SanCor y su incierto futuro
El Gobernador de la Provincia Miguel Lifschitz le dedicó unos minutos trascendentes (casi los mismos que a su obsesión gubernamental de reformar la Constitución provincial) al tema SanCor en su discurso del 1º de Mayo ante la Asamblea Legislativa.
El Ing. Lifschitz utilizó metáforas, pero no le «escapó el bulto» haciendo notar que «SanCor no es de los directivos que tal vez no la administraron correctamente»; y elípticamente admitió que «si SanCor está fundida» es por culpa de la falta de una política lechera en Argentina. Verdad a medias, porque otras industrias del sector no necesariamente están «quebradas», más allá que la lechería mundial no está pasando por su mejor momento, el mercado interno de consumo de lácteos cayó estrepitosamente , y las fluctuaciones de precios internacionales suelen ser duros oleajes para la lechería.
El hecho de que el Gobernador haya utilizado, casi poéticamente, la figura retórica de «SanCor no tiene precio», apelando a la emotividad, y que «estaremos junto a los trabajadores», no significa que la Provincia vaya a poner dinero en la «Madre Cooperativa» (como se la conoce coloquialmente entre los pobladores de Sunchales).
SanCor no es la fábrica de llantas rosarina Mefro Wheels que tuvo un salvataje provincial junto al gremio para mantener la fuente de trabajo de un centenar de obreros. SanCor llegó prácticamente a un punto de no retorno; la sangría de asociados (sus verdaderos dueños) continúa. Solo recibe 800 mil litros por día que no pueden ser industrializados en Sunchales por falta de insumos, y entonces se la deriva a empresas como La Ramada (Esperanza) ó Verónica (Lehmann).
Por estas horas, el sindicato ATILRA (que sigue flexibilizando condiciones laborales) buscaba con autoridades nacionales una salida ante, dicen, «la ausencia de sus directivos». La misiva gremial no escatima epítetos para con el Consejo de Administración, a quien responsabiliza por no contar con «un plan serio de reactivación», además de «exigirle» (a los directivos de SanCor) «que se termine con la imprevisión, la irresponsabilidad, la ausencia de planificación y la falta de seriedad».
Roberto Fermin Bertossi, catedrático y estudioso de temas cooperativos escribió recientemente en el portal «Zona Económica» que «SanCor se fue desmembrando y derrumbando por pésimas administraciones, burocracias, mediatizaciones participativas, falta de garantías suficientes en su politizada vinculación con Venezuela, etc., todo ello sin perjuicio de flagrantes y reiteradas omisiones e incumplimientos de los deberes de funcionarios públicos por parte del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social, (INAES), como de presuntas corrupciones y enriquecimientos ilícitos de consejeros, síndicos, auditores, asesores, etc., los que seguramente han de ser investigados en caso de declaración judicial de bancarrota, cuando serían citados quienes en los últimos años conformaron sus consejos de administración, sus sindicaturas, etc.»
Continúa diciendo el Magíster Internacional cursada en Derecho, Economía y Administración de los Servicios Públicos, Universidad del Salvador y Carlos III de Madrid-España que «más allá del ruido y un -tocar de oído- de los medios de comunicación, SanCor no puede superar una crisis que en 2016 ya le generó pérdidas por poco menos de $ 2500 millones. Así entonces y mal que nos pese, se fortalece la fatalidad de formalizar su quiebra cuando jurídicamente conforme nuestro derecho cooperativo vigente, no existe ninguna posibilidad legal de transformar a Sancor C.U.L. en sociedad comercial ni asociación civil, como tampoco la de vender parcial ni totalmente la misma a terceros, (arts. 6, 24 y cc., Decreto-ley 20.337/73 – Cooperativas).
Bertossi colige que el epitafio de SanCor lo esculpieron «de modo ruin y carroñero intermediarios sin límites y lucros excesivos, tal el caso de supermercadistas insaciables, transportes comerciales, carísimas publicidades, pesadísimas presiones tributarias nacionales, provinciales y municipales; altas cotizaciones sindicales, etc.; a la postre, sujetos y actores anticooperativos».
Y culmina su razonamiento el especialista: «finalmente, ante la hipótesis de la quiebra de Sancor CUL., no es baladí hablar de epitafio porque esa tragedia cooperativa que significaría la desaparición de Sancor, sería un tiro de gracia a la buena fe ínsita al cooperativismo; buena fe malversada por consejeros, síndicos, auditores, asesores, consultores e INAES».