El caos como alternativa para obtener poder político
Está claro que para las cofradías del terrorismo islámico el caos está siendo la alternativa a aplicar como mecanismo para obtener poder político y dominio territorial.
Ese caos está alimentado por un espíritu de fanatismo y violencia en diversos contextos, según el país al que esté dirigida la agresión mortal.
Es una lucha sin cuartel, desarrollada en territorios donde se enfrentan las tinieblas panislámica y la cristiana, ambos bandos son entrenados para inmolarse por una creencia a la que consideran la verdad.
Los dos sectores comparten la perturbadora decisión de suicidarse para favorecer a individuos que nunca están en la primera línea de ataque y que son los eternos beneficiados, ya que viven escondidos, generando execrables decisiones estratégicas que terminan, casi inexorablemente, en la muerte.
En los territorios donde la desaparición física reina, toda forma de seguridad es relativizada por el azar, por lo que resulta lógico entender que nadie está a salvo.
Los analistas de la política internacional están convencidos de que los terroristas nucleados en la banda terrorista ISIS entraron en una espiral de decadencia, ya que comenzaron a sufrir pérdidas militares importantes en lo que respecta a la disminución de control territorial en su califato erigido en Irak y Siria, aunque –vale aclararlo-, todavía no sintieron, paralelamente, la disminución de su capacidad para producir daños directos con los ataques suicidas.
Bien saben sus conductores que las formas puras de cualquier religión se corrompen en sectas por la infiltración o por escisión. No estamos diciendo nada nuevo si referimos que, en gran número de veces, en las sectas o cofradías de terror se produce lo que lo que en física se conoce como entropía, un principio que tiene que ver con la dimensión del caos de un sistema, cuyo enunciado se conoció como el “segundo principio de la termodinámica”.
Tal desorden deviene en un colapso que actúa como corrupción, degeneración, desintegración y desaparición en una fase del ciclo existencial del propio sistema de donde se originó.
El ISIS pierde terreno
Lo enunciado se está viendo como resultante del impacto de la ofensiva mancomunada de las fuerzas militares de EE.UU y Rusia. Es evidente que el Califato está deteriorándose, mientras se reduce, de manera más que evidente, el número de sus combatientes, razón por la cual los terroristas intensifican los atentados suicidas en Europa.[1]
La mutación
La estrategia militar del ISIS comenzó a mutar [2] en razón de la creciente pérdida de territorio donde se asienta el Califato -40 por ciento en Irak y 20 por ciento en Siria-, no siendo ello un dato menor, teniendo en cuenta que la banda armada desarrolló su estructura de poder mediante la conquista y control del territorio, diferenciándose de la red Al Qaeda, que lo hizo por medio del despliegue de fuerzas militares convencionales, utilizando armas pesadas.
La política militar del ISIS se está derrumbando –llegó a tener 33.000 combatientes y actualmente tendría 18 mil-, aunque se afirma que hay 15.000 efectivos dispersos en Libia, Egipto, Afganistán, Pakistán y Nigeria, formando parte de “células dormidas”.
El jefe del Centro de Terrorismo y la Insurgencia, general Gary Volesky, quien se desempeña en Irak, afirmó en las últimas horas que “se detuvo la capacidad del grupo para llevar a cabo operaciones ofensivas a gran escala en Siria e Irak. Los yihadistas se están quedando sin respaldo”.
Lamentablemente hay que decir, en este contexto, que la guerra civil en Siria, por el momento, no parece que se detenga pronto. Lo propio opina Andrew M. Liepman, ex subdirector del Centro Nacional antiterrorista en EE.UU.
“La atracción del ISIS era el Estado y su ideología acercó a muchas personas, pero el destino era más importante: Un idílico territorio Suniita. Cuando eso desaparezca, gran parte del atractivo del ISIS se irá con él”, concluyó Liepman.
Seguramente el criterio de Liepman tiene en cuenta que hay, aproximadamente, 3.200.000 musulmanes en Estados Unidos y que, en vida, Bin Laden estuvo obsesionado con la obtención de bombas nucleares.
Esto último no es una apreciación paranoica. Varios individuos ya han sido detenidos tras intentar hacer apoderarse de bombas. Cualquier físico nuclear sabe que un explosivo de 10 kilotones, con 13 kilos de uranio no enriquecido vuela un radio de 2,5 kilómetros y volatiliza a 1.500.000 personas. Ello no es ningún secreto. La sociedad post industrial se está convirtiendo en tecnotrónica, configurada en lo cultural, lo psicológico, lo social y lo económico.
Esto es así por la influencia de la tecnología y la electrónica, en especial en el área de las computadoras y comunicaciones.
Y ya que hablamos de comunicar, vale subrayar que “los ataques del ISIS llevan un conjunto diferentes de mensajes”, según señala The Soufan Group, una agencia de inteligencia privada de EE.UU, la que agrega: “Están los ataques de inspiración, en los que el ISIS no tiene ninguna participación, pero se atribuye la responsabilidad”.
Destrucción de sitios arqueológicos
La desesperación de la banda armada que nos ocupa, apoyándose en su ideología religiosa como justificación a sus aberraciones, continúa demoliendo construcciones emblemáticas de ciudades sirias como Palmira, entre ellas el llamado Arco del Triunfo que databa del período romano, aunque vale aclarar que antes de utilizar usar excavadoras y explosivos los “combatientes” se apropian de todo aquello que tenga valor arqueológico e histórico para comerciarlo en el mercado negro mundial, percibiendo por ello sumas de dinero más que importantes de coleccionistas.
Entre las destrucciones “con sustrato económico” figuran como objetivos privilegiados los museos como el de Mosul, en Irak, así como altares centenarios de origen cristiano.
Los grupos extremistas implicados en una guerra civil, por ahora sin final a corto plazo, ha dejado un saldo de más de 230.000 muertos, miles de heridos graves y leves y millones de desamparados.
ISIS no se priva del saqueo para reunir fondos para financiar sus operaciones militares. Maamoun Abdulkarim, director del Departamento de antigüedades de Siria señaló a la agencia Reuters que “los actos de venganza del ISIS ya no tienen una motivación ideológica, porque están volando edificios que carece de significación religiosa”.
Por su parte, el historiador Christopher Jones, de la Universidad de Columbia, estima que “los guerrilleros creen estar recapitulando la historia antigua del Islam”.
[1] Agencia Reuter.
[2] Analista Daniel Vittar.