Fin de la fiesta olímpica
A puro baile y carnaval se clausuraron los Juegos, con Paula Pareto, uno de los oros argentinos, portando la bandera.
Adeus y okaeri al mismo tiempo. Adiós en portugués, bienvenido en japonés. Río de Janeiro le puso el moño a sus Juegos Olímpicos y los cerró con una linda ceremonia, a puro baile y carnaval. Así, le pasó la posta a Tokio, que ya empezó a sentir lo que recibirá dentro de cuatro años. En el medio, la dorada Paula Pareto ingresó con la bandera argentina, esa que llevó a lo más alto el 6 de agosto cuando se colgó la medalla más importante. La Peque inicó un camino que siguieron Santiago Lange y Cecilia Carranza, en vela, y que completaron Los Leones, con el histórico título en el hockey. Igual de importante fue lo hecho por Juan Martín Del Potro, ganando la presea de plata en un torneo inolvidable. Eso se trajo la delegación nacional, además de 11 diplomas. Quedó en el puesto 27° del medallero, posición que no lograba desde hace más medio siglo, cuando fue 19° en Helsinki 1952.
Pasaron los primeros Juegos en Sudámerica y Río demostró que se puede. Desde la ceremonia inaugural hasta la fiesta de anoche, ambas en el Maracaná, el mundial del deporte vivió momentos intensos, algunos felicies, otros no tanto. Pero de eso se trata. De ganar y perder. Pero ir. Porque lo valorable tiene que ver con la cantidad de argentinos que viajaron para competir: 213, cifra top. También hay que apreciar los hinchas que una vez acompañaron en cada estadio. Y se bancaron la parada en rodeo ajeno. El cierre tuvo mucho de carioca, mostrando la fauna y flora de la ciudad, arte rupestre, el Cristo, los héroes de los Juegos y el último podio: el de la prueba de maratón que ganó el keniata Kipchoge. Para que se lleven la verdadera impresión de Río, el carnaval que llevan en el ADN completó el color y el ritmo de la fiesta. Un poco de lluvia decoró la coreografía. Después llegó el turno de pasarle la posta al país asiático: aparecieron los Supercampeones y hasta el primer ministro de Japón se vistió de Mario Bros.
En el análisis grueso están lo que llegaron a donde pocos pensaban y los que se volvieron con menos de lo que fueron a buscar. Para ambos arranca la olimpiada (así se llama el ciclo entre Juego y Juego): unos para confirmar que merecen estar en la cima y los otros para volver a encontrarse con lo que eran.
Río nos dejó despedidas que son dolores dulces. Emanuel Ginóbili ya no jugará más en la Selección. Dio todo y un extra para vivir su cuarta experiencia. Se va con el oro de Atenas, el bronce de Pekín y muchas alegrías. Michael Phelps viajó a Río para estirar su vitrina de medallas: se llevó cinco medallas doradas y una plateada, para estirar su récord a 28 metales, 23 de ellos del más importante. El mejor de la historia, lejos. Y la otra bestia pop fue Usain Bolt, que se dio el gusto de cantar el triple triplete: oro en 100, 200 y 4×100 metros. A ellos y a todos, arigato. Obrigado. Gracias. (OLE)