Niña de ocho años falleció tras un terrible choque en barrio Las Delicias
Fiorela tenía ocho años y el auto en el que iba a la escuela fue embestido por otro vehículo. El conductor huyó, pero fue localizado por la policía.
Por Lucas Ameriso/La Capital)
Como cada día, Fiorela se levantó temprano en la casa que habitaba en Santiago al 5800 para ir a la escuela Paul Harris, de Presidente Roca y Madre Cabrini.
Quien la llevaba a clase no era otro que su hermano Agustín, de 19 años, al mando de un Chevrolet Corsa. Cursaba tercer grado y anteayer había participado como una alumna más del acto del 17 de agosto.
Activa y solidaria, la nena de 8 años había aprendido el lenguaje de señas para que los niños hipoacúsicos pudieran comprender lo que se decía en la ceremonia.
Hacia las 8 de ayer, en la esquina de Italia y Brandoni, un Chevrolet Agile embistió el auto en el que viajaban y la nena falleció. El conductor del Agile, de 31 años, se dio a la fuga, dejó el coche en Laprida al 3600 y fue detenido por la policía mientras trabajaba como encargado de un supermercado en la zona sur.
El hecho conmocionó a todo el barrio Las Delicias, un sector caracterizado por casas bajas de gente trabajadora y humilde.
Cruzando bulevar Oroño, los Velázquez viven en una casa de dos pisos de frente, color crema.
Desde allí, cada día, Agustín, Tadeo, Joel y Fiorela iban hasta Presidente Roca al 5800 donde funciona la escuela Nº 1.172. Pero el Corsa, al mando del más grande de los hermanos, que circulaba por Brandoni en dirección al colegio, se topó en la esquina con Italia (al 5900) con el Agile, conducido por Pablo L.
El impacto tuvo tal magnitud que hizo volcar al otro vehículo, dejándolo sobre el cordón cuneta. El asfalto en este sector luce a nuevo y carece de retardadores o lomos de burro. El estruendo estremeció a los vecinos. Trascendió que, tras la colisión, Pablo se bajó de su auto, contempló la escena, se subió al Agile y huyó del lugar del accidente.
En medio de la desesperación, un coche particular cargó a Fiorela y la trasladó hasta el Hospital Roque Sáenz Peña, donde llegó sin vida, como consecuencia de fuertes traumatimos en el cráneo, costillas y en el rostro. Mientras tanto, otros testigos de la brutal colisión socorrieron al joven conductor y a uno de sus hermanos en el asiento trasero.
«Escucho el ruido, salgo y estaba el auto golpeado. Veo que a la nena la cargaron en otro auto, y al nene asustado y llorando. Vino la ambulancia y se lo llevó. El otro conductor paró, miró y se fue. No le importaron las personas que estaban tiradas».
La huída del conductor del Agile no duró demasiado. En una actitud extraña, estacionó en Laprida al 3600 e hizo una cuadra para llegar hasta un supermercado donde trabaja como encargado. Luego, el vehículo fue secuestrado y el joven de 31 años aprehendido por efectivos policiales, en el marco de la causa cuya carátula fue calificada de homicidio culposo de la nena de 8 años, agravado por darse a la fuga junto a las lesiones de sus hermanos.
La búsqueda fue realizada por el Comando Radioeléctrico a partir de datos aportados por vecinos. El rastrillaje no fue complicado. El Agile estaba con la trompa chocada y en su interior había documentación.
«No sabemos el motivo de dejar abandonada a estas personas. Tiene derecho a declarar», dijo el fiscal del caso, Walter Jurado, al advertir que hubo evidencia de frenadas «que indican velocidad excesiva por parte del conductor del Agile».
Además de las pericias y planimetría están pedidas nuevas pesquisas accidentológicas para determinar la dinámica del hecho y la velocidad de los coches.
Pablo L. no declaró en la comisaría 21ª y será trasladado a la Unidad Penal de Detención VI. El Ministerio Público de la Acusación (MPA), de acuerdo a la oficina de Gestiones Judiciales, tendría previsto desarrollar mañana la audiencia imputativa. El fiscal Jurado, además de los rastros levantados en el lugar del choque, también evaluará algunas testimoniales.
Ayer por la tarde, LaCapital recopiló algunos datos del lugar del accidente. También se hizo presente en la casa de la familia Velázquez de Santiago al 5800 justo, detrás del supermercado Libertad.
Sobre el ingreso de la casa con las persianas bajas, cinco adolescentes miraban tristes al piso. Tadeo, de 14 años, uno de los tres hermanos accedió a hablar con este diario. Pero el dolor y la tristeza eran tan intensos que sólo fue un balbucear del palabras. El silencio y la quietud se apoderaron de barrio Las Delicias, en horas donde el sol empezaba a despedirse.
Querida por sus pares y sus maestros
Liliana Mose es la directora de la Escuela Nº 1.172 Paul Harris, la institución donde Fiorela Velázquez, la niña que murió tras ser embestida por un auto, cursaba el tercer grado turno mañana. «Era una chica dulce, participativa, solidaria. El 17 de agosto prendió el lenguaje de señas para reflejar las estrofas del Himno Nacional», evocó la docente.
Puertas adentro, la tragedia se vivió entre el shock y la contención a los compañeros de Fiorela que, por el horario del accidente, ya estaban ingresando a las aulas.
»Los chicos están tristísimos. Una nena, compañera de Fiorela en patín, se fue llorando y no quiso entrar a clase», comentó Noemí Lier, al vicedirectora.
El fin de semana largo, junto a la jornada Escuela Abierta del martes, darán tiempo a los maestros para consolar a los alumnos en el regreso sus bancos. «Será difícil tomar asistencia», dijo entre lágrimas Mose.(Lucas Ameriso/La Capital)