Los instantes finales de una vida
El rompecabezas de la muerte en Rosario (XXVII)
El asesinato del periodista Silvio Alzogaray y sus instantes finales de vida fue la resultante de cinco desgarrantes impactos de bala en su cuerpo, disparados por un grupo de mafiosos que fueron a buscarlo a una mugrosa pensión en la que se hallaba, mientras cumplía transitoriamente su labor periodística.
Había sido enviado especialmente desde Córdoba por el director del diario Crítica Natalio Bottana, para escribir artículos sobre las bandas armadas que asolaban Rosario.
En la sociedad rosarina las versiones reconocían como mentor del homicidio al presunto francés que todos conocían como “Chicho Chico” y al que tenían como un pistolero cajetilla con ansias de poder infinitas.
La relación de Francisco Morrone –verdadero nombre de “Chicho Chico” saldría a la luz, precisamente, en 1938, al ser apresados los mafiosos que participaron del homicidio del cronista.
El antecedente que permitió el esclarecimiento del crimen de Alzogaray habría de ser el asesinato de la flor y nata de la vieja guardia mafiosa que comandaba Juan Galiffi, -ordenado por Morrone-, conformada por Curaba, Dainotto y Pendino, otros mafiosos con ancestros radicados en la isla de Sicilia.
En ambas oportunidades actuaron pistoleros identificados como Micheli, Cacciato, Cacciatore, Felipe D´ Angelo o Campione, Tuttolomondo, Bonsignore, La Torre, y en el caso de tres amistades de Galiffi, el propio Morrone.
Un relato escalofriante
En un escalofriante relato ante las autoridades, Michelli reconstruyó el juicio de la mafia al que fueron sometidos Curaba y Dainotto antes de que se decidiera su ejecución y el modo en que Pendino fue obligado a trasladarse a la ciudad de San Lorenzo, desde su domicilio de calle Montevideo al 1300, con la excusa de que tenía que participar de una reunión para ponerle la firma a un acuerdo entre la vieja guardia y el ascendente “Chicho Chico”.
Pendino no llegó a estampar su firma, debido a que terminó estrangulado con el clásico alambre, utilizado habitualmente en esa época.
El diario de Bottana, al recoger una porción del testimonio de Micheli, señalaba: “Cuando dieron orden de matarlos, no hice otra cosa que cumplir con mi deber: Curaba estaba muy asustado: cuando lo hicimos salir temblaba y no opuso resistencia. En cambio Dainotto, que era un hombre fuerte, se dio cuenta enseguida que estaba condenado a muerte y quiso resistirse. Alcanzó a darme unos golpes en distintas partes del cuerpo, pero pronto lo dominamos. Un alambre colocado en el cuello hizo que pasara al otro mundo. Después se hicieron desaparecer los cadáveres y nada hubiese pasado si todos fueran hombres como es debido…”.
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Mientras las bandas de mafiosos hacían estragos en Rosario, un 11 de marzo de 1938, asumía, en forma interina como jefe policial el ingeniero Pedro Sánchez Granel, quien había nacido en dicha ciudad, el 5 de enero de 1884. Fue hijo de Pedro y Laura Granel.
El jefe de Policía fue marino, doctor en Ciencia Política y catedrático. Se casó con Julia Delia Rola y sus hijos Eduardo y Alicia Laura, obtuvieron los títulos de ingeniero y profesora, respectivamente.
El funcionario policial fue alumno de la Escuela Militar Naval, donde descolló logrando ascensos, siendo como consecuencia directa abanderado y brigadier.
Realizó varios viajes al extranjero, ocupando también el cargo de ayudante secretario del jefe de la Concentración de Martín García y actuó como defensor en consejos de guerra, ascendiendo a alférez en 1914.
Tras solicitar su baja, se radicó en Rosario e ingresó a las filas del radicalismo, donde llegó a ser candidato a diputado provincial.
En el marco de su gestión que la policía desenterró el cuerpo sin vida de “Chicho Chico”, amarrado con cuatro vueltas de cable eléctrico alrededor del cuello.
Fue también durante su mandato que alcanzó notoriedad periodística un atraco en el que los asaltantes de una chacra fueron detectados por el dueño, quien debido a ello recibió un escopetazo. Con posterioridad el propietario de un tambo de Piñero fue reducido y obligado a entregar todo el dinero y objetos de valor que poseía.[1]
[1] Revista Policía. Noviembre 1992. Nº 155. Pág.3.-