Los cuidacoches formaron su primera cooperativa en Rosario
Eligieron el nombre de Julio Cortázar y así bautizaron a la cooperativa que siete cuidacoches pusieron en marcha en el playón que está detrás del Centro Municipal de Distrito Centro, desde Presidente Roca hasta Corrientes. “Esto representa un beneficio para quienes dejan los autos porque va a haber gente responsable, para el municipio que va cobrar un canon y para nosotros que vamos a tener un trabajo”, resumió Héctor Díaz, presidente de la primera cooperativa en la ciudad que nuclea a los cuidadores de autos.
La subsecretaria de Economía Solidaria del municipio, Susana Bartolomé, los asesoró en las gestiones. “Este es un paso que los legitima y les da una instancia legal de trabajo”, destacó la funcionaria.
En el ámbito del municipio trabajan mensualmente unas 70 cooperativas que incluyen a unas 800 familias. “Son una herramienta fundamental para la recuperación de empresas y para la generación de empleo genuino”, indicó Bartolomé. De hecho, este año se crearon 25, entre las que se cuentan una de vendedores ambulantes (ver aparte) y la primera de cuidacoches.
Por el trabajo. Lograr un marco de legalidad y legitimidad en actividades que se desarrollan informalmente ampara a quienes reciben el servicio y también a quienes lo ofrecen. Sobre todo en el caso de los cuidadores, que vienen siendo el blanco de denuncias por situaciones de violencia y falta de respeto que, en los últimos meses, se tradujeron en seis operativos donde 30 personas dedicadas a la actividad quedaron demoradas.
Contra esos conflictos, y por una necesidad de empleo, se puso en marcha la Cooperativa Julio Cortázar. Su presidente tiene 66 años, cinco hijos y se quedó sin trabajo en los 90. “Era jefe de obras, llegué a tener 200 obreros a cargo, pero las empresas cerraron y quedé desocupado. Ahí empecé con los autos”, contó Héctor, quien deambuló por varios sectores hasta que desembarcó detrás de la ex estación Rosario Central hace cinco años.
Ahí trabaja junto a otras seis personas y el año pasado vieron la posibilidad de hacer de su actividad “un trabajo sin tener que pasar por situaciones feas como que nos persiga la policía”. Con esa idea se acercaron al municipio y se asesoraron en la Subsecretaría de Economía Solidaria. Ahora ya iniciaron los trámites en la provincia y sólo esperan que la cooperativa quede oficializada.
“La idea surgió porque hay problemas con los cuidadores. Y es cierto que están los que no se portan bien, los que aparecen borrachos y los que toman drogas; pero nosotros queremos un trabajo y por eso fuimos a buscar que la Municipalidad nos autorice, así tenemos un ingreso y a la gente se le cuida el auto como corresponde. El que se porta mal, se tiene que ir”, aseguró el hombre.
Proyecto. Con los papeles, el proyecto se pondrá en marcha. La iniciativa incluye instalar dos barreras de entrada y salida, y cobrar tres pesos sin límite de horario. Con ese dinero, se paga el sueldo a los integrantes y la Municipalidad se llevaría un canon mensual de cuatro mil pesos destinados a un hospital o a los Bomberos Voluntarios. Además, habría un policía en la zona y se contrataría un seguro para los autos.
Sin embargo, lo que más destacó Díaz es que ya está listo un estatuto interno. “Ahí queda indicado que todos los cuidadores estarán acreditados y con credencial, cada uno llevará una ropa que lo identifique y tendrán que cumplir un horario de trabajo. Además, estará prohibido el consumo de alcohol, y deberán tener buen trato con la gente”, detalló.
De esa manera, no sólo buscan brindarle seguridad a quien deje allí su vehículo, sino dejar de padecer persecuciones. “Yo soy un tipo de trabajo, pero me llevaron de acá cuatro veces detenido por los robos que hay en la zona y fui sin quejarme”, contó Héctor y señaló que “eso no tiene que pasar más. No somos ladrones, estamos trabajando y lo hacemos con respeto hacia la gente”.
Entusiasmo sobra. Díaz ya hizo algunos pequeños arreglos y pintó las líneas blancas entre los autos. “Esto sienta un precedente de que las cosas se pueden hacer bien y acá la gente se merece un buen sueldo para llevarse a su casa”, repitió. El mismo dice que le faltan unas pocas cuotas para terminar de pagar la vivienda que hace ya tiempo le dio el Servicio Público de la Vivienda. “Y además, quiero que mis hijos estudien”, remarcó.