viva voz, qué piensan del Gobierno y cómo hacérselo saber.
Ni siquiera los más duros del consejo directivo hablan en estos días de un paro general. «El Gobierno tiene un mes para evitarlo. Y puede hacerlo con una mesa de diálogo», insistió uno de ellos ante LPO.
Pero los más dialoguistas no se conforman con frenar un paro: los Gordos, como se denomina a los grandes gremios de servicios, ya hablan de frenar el confederal de alguna manera.
«Schmid se cortó sólo, con la ayuda de Pablo Moyano. No creo que pueda hacer el confederal, porque no lo quieren ni los que se subieron al palco», anticipó uno de los referentes de este sector, que tiene entre sus baluartes a José Luis Lingeri (Obras Sanitarias) y Héctor Daer (Sanidad).
Daer, integra el triunvirato de la CGT, no quiso subir al palco de plaza de mayo pero, como Lingeri, se mostró por las redes sociales en plaza de mayo para no sufrir la represalia de sus afiliados y lo pagó caro: Macri echó a su protegido Luis Scervino de la superintendencia de servicios de Salud, que tiene a cargo el control de fondos de obras sociales. «Ahora no pidan más nada», se lo escuchó decir antes de viajar a Israel, en busca inversiones para saneamiento.
Comparten su bronca los «independientes» como Armando Cavallieri (Comercio), Gerardo Martínez (Uocra) y Andrés Rodríguez (UPCN), quien sorprendió con una nutrida columna de manifestantes que cantaron la marcha peronista a rabiar.
Sí faltaron a la plaza Omar Maturano (Ferroviarios) y Roberto Fernández (UTA), garantes de un paro general, porque sin ellos los trabajadores no llegan a sus puestos y las calles se vacían. Los camioneros deberían parar muchos días para complicar la vida cotidiana y ni en el peor momento de su pelea con Cristina Hugo Moyano se atrevió a tanto.
Según supo LPO, Fernández y Maturano hablaron ayer cada uno se comunicó con Lingeri para saber por qué criticó la marcha y fue de todos modos.
Tenían otro motivo para repudiar la convocatoria: asistieron militantes que le disputan las comisiones internas de UTA y La Fraternidad. «No representamos a la sociedad, sino a nuestros trabajadores», se diferenciaron de tanta amplitud.
Schmid no lo entendió así y arrastró a la CGT a una agenda común con la izquierda, las organizaciones sociales y la CTA a una agenda común, una estrategia que no tiene adeptos desde lo político pero es difícil rechazar desde lo discursivo. «Son los que cuestionan el modelo sindical que nos sustenta. No hay forma de convivir», se escucha entre los cegetistas.
No todos piensan así: Hugo Moyano y su hijo Pablo conservan un buen diálogo con Pablo Michelli, que ya hizo las pases con Hugo Yasky, próximo diputado kirchnerista.
Otros recuerdan que las organizaciones sociales terminaron 2016 negociando fondos con los jefes de Gabinete y presionan para repetir la escena en diciembre, sólo que esta vez con un respaldo explícito de Schmid, que habló de priorizar al 30% de lo argentinos sumidos en la pobreza. No opinan igual que Maturano y Fernández.
El Moyano heredero fue uno de los más activos en el escenario y copó la plaza con afiliados de todas las ramas de camioneros, entienden en el Gobierno, porque no logra digerir la caída libre de OCA, su empresa postal amiga.
«Es una simplificación. Ellos siempre han mostrado olfato y por alguna razón no se quieren quedar sin margen de protesta en esta época. Saben que pueden pagarlo caro», responden sus más cercanos.
Si finalmente se realiza el confederal, algunos sectores hablan de diluir un paro con una propuesta, bien lavada, de presentar un plan de trabajo con el Gobierno que incluya ideas concretas a los problemas planteados por Schmid en el escenario, como aumento de importaciones, problemas de empleo y reconversión productiva.
Una alternativa similar hablaron el martes los referentes del Movimiento de Acción Sindical Argentino (Masa), como ferroviarios, taxistas y Luz y Fuerza. Y lo repetían al día siguiente los transportistas, socios de Schmid en la Confederación del sector (CATT), que en diciembre tuvo su logro al subir el mínimo de Ganancias.
Aun en este clima, no todos dan por perdido a Schmid, porque a más de un sindicalista puede ocasionarle un problema con sus bases apoyar al Gobierno si se repiten episodios como los despidos de Pepsico o si, finalmente, llegan al Congreso propuestas de flexibilización laboral.
«Con Macri peleando cuerpo a cuerpo no habrá tanto margen para diálogo», anticipan sus detractores en la CGT e insisten en que, antes de echar funcionarios, el presidente debe crear un vínculo institucional con la central obrera.
«Jorge Triaca se reúne por separado con los gremios afines, pero evita encuentros con la conducción y esa también es otra pelea de Schmid», explican.
Queda un mes para juntar fuerzas o a esperar que la sangre llegue al río y llegue el momento de los poroteos y ver quién tiene más para mostrar. Los más duros, al parecer, tendrían las de perder. Sin embargo, también parecía que evitarían la marcha del martes. Y fueron casi todos.(La Política On Line)