Macri pasó por Santa Fe, amigándose con Lifschitz
Atento a las encuestas que lo ubican al Gobernador de Santa Fe por encima en imagen de gestión, el Presidente Macri bajó a esta capital el lunes para protagonizar el inicio de su apoteótica gira nacional proselitistas hasta las elecciones con una clara señal: amigarse con Miguel Lifschitz.
La fotografía épica con la chimenea medieval de fondo en el salón Colonial de la Sociedad Rural de Santa Fe junto a Miguel Lifschitz fue pedida por el mismísimo Presidente Mauricio Macri, quien además le aseguró al Gobernador que Carrió no vendrá mas a Santa Fe (a insultar a Bonfatti) mientras dure la campaña.
Macri le dejó en claro al Primer Mandatario santafesino que ni de él ni de los miembros de su gabinete saldrán agresiones políticas en contra; pero que no se hará cargo de lo que profieran José Corral y su gente. A propósito, Corral estuvo muy medido en su discurso previo al de Macri en el estadio cubierto del Club Unión, y solo mencionó «al Gobernador» para decir que estaban trabajando juntos.
Durante el acto «360º», Macri enfiló hacia lo mismo que la noche anterior había pronunciado en el editorial de inicio de su programa de Jorge Lanata: Venezuela y lo cerca que estuvo Argentina de imitarla si ganaba el kirchnerismo de la mano de Scioli; o sino la más cercana Santa Cruz. Y, sugerentemente, a lo que se expondría nuestro país si ganare Cristina en Buenos Aires (sin mencionarla el Presidente nacionaliza la campaña, porque en Santa Fe el kirchnerismo no es problema).
Luego de dedicarle gran parte del inicio de su discurso al kirchnerismo y las calamidades que dejaron, Macri se ocupó de describir las bondades del «cambio» que él encarna, como por ejemplo la posibilidad de que «cada dos minutos una familia accede a un crédito; o arremeter duramente contra «la mafia de los juicios laborales, un conjunto de vivos»; pidió también que Santa Fe adhiere a la Ley de Accidentes de Trabajo y a la rebaja de ingresos brutos para los créditos hipotecarios (que el Gobernador ya había anunciado durante la mañana) como así también a la Ley Pymes.
Sobre el final, y siguiendo al pie de la letra el libreto diseñado por los «coaching» de campaña, en tono intimista contó que la noche anterior se había levantado (a orinar presumimos) y (suponemos que después de la descarga fisiológica) se quedó pensando «en el silencio de la madrugada»: «soy el Presidente de la República; qué cosas más puedo hacer por mi argentina» (una señora gritaba a viva voz desde la tribuna «metela presa a Cristina»). Y remató (luego de contar que su hija Antonio de 4 años aún duerme en la cama matrimonial): «sueño cómo hacer para darle alas a cada uno de ustedes para que puedan volar, desarrollando sus capacidades» (Cristina solía decir lo mismo utilizando el tiempo verbal «empoderar»).
Finalizó prometiendo que «cada año vamos a estar un poco mejor», apelando a la inteligencia emocional: «no a la resignación, no al miedo»; con un ocurrente remate: «a cantar con Cantard».