Antonio R. Soto, el único policía que resolvía conflictos gremiales y llegó a ser Vicecónsul
El rompecabezas de la muerte en Rosario (XXX)
Aunque los lectores ya lo habrán advertido, no viene mal hacerlo notar. Esta serie de columnas sobre la violencia y muerte reinante en Rosario, no es un panegírico de jefes políticos y jefes policiales.
Lo que sucede es que ellos han sido, -y siguen siendo- obviamente, quienes tuvieron en sus manos las decisiones fundamentales sobre la vida y la muerte de muchos habitantes de Rosario por razones que a estas altura huelga explicar.
También el entorno socio-político y los niveles de seguridad de la comunidad rosarina ha sido escarbado lo más puntillosamente posible para que aquél que tome esta serie de trabajos en sus manos tenga, en su conjunto estructural, una acaba idea sobre la ciudad en la que ocurrieron los episodios narrados y los que seguiremos relatando en 2017, los que se han incrementado en su nivel de gravedad, a tal punto que el autor sostiene que los delincuentes del pasado, en relación con los de la actualidad, fueron unos “nenes de pecho”.
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Antonio Rodríguez Soto, jefe interino de Policía a partir del 25 de febrero de 1945, nació en Rosario el 11 de agosto de 1902 y cursó estudios secundarios en la Escuela Industrial de la Nación, de dicha ciudad.
En 1921, al cumplir 18 años, ingresó en la policía de la provincia de Santa Fe, con la jerarquía de escribiente, primer grado correspondiente a la escuela de oficiales. Su primer servicio lo desempeñó en la actual seccional 2ª, tras lo cual cumplió diversos destinos en dependencias de seguridad similares del Departamento Rosario, esto es, en aquellas época, las comisarías 1ra., 2ª, 7ma, 22ª y 18ª.
Debido a su gestión, recibió en ese período felicitaciones de sus superiores, fundamentalmente por el esclarecimiento de destacados episodios delictivos con repercusión social.
En 1932 fue ascendido a auxiliar encargado, como jefe de la Subdivisión de Investigaciones, luego ocupó el cargo de Interventor de la Alcaldía y como jefe interino de la Guardia de Seguridad de Caballería, a la vez que se hizo cargo interinamente – en varias ocasiones – la Jefatura de Comisarías de Órdenes.
En 1937 ascendió a comisario. Su figura descollará en el marco interno de la institución policial y sus excepcionales virtudes se irán acrecentando en la continuidad de su carrera profesional, siendo artífice de acciones innovadoras que contribuyeron sólidamente a su propia evolución profesional.
A mediado de abril de 1942, Rodríguez Soto llegó a la Inspección de la 2da. Zona, con asiento en la ex seccional 6ta. Vale mencionar, entre otras, las felicitaciones recibidas con motivo de los resultados obtenidos en las investigaciones en la que resultó víctima de hurtos la Ferrocarril Compañía General de Buenos Aires.
También recibió una mención del Jefe de Policía Ángel B. Del Frade respecto de la investigación de las prostibularias academias de baile rosarinas. En este caso el consulado de Portugal en Rosario solicitó la misma para el funcionario policial que nos ocupa por sus condiciones personales. Los mencionados son sólo algunos ejemplos de los numerosos casos que sirvieron para que el alto jefe policial recibiera felicitaciones por su labor.
También podemos mencionar las que le cursó el juez de Instrucción, doctor Oscar Cantatore Van Straat, por el sumario instruido a Juan H. Greco, por violación, abuso deshonesto y corrupción en concurso real y, además, fue felicitado por los jefes policiales, contralmirante Tiburcio Aldao y del teniente coronel Rodolfo Lebrero, por el crimen de José Traini, entre otras.
Ocupó Rodríguez Soto la primera jefatura de la Oficina de Prensa, creada a partir de su iniciativa y ya como comisario inspector es nombrado como encargado de la Superintendencia de los cuerpos Guardia Especial y del Departamento Rosario.
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Precisamente por tal nivel profesional , el ese entonces jefe de Policía de Rosario, el citado Del Frade, oriundo de Venado Tuerto, le encomienda la tarea de generar y organizar, en Julio de 1942, la Escuela de Policía de Rosario, inaugurada el 12 de octubre del mismo año, la que comenzó a funcionar en Arijón 420, en un acto presidido por el gobernador de Santa Fe, Doctor Joaquín Argonz; el ministro de Gobierno e Instrucción Pública, doctor Lorenzo de la Torre y el mencionado jefe de Policía, entre otras autoridades.
La dirección del establecimiento educativo fue otorgada a Rodríguez Soto, quien dispuso el inicio de la actividad con cursos simultáneos de cadetes, guardia especial, el meritorio para escribientes y oficiales inspectores, uno superior para auxiliares y subcomisarios y otro especial para aspirantes a agentes, cabos y sargentos.
La carrera de Rodríguez Soto continuó con la creación de la División Judicial y en 1943 es nombrado Jefe de Policía del Departamento Villa Constitución. Posteriormente, 1944 regresa a Rosario, donde cumple tarea en la División Seguridad; en diciembre del mismo año es nombrado secretario general de la Jefatura de Policía y en marzo de 1945, por Decreto Nº 9915 es nombrado Jefe de Policía del Departamento Rosario, oportunidad en la que no sólo desarrolló una importante gestión en el área de seguridad, sino que, además, hizo lo propio en la faz institucional, creando la División Técnica y Sanitaria, dando inicio a la Policía Científica.
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En septiembre de 1945, por instrucción de la Secretaría de Trabajo y Previsión, inició una mediación conciliadora para levantar un paro que afectaba las actividades rurales, lo que logró el 6 de septiembre 1945, tras una reunión con obreros y patrones. Logró un aumento de sueldos del 20% y un estudio de las condiciones laborales. También le cupo una exitosa intervención con los obreros de la cerámica y la patronal, esto es P. Oltolini e Hijos.
Lo propio ocurrió con los patrones, talleristas, ojaladores y planchadores de ropa. En Noviembre de 1945 renuncia a su cargo, tras 23 años de gestión.
De inmediato cubrió el cargo de secretario de la Cámara de Senadores de la Provincia de Santa Fe, renunciando en 1946, para ingresar al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación, con el cargo de agregado y vicecónsul, siendo destinado a Nueva York, luego a Tarragona, España, mediante decreto del 6 de noviembre de 1947 y al viceconsulado de Pamplona, en el referido país, por decreto del 20 de marzo de 1948.
Regresó posteriormente a la chancillería de Argentina, por decreto del 15 de abril de 1952, finalizando su carrera diplomática en la División Planificación del gabinete político – jurídico. Su fallecimiento se produce en 1975, en la ciudad de Buenos Aires.
Foto: Instituto de Seguridad Pública Isep (Leandro N. Alem 2050, Rosario) En 1942, el comisario inspector Antonio Rodríguez Soto creó la Escuela de Cadetes, sentando las bases de la formación del personal policial con el objeto de mejorar la prestación del servicio de seguridad. En esta primera etapa la institución tenía sede en la calle Arijón al 420. En 1975 se trasladó a calle Alem en la dirección citada.