Restringen el tránsito en las calles San Lorenzo y Santa Fe
La medida empezó ayer y se realiza en horas pico. El objetivo es que sólo accedan vecinos o casos puntuales por Santa Fe y por San Lorenzo.
En horas pico, las calles Santa Fe y San Lorenzo, entre San Martín y Corrientes, serán semi exclusivas para el transporte público. La estrategia busca superar los embotellamientos y la lentitud en el desplazamiento que se vienen registrando en el microcentro, sobre todo en las arterias con más circulación de lineas de colectivos.
Los desvíos debutaron ayer, a modo de experiencia piloto, en las esquinas más álgidas y se extenderán en el tiempo «en función del comportamiento del tránsito y de cómo se evalúe la experiencia», explicó el director de Tránsito del municipio, Gustavo Adda.
Los inspectores de la Municipalidad se apostaron ayer temprano en el cruce de San Martín y Santa Fe, una de las zonas que en los últimos días podía considerarse como la temida antesala de feroces atascos y esperas.
Durante parte de la mañana y otras tantas horas por la tarde, los agentes desviaron hacia calle Urquiza a la mayoría de los autos particulares que proyectaban seguir su camino por Santa Fe.
Y el mismo dispositivo se repitió en San Lorenzo, entre Sarmiento y Entre Ríos, y en el resto de las transversales.
No faltaron quejas entre los automovilistas, sobre todo por lo imprevisto del operativo. Otros aplaudieron: «Lo tendrían que haber hecho hace mucho», sentenciaban.
Sin embargo, el director de Tránsito aclaró que no se trata de desvíos que se extenderán de forma permanente. «Son cortes momentáneos, que se realizan cuando se registra mayor caudal de vehículos de uso particular», una forma de «disgregación o direccionamiento del tránsito para darle una semi exclusividad al transporte urbano de pasajeros», que se mantendrá en función de la evaluación de la experiencia. Sobre todo, medir el comportamiento del tránsito en las calles hacia donde se conduce a quienes circulan en autos particulares, para no colapsarlas, y la opinión de quienes viven o trabajan en el centro.
Adda explicó que el objetivo es «sacar parte del flujo vehicular del microcentro», a excepción de «quienes guardan el auto en una cochera en esa zona, los vehículos de transporte escolar, discapacitados o quienes necesiten acceder a un local comercial».
Lo cierto es que tanto por Santa Fe como por San Lorenzo, entre Buenos Aires y Presidente Roca, durante gran parte del día circularon mayormente colectivos, taxis y motos. A los automovilistas, en cambio, se los desviaba por Urquiza o Rioja, de este a oeste, y Tucumán o San Luis, en sentido contrario.
La experiencia se repetirá en los próximos días, en los horarios pico y de acuerdo a la cantidad de tránsito que se registre en el microcentro. Para esto se utilizarán los datos que arroje el centro de monitoreo de la movilidad y la información que sumen los propios inspectores.
Bien vistos
La presencia de los agentes no pasó desapercibida en el microcentro, donde en los últimos días proliferaron las quejas por los inconvenientes relacionados con el tránsito. La calle Santa Fe es, sin duda, una de las más afectadas; sobre todo en algunos tramos donde concentran los recorridos y las paradas de hasta 26 líneas de colectivos.
A la dificultad para circular, una complejidad crónica en un casco céntrico con calles angostas y sin restricciones para los autos particulares, se sumó también el corte de varias arterias por las obras de puesta en valor del casco céntrico que se desarrollan en Sarmiento, Rioja y Maipú o la rotura de un caño de Aguas Santafesinas que desde el viernes resta media calzada de Mitre al 600.
Estas obstrucciones no hacen más que complicar un panorama de por sí complejo.
Tanto, que ayer se presentó en el Concejo Municipal un proyecto que tiene por objetivo que las obras públicas y privadas planificadas en la vía pública del centro no se realicen en horario comercial.
Otra medida que busca llevar soluciones a una de las zonas más transitadas de la ciudad: se calcula que a diario 650 mil personas circulan por el radio comprendido por bulevar Oroño, Pellegrini y el río; muchas veces convertido en ese infierno de atascos, bocinazos y ánimos caldeados.
Por lo pronto, las congestiones están a la orden del día y el municipio estudia alternativas para que no se produzcan.(La Capital)