Roberto Peruzzato: De Río Colorado a Japón, haciendo lo pequeño grande
Cuna de la Noticia dialogó con Roberto Peruzzato, Técnico Protésico Dental, egresado de la Universidad Nacional de Rosario. Profesional de renombre en su actividad, actualmente está a cargo del Laboratorio de la Cátedra de Prótesis Fija de la UNR, dictando asimismo cursos en la Asociación de Protesistas de nuestra ciudad. Leé la entrevista.
Por Milton Palomeque/Cuna de la Noticia
¿Cómo decidiste estudiar la carrera de Técnico Dental?
Fue de casualidad. Había empezado Contador Público y me iba bien, pero no era lo mío. Yo soy de Río Colorado (Río Negro), y allá había un odontólogo que me comentó acerca de la carrera Técnico Dental. Él me explicó cómo era y la destreza manual que requería. Como tengo habilidad con las manos, me interesó de tal forma que despertó mi curiosidad, y así finalmente me decidí. Me comuniqué entonces con un amigo que tenía en Rosario que estaba estudiando esa carrera, y me contó acerca de ella, lo que terminó de convencerme. Aunque me costó al principio, gracias a mis amigos establecí contactos que me ayudaron en los primeros pasos. También hice Odontología que, aunque no terminé, me sirvió para formarme y dedicarme de lleno desde el 2001 a ser Técnico Dental. Debo decir que me apasiona hacer mi trabajo y verlo terminado en la boca.
Después que te recibiste, ¿cómo fueron tus primeros años de trabajo?
Fueron tiempos duros. Si bien cuando me recibí, hice prácticas de ortopedia, decidí volver a Río Colorado y en una habitación de mi casa instalé un pequeño laboratorio. Sólo tenía algunas máquinas rudimentarias y ollas donde cocinaba el acrílico. No obstante, el primer año me fue muy bien porque en el pueblo no había otros Técnicos Dentales. Gracias a ello tuve mucho trabajo.
Al cabo de un tiempo, volví a Rosario porque quería estudiar Odontología, sin abandonar mi trabajo de Técnico Dental y aunque seguía con lo básico, un torno, una mesita y una maquina de pulir, con el tiempo fui creciendo en conocimiento, capacitándome, instruyéndome, invirtiendo en libros y máquinas (en el medio me casé y formé una familia y en parte lo que crecí se lo debo a mi esposa). La capacitación es una constante en mi vida. Hasta el día de hoy sigo haciendo cursos en Brasil y Japón, por ejemplo.
También tuve la suerte de entrar a trabajar en la facultad lo que me ayudó a aprender día a día a estar al lado del paciente, porque como nuestra profesión es estar lejos del mismo, encerrados en un laboratorio, ello me sirvió para entender las inquietudes de los pacientes. Gracias a Dios y al esfuerzo constante, hoy tengo mi propio laboratorio, Río Dent, con un equipamiento muy importante y de alta complejidad.
Hoy sos Jefe de Laboratorio de la Facultad de Odontología de la UNR, ¿cómo ves a los alumnos y que pensás del nivel educativo que tienen sus estudiantes?
Cuando fuí alumno, el nivel era alto educativamente, aunque más bajo en lo edilicio. Hoy hay un crecimiento material, pero los alumnos exigen a las autoridades que el nivel vaya bajando. En los últimos años cambió la metodología de enseñanza, pero los alumnos ya no se exigen a si mismos, solo estudian para aprobar y no para aprender, sin esforzarse como antaño. Antes, los alumnos se tenían que elaborar sus propias prótesis, eso enriquecía al estudiante. Hoy lo hacen en posgrados, pero se reducen las horas de estudio. Todo se adapta al estudiante y no al nivel educativo. Se hizo más básico el nivel básico de la carrera. Aunque ahora se intente cambiar, es muy difícil. Pasa en la secundaria también, es complicado cambiar la costumbre de «pasar con lo justo sin esforzarse». Se esta más al servicio del estudiante que de la educación, quizás por miedo a que haya más deserción escolar, no lo sé…
Dentro de la facultad, ¿creés que hay alguna política que perjudica o beneficia el aprendizaje de los jóvenes?
Se invirtió mucho en tecnología, materiales, sillones, se puso la facultad a nivel internacional. Hay charlas, pero se sigue viendo la falta de interés en los estudiantes. Dejan pasar la oportunidad de aprovechar los cursos gratuitos, y eso es desperdiciar una oportunidad de crecimiento. Hacerlos cuando se termina la carrera es más difícil porque llega la hora de trabajar y se nota la falta de preparación. Los incentivos materiales están, y los intelectuales también, pero falta motivación en el estudiantado. Los jóvenes creen que por medio de internet pueden saberlo todo, porque tienen acceso a una cantidad de información tremenda, pero no llegan a asimilarla, desaprovechándola.
Si tuvieras un cargo jerárquico en la universidad que implicara la toma de decisiones ¿Qué medidas tomarías para beneficio de los estudiantes?
Lo primero que haría es exigirles más estudio, aunque queden pocos estudiantes. Es preferible pocos pero buenos, que muchos y mediocres. Porque estamos hablando de salud. Tratamos con personas, y si no se pone el 100 por ciento por parte del profesional, se puede dañar la salud del paciente. Un diente o una dentadura mal hechos, pueden tener terribles consecuencias. Yo los incentivaría con cursos de capacitación aunque haya que obligarlos a ir. También les aconsejaría aumentar la cantidad de horas de práctica, porque estamos formando a los profesionales del mañana, y el problema del mal aprendizaje no lo vemos hoy, sino lo vamos a ver en algunos años.
¿Cómo ves la especialidad la Argentina? ¿En que nivel se encuentra el país en relación al mundo?
A nivel internacional hemos bajado. Antes Argentina estaba en lo más alto, aunque todavía haya grandes odontólogos que hacen conferencias mundiales y están al tope del mercado. Pero todo ello lo consiguen a pulmón. Brasil nos superó y por mucho, porque el Estado apuesta y participa sobremanera, incentivando a docentes y fabricantes a que se unan en la investigación, poniendo a su servicio la infraestructura necesaria para que desarrollen sus trabajos. Ello les ha dado grandes resultados, existiendo varias marcas en implantes y otros productos que son inventos brasileros. Lo mismo pasa en Japón y Alemania. Allí hay un respaldo del Estado, que acá no existe, un Estado que premia y apuesta al que estudia. Acá es al revés, al que más estudia se le retribuye poco, por eso la mayoría emigra.
¿Creés que deba tomarse alguna medida política para el beneficio de la rama?
Bueno sólo hay dos Colegios, y algunas asociaciones; eso es un indicador. Yo creo que debe elevarse el nivel de la carrera lo más posible. Además hay que tener en cuenta que tratamos con personas; pareciera que estamos desvinculados de lo que es salud porque no hay controles a nivel nacional y eso es lastimoso de parte del gobierno, ya que muchos laboratorios están abiertos sin el control correspondiente. El Estado debería ayudar e invertir en esta rama de la salud para que vuelva a ser lo que era. Hay muchas mentes brillantes que solo necesitan respaldo para crecer. Control y estímulo hacen falta, además de engrosar el presupuesto.
Contanos acerca del Ceramage, producto con el cual estás transformando la Técnica Dental
El Ceramage es un material nuevo (8 años) de alta gama a nivel mundial, que tiene cuatro años de existencia en la Argentina. Tengo el orgullo de decir que soy uno de los pioneros, y sigo investigando sus bondades y desarrollo. El tiempo no me acompaña, porque debo trabajar para mantener a mi familia y necesitaría el respaldo preciso para profundizar la investigación. Pero es un material que crece mucho sobre todo a nivel mundial por sus componentes. Su implementación supone una técnica menos invasiva para la boca y es lo que más se asemeja a la estructura dentaria de los seres humanos. Es un material muy nuevo que antes se veía desplazado porque su durabilidad era escasa, pero hoy se extiende hasta 8 o 10 años. Además nos da un aumento en la previsibilidad y más estética por su iluminación y semejanza al diente natural. Aunque es difícil de instalarlo puesto que implica desplazar a la porcelana o Zirconio, a medida que se conocen sus bondades por su funcionalidad y durabilidad para lo que queda de pieza dentaria, la parte implantológica lo usa cada vez más porque tiene un pronóstico más certero que el que brinda la porcelana o el Zirconio. Ademas, implica modificar todo un negocio que gira en torno a estos por lo que habría que cambiar el marketing. Poco a poco se va extendiendo y muchas marcas lo están proponiendo, es tendencia. En mis cursos y conferencias, siempre digo que no todo lo que existe es malo, simplemente es otro material, pero que tiene unas cualidades propias que yo personalmente prefiero.
Comentanos tu experiencia en Japón. ¿Cómo te enriqueció en lo personal y en lo profesional?
Más que en lo profesional, me enriqueció mucho en lo personal, sobre todo al ver como se manejan los japoneses en materia cultural. Pensar que es una isla tan chica y con tan poco hacen tanto. Tienen una conducta ejemplar, cruzan por las sendas peatonales y los automovilistas respetan eso. Se respeta todo, no fumar en las calles, no tirar papeles; son muy puntuales, eso me fascinó, y por sobre todas las cosas, el respeto. Cuestiones que en Argentina se perdieron.
En lo profesional, fue muy enriquecedor ver su metodología de trabajo. Para ellos no existe el fallar o querer lucrar sin dar lo mejor. Cuando un producto sale de fábrica, ya esta archicontrolado. Si se escapa un error, lo reconocen y el que falló renuncia por honor. Son muy responsables en su trabajo y además cada uno se especializa en algo, armando equipos de trabajo. Acá es muy difícil eso, no existe el trabajo en grupo. Cuando ellos unen las partes, arman un producto de calidad, la ultraespecialización es parte de su esencia. Allá el que investiga lo hace sólo en un área determinada, aquí los Técnicos son Técnicos es todas las ramas. También hay que decir que allí al que estudia o sabe, se lo premia, no existe el “amiguismo”; el que ocupa un puesto lo ocupa porque es el mejor en esa área. Son muy exigentes, tanto que tienen un nivel muy alto de suicidios, porque no se permiten fallar.
Esperemos no llegar a ese punto, pero sería grato imitar algunas costumbres de una cultura ancestral como la aludida. Incluso cómo cuidan a sus mayores y cómo los respetan. Allí se respeta la sabiduría. En la Argentina, en cambio, «todos creen saber de todo», pero poco se escucha al que sabe realmente. En Japón se escucha a los mayores, que aunque tengan técnicas de trabajo viejas tienen un camino recorrido que puede ayudar a llegar a técnicas mejores.
¿Algo que quieras agregar?
Sí, a los que lean esto decirles que nada es imposible. Yo pude crecer de a poco y con mucho esfuerzo, aunque me falta mucho por recorrer. A los que estudian, que estudien para aprender, para conocer lo que hacen, no para aprobar. Creo que si yo en mi profesión hago algo, tengo que saber por qué lo hago, cómo lo hago y saber que lo hago para un ser humano. Sin importar cuanto me pagan, trato de hacer lo mejor posible; si con el tiempo se puede cobrar mejor, bienvenido sea, pero lo fundamental es esforzarse… hay que hacer lo pequeño grande. Si tengo que hacer una prótesis, la hago lo mejor que pueda, si tengo que barrer, lo voy a hacer de la mejor manera. Porque si no hago bien eso, no puedo algo de mayor calidad.
Nota: Milton Palomeque
Corrección: Antonio Abbatemarco