Joven rosarino queda cuadripléjico tras ser baleado en un robo
La crueldad al azar. El martes un ladrón le disparó a un hombre que lo seguía. Pero el tiro lo recibió en el cuello Pablo Semitiel, de 34 años. Y le afectó la médula.
Por Leo Graciarena / La Capital
El martes por la tarde un ladrón armado escapaba tras cometer un robo en una librería de Barrio Industrial. Al advertir que una persona del negocio corría tras él giró sobre sus pasos y efectuó un disparo. El implacable azar quiso que el proyectil no le diera al hombre que lo perseguía sino a Pablo Miguel Semitiel, un muchacho de 34 años que pasaba por allí. El balazo le pegó en el cuello y le fracturó una vértebra. Ayer lo operaron por esa compleja herida. Según el diagnóstico Pablo quedó cuadripléjico. Será muy difícil que recobre la movilidad.
«Hasta el martes a la tarde tenía un montón de valores que hoy ya no tengo. El tipo que baleó a Pablo destrozó todos los proyectos de vida que teníamos. Quiero que lo agarren, poder mirarlo a los ojos y decirle que nos destruyó la vida», dice Noemí, la pareja del muchacho baleado en Vélez Sársfield y Mar del Plata.
Cataluña y Rosario. Hasta hace dos años Pablo residía en Platja d’Aro, un municipio de 10 mil habitantes de la Costa Brava, en el norte de Cataluña. Allí había llegado a mediados de 2005 escapándole a los coletazos de la crisis económica para trabajar como empleado de comercio. Abandonó la vida en ese reducto español frente al Mar Mediterráneo por su nostalgia por Rosario. Había retomado su vida aquí que desde el martes pasado cobra una dirección dramática.
«La bala a Pablo le ingresó por el costado izquierdo del cuello, le estalló la quinta vértebra cervical y le quedó alojada en el canal medular», relató Noemí, con la templanza que da soportar un dolor extremo, irreparable. Pablo fue operado ayer al mediodía en el Hospital Clemente Alvarez. Quedó en estado crítico y en coma inducido. «La operación fue solo para colocarle una prótesis de platino para que supla la función de la vértebra rota y le dé rigidez en el cuello. Hoy es como un bebé recién nacido que no puede sostener el peso de su cabeza», sostuvo .
«Pablo pasó seis años afuera pero extrañaba mucho y en una de sus vacaciones, hace dos años, se quedó. No fue algo planificado. Todo lo que tenía en España lo dejó allá. Formalizamos lo nuestro y se quedó», contó ayer Noemí. Pablo nació en barrio Saladillo pero se afincó en inmediaciones de Díaz Vélez y Vélez Sársfield, a metros de la casa de su madre, y montó una pequeña fábrica de cotillón.
El derrumbe. Ante los ojos de Noemí, Pablo era un hombre cuidadoso que se movía en su camioneta para evitar situaciones de inseguridad. Tiene dos hermanos. El martes pasadas las 17, Pablo y su hermana María Emilia, de 27 años, salieron de la fábrica de cotillón para visitar una clienta sobre avenida Alberdi. Un paseo de poco más de cuatro cuadras. «El día estaba fantástico y por eso Pablo y la hermana se fueron caminando bajo el sol», recordó Noemí. Pablo y su hermana habían caminado poco más de una cuadra cuando escucharon gritos y vieron gente correr. Un ladrón armado huía a la carrera tras asaltar la librería Fago, ubicada en la esquina en la que también se levanta, en la vereda de enfrente, un importante corralón de materiales. El maleante, que era perseguido por el dueño del corralón de materiales, corrió unos metros por Vélez Sársfield y cruzó por Mar del Plata hacia la avenida Sabín, más conocida como Travesía, donde lo esperaba una moto de alta cilindrada.
Lo impensable. Entonces sucedió la secuencia trágica de la historia. Sintiéndose amenazado, el ladrón giró y disparó al bulto. Pablo y su hermana caminaban por la vereda de enfrente. «Estaban robando», le dijo Pablo a María Emilia en el preciso momento en que la muchacho vio el gesto del tirador hacia donde ellos estaban y se agachó levemente.
El balazo impactó en el cuello de Pablo. El plomo tuvo una trayectoria en diagonal y le quedó alojada en la nuca. El muchacho se derrumbó. María Emilia improvisó el torniquete que le salvó la vida a su hermano.
«El muchacho quedó tirado en el piso y su hermana se había sacado la remera y le cubría el cuello al chico. Estaba en corpiño y gritaba desesperada que el chico se le moría», explicó esa tarde un testigo ocasional del hecho.
El valor fraterno. La hermana del joven permanece en shock. «Ella apretó la herida con tanta fuerza que quedó el hematoma. Si no hubiera sido por ella, Pablo habría muerto en ese lugar», recalcó Noemí. La moto con los ladrones se perdió entre el tránsito endemoniado de Travesía. A minutos a la escena llegó una patrullero y los vecinos subieron a Pablo. El móvil primero lo condujo al hospital Carrasco que, por la complejidad del cuadro, derivó con urgencia al herido al Clemente Alvarez. A Pablo lo entubaron, le colocaron un respirador y le indujeron coma farmacológico. Está en terapia intensiva con peligro de vida.
El caso es investigado por la comisaría 8ª bajo órdenes de la jueza Raquel Cosgaya. «La jueza se interesó en el tema y se entrevistó con el hermano mayor de Pablo. Fue muy cordial y nos dejó tranquilos. Por lo que pudimos averiguar la tarde en que pasó lo de Pablo, una moto similar a la que usó para huir el que baleó a Pablo fue vista en otro robo en Falucho y Junín. Especulamos que es posible que la cámara de 360 grados de la Municipalidad que está en Travesía y Junín los haya captado», sostuvó Noemí. «Yo voy a vivir para cuidar a Pablo, pero quiero poder mirar a los ojos al que nos hizo esto».