Por la crisis económica se sumaron más de 200 puestos en La Saladita
En noviembre había relevados oficialmente 597 puestos en la plaza Homero Manzi. Feriantes explican el incremento por la delicada realidad social. Informe del diario La Capital
Por Aníbal Fucaraccio / La Capital
Debido a la crisis económica y social que atraviesa con crudeza el país, y que se expresa con particular énfasis en Rosario, en los dos últimos meses se sumaron más de 200 puestos a la feria informal La Saladita, ubicada en la plaza Homero Manzi (Salvá al 6000). Así lo aseguró Alicia, una de las representantes de los feriantes que comercializan sus productos en este espacio público de la zona sur de la ciudad, quien además denunció que trabajan en malas condiciones debido al precario vallado con que la Municipalidad cerró la plaza desde abril del año anterior (ver aparte).
Vale recordar que en noviembre pasado, la Secretaría de Economía Social elevó un informe al Concejo Municipal en el que se habían verificado en ese momento 597 personas que realizaban sus actividades comerciales en esa reconocida feria popular rosarina.
Hoy, de acuerdo al relato de los propios feriantes, esa cantidad se elevó notablemente, sobre todo por la delicada realidad económica que llevó a alrededor de 200 personas a buscar mejor suerte con la venta de mercadería en este tipo de puestos.
»Vino mucha gente nueva en los últimos meses. Se nota que el país no está bien y muchos vienen a la feria a ver si encuentran otro modo de sustento para sus familias. Y como nosotros entendemos a todos, porque el estado de necesidad es general, los dejamos incorporarse en nuestra estructura de funcionamiento», destacó Alicia junto a un grupo de feriantes que compartía el análisis.
Sobre el rango de edades de la gente que se acercó últimamente, apuntó que «hay muchos viejos y muchos jóvenes». Y profundizó: «Muchos son gente grande que ya no encuentra qué hacer y por la edad se le cierran todas las puertas. Y además hay muchos jóvenes, que también quedan afuera de este modelo social que se desparrama alrededor del país».
Vale destacar que la feria La Saladita es la más grande de la ciudad y hace más de 17 años que representa el principal ingreso para una gran cantidad de familias que, según los relevamientos que realizó el Estado municipal, la mayoría son de origen rosarino. Asimismo, de acuerdo a estos estudios, más de la mitad de los feriantes están relacionados a la reventa dentro del rubro textil.
Sobre el fenómeno de las ferias informales, que en toda la ciudad se especula que conforma una parte muy importante de la economía de más de 4 mil familias, la comisión de Producción y Promoción del Empleo del Concejo trabajó durante todo el año anterior sobre dos ejes. Por un lado, proponen primero realizar «un censo» en todo Rosario para poder dimensionar correctamente, y con números oficiales, esta inquietante problemática social, y luego generar «un marco normativo específico» para regular todas las ferias populares de la ciudad.
Habrá que ver cómo continúa este tema en el Palacio Vasallo cuando retome sus actividades. «En lo personal, creo que hay que regular y que esa regulación debe tener un marco propio, que respete y organice a los feriantes, y que también garantice el respeto del espacio público, y de la convivencia con los vecinos», remarcó el concejal Martín Rosúa (bloque UCR 1983), presidente de la comisión.
Por su parte, el edil Eduardo Toniolli (bloque Partido Justicialista) planteó «un régimen que permita el reconocimiento de las ferias populares e informales. Y esa condición implica una fiscalización y, de alguna manera, entrar en un proceso de formalización».
«Somos trabajadores»
«Nosotros somos laburantes. No pedimos chapas, mercadería, bolsones, ni cortamos calles. Sólo queremos trabajar dignamente y ser reconocidos como trabajadores. Por eso pedimos que nos controlen e inspeccionen para poder tener mejores condiciones de trabajo. Queremos que las autoridades que se encargan de la regularización y control de los productos que se comercializan en nuestra feria, vengan, inspeccionen y controlen», solicitó Alicia, la referente de La Saladita.
Asimismo, exigió «mejores condiciones de trabajo, porque de la forma en que estamos trabajando todo es muy precario, y además muy peligroso por el tránsito de colectivos, camiones y autos por calle Salvá, ya que no reducen la velocidad cuando pasan por la feria. Así corren riesgos los vendedores, los compradores y los mismos vecinos que también se acercan a comprar».
Chapones que generan gran peligro
Los vendedores de La Saladita solicitan mejores condiciones en su lugar de trabajo. «Cerraron la plaza en abril del año pasado y la feria quedó dividida en dos. Además, los que vendemos por calle Salvá quedamos al borde de la calle, con colectivos, camiones y autos que nos pasan por al lado, generando un gran peligro, sobre todo para los más chicos», exclamaron los feriantes.
»Estamos trabajando en malas condiciones. Los puestos que están por Salvá, que es la zona más problemática, quedaron mal ubicados y los colectivos pasan por nuestras espaldas. Además pusieron vallas inestables y en malas condiciones en toda la plaza. No hay carteles de obra y nunca vino la mejora que prometió la Municipalidad. Hay muchos chapones que se caen recurrentemente por vientos fuertes o por lluvias, es un gran peligro para la gente. Todas las semanas hay lastimados por eso, y esta semana, Sonia, una feriante embarazada, sufrió un golpe muy grande», protestaron. (Aníbal Fucaraccio / La Capital)