El museo negro sigue dando que hablar
Una intervención artística sobre la fachada del Castagnino dividió aguas: hay quienes aseguran que el daño es tal que será imposible recuperarlo. La Municipalidad minimizó las críticas y dijo que “no es la primera vez” que se hace.
La intervención realizada por la artista plástica Mariana Tellería, quien pintó de negro el exterior del Museo Castagnino, desató la polémica y cosecha adeptos y detractores.
Según explicó el secretario de Cultura y Educación Municipal Horacio Ríos, “no es la primera vez que se interviene el museo” y señaló, además, que “se llevó adelante la obra para recuperar la fachada original en pocos meses”. No obstante, expertos en restauración aseguraron que el daño provocado es “irrecuperable”.
Quienes se proclamaron en contra de la intervención aclararon que no cuestionan lo hecho por Tellería desde lo artístico, sino el daño provocado al edificio desde el punto de vista patrimonial.
“Acá hay dos cosas, una es la participación del museo en la Bienal Latinoamericana, de la cual yo participo y que me parece muy bien que los artistas locales muestren a la gente que viene del exterior una mirada del arte local y de la expresión artística local. Otro tema es pintar el museo de negro que por las características del material de frente que tiene no debería haber sido pintado nunca y debería ser limpiado y mantenido como tal”, dijo Rogelio Molina, del Colegio de Arquitectos de Rosario.
En tal sentido, el artista plástico y ex director del área de restauración de la Municipalidad, Marcelo Castaño, consideró que lo realizado en la fachada del museo “es una agresión irrecuperable hacia el patrimonio, que es un hito arquitectónico de la ciudad, y que por más que se pinte y luego se limpie, no se podrá sacar nunca”.
Según explicó Molina, el frente del museo no está hecho de piedra sino de un material de frente que contiene distintos minerales que le dan brillo con los reflejos de la luz, como la mica.
“Es un material que se usaba mucho en los años 30, 40 y 50, dentro de la arquitectura más racionalista”, detalló el arquitecto, y aseguró que “todos los edificios de Rosario que tienen ese material, la Municipalidad dice que no hay que pintarlos y que hay que limpiarlos con agua o con vapor cuando tienen pintura y mantenerlos limpios con algún hidrorrepelente que evite que se vuelvan a manchar o que si alguien lo escribe, la pintura no penetre en el material. Eso es lo que se recomienda en todos los edificios y más en los de valor patrimonial”.
Para Molina, la intervención de Tellería representa un desacato a las ordenanzas vigentes. “Ese es un material que no ha sido colocado para ser pintado, ese es el asunto.
Es la violación de una normativa que rige en la ciudad y que la Municipalidad controla celosamente cuando se trata de edificios de particulares. Este es un edificio que es de todos no es sólo del director y donde se debería dar el ejemplo con la gestión pública”, subrayó.
La voz oficial
Ríos minimizó las críticas y dijo que “lo interesante del debate es que, a partir de estas repercusiones, muchos rosarinos vuelven a los museos y vuelven a convivir con las obras y así ven también a muchísimos artistas que están adentro y que en su momento tuvieron discusiones mucho peores que esta”.
En tanto, Tellería aseguró que “nunca le haría daño a ese lugar. Lo cierto es que hace rato que el frente dejó de ser virgen, tiene capas y capas de pintura. Hasta le han hecho pinturas con aerosol y le pintaron encima, hubo parches y se hicieron murales artísticos. Esa pintura no se lava, sólo se pinta arriba. No se lava más porque el material no aguantaba más hidrolavados. No es nada que no se haya hecho antes”.
Finalmente, Ríos aclaró que la obra realizada “no le costó nada al Estado” ya que un grupo de empresas privadas solventaron la intervención.
“Atravesar las críticas”
“En el arte hay cuestiones que parecen estrafalarias en una determinada época y con el tiempo terminan siendo aceptadas y se convierten en válidas. Muchas veces para lograr la cosa brillante, genial, hay que atravesar las críticas. La verdad es que la cuestión de si la pintura sale o no es algo que desconozco por completo”, consideró Mario Alberto Castagnino, secretario de la fundación del museo.
Esta intervención de Mariana Tellería está enmarcada en la muestra “Ampliación” y la idea es “oscurecer los muros para extender sus límites, borrar sus fronteras”. La propuesta se mantendrá seis meses.
Desde la Asociación Casco Histórico de Rosario fueron más allá y aseguraron que a quienes autorizaron pintar el museo “les cabe las generales de la ley por vandalismo contra un edificio histórico”.
(El Ciudadano)